ELEVARSE AL PADRE

Mensaje del Espíritu Santo del 16 de mayo de 1999 – ASCENSION

Es necesario que os abráis a la novedad de Dios; pero esta apertura comporta un segundo paso: vuestra elevación a Dios. La ascensión  no es solo el ejemplo de esta elevación sino que es la prefiguración de aquella que será vuestra elevación en el final de los tiempos, en cuerpo y alma.

Sin embargo ya hoy, mientras vivís en el cuerpo se os pide que elevéis a Dios todo vuestro ser. Si sois criaturas nuevas, abiertas al amor de Dios que se renueva continuamente,  que se entrega a vosotros, y que os lleva a entregaros completamente, entonces ya no estáis más atados a la Tierra sino que vivís ya en una dimensión nueva, del otro lado del espacio y del tiempo. En efecto: cuantos viven inmersos en mí no pueden estar más encadenados a la tierra.

Pero, si ahora os toca vivir en el cuerpo y seguir las leyes físicas de la Tierra, al mismo tiempo las habéis ya superado. Las vivís por la fuerza de las cosas pero vuestra alma ya las ha superado, lo que significa que ella ya ha alcanzado  una nueva dimensión de vida. Esta nueva dimensión es la eternidad. Vuestra alma está creada para la eternidad, y es ella  misma eterna. El tiempo que Dios os permite estar en el cuerpo está previsto para vuestra misión,  para que la dimensión de la eternidad pueda, a través de vuestro cuerpo, alcanzar la realidad que os envuelve, para que ella pueda ser también elevada junto con vosotros.

El hombre no ha entendido esto. No hablo solamente del hombre que no cree sino también del creyente, de quien está bautizado, pero que frecuentemente no sabe acoger la grandeza del mensaje que Jesús os ha dejado con su Ascensión: el de la necesidad de alcanzar al Padre ya aquí, mientras estáis en la Tierra. Muchos piensan llegar al Padre después de la muerte, si todo va bien, si alcanzan el Paraíso. Esto está equivocado, porque la dimensión del paraíso, del purgatorio y del infierno es simplemente la continuación de aquello que habéis comenzado en la vida terrena; el cumplimiento de lo que habéis elegido  vivir sobre la Tierra,

El día de la Ascensión es un día terrible para Lucifer, representa su derrota total. En efecto aquella humanidad que él quería esclavizar, humillar, y sojuzgar mediante la muerte, a través de Jesucristo fue elevada en cuerpo y alma, así como fue elevada en cuerpo y alma la Virgen María, que prefigura la humanidad nueva, aquella que vosotros seréis.

Os pido que reflexionéis sobre qué significa para vosotros elevarse al Padre junto con Jesús en el Espíritu Santo. Preguntaos qué significa para vosotros elevación, de qué cosa debéis  liberaros que es terrenal que os tiene atados y os impide que os elevéis, qué miedos  guardáis en vosotros.

No puede haber elevación si os encadena el miedo, porque el miedo es un peso  que mantiene atada el alma a la tierra. Si hay miedo el alma no puede elevarse. Elevarse significa ir hacia aquello que el alma puede conocer por fe y no por los sentidos. Nadie puede materialmente alcanzar la eternidad, ni existen leyes físicas que la expliquen; pero el alma la conoce. Mediante la fe puede caminar sin temor hacia el misterio, hacia aquello que humanamente puede parecer incognocible. Si vivís en Dios, en cambio, ni siquiera lo ignoto os es desconocido; vuestra alma lo intuye, lo comprende, lo conoce. Ella está creada para comprender las cosas de Dios.

Os eleváis por la fe cuando percibís una realidad que no puede ser conocida a través de los sentidos.¿ Cómo podéis conocer la eternidad por medio de los sentidos? ¿Podéis acaso tocar mediante los sentidos la dimensión de la libertad, de la paz, del amor, de la entrega? ¿Podéis físicamente tocar el amor. No podéis. ¿Podéis mirarlo con los ojos? No podéis. Pero vuestra alma lo puede tocar, mirar y respirarlo, porque es la fe la que hace esto. Vuestra alma puede experimentar concretamente la dimensión de la eternidad; si no fuese así ¿cómo podríais tener experiencia de Dios?

Os invito a no considerar estas palabras como una teoría. Si existe en vosotros el deseo de entrar en la eternidad, entonces no existe nada de teórico, todo resulta real, porque estáis creados para experimentar plenamente la realidad de Dios, para la cual estáis preparados.

Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.