A ti, Reina y Madre del universo,
confiamos la Iglesia universal,
en la vigilia de los tiempos nuevos
y de los nuevos caminos,
que el pueblo de Dios deberá recorrer.
Te confiamos,
y consagramos a tu Corazón Inmaculado
todos los ángeles que ante ti se postran,
oh llena de gracia,
como se postró el Arcángel Gabriel.
A tu Corazón Inmaculado
consagramos todo el género humano
en todo el universo,
todo hijo de Dios que busca la vida.
Que tu seno, oh Madre,
genere y nutra
a todo hombre de buena voluntad,
a toda criatura de Dios.
Te confiamos vivos y difuntos,
que te miran,
con amor y esperanza,
en su camino de purificación
hacia la luz de la verdad
y la plenitud del paraíso.
Te confiamos todas las criaturas,
generadas por el amor de Dios,
y creadas para su gloria.
Que en tu Corazón, oh María,
sean transformadas,
y se aleje de la creación
el mal de Satanás.
Que tu Corazón Inmaculado,
oh Reina y Madre del universo,
sea nuestra fortaleza,
y la prenda de los bienes futuros.
Que tu Corazón Inmaculado
sea fuerza y protección
para toda la Iglesia de Dios.
Recibe nuestra oferta,
nuestro amor y nuestra gratitud.
Nos sometemos
al Espíritu que vive en ti,
el Espíritu de Dios, puro e inmaculado,
que da vida al universo.
Invocamos tu potentísima protección
para toda la Iglesia universal,
sobre todo para cuantos, en este tiempo,
recibirán la gracia y la misión
de abrir el camino a la humanidad.
Seas bendita
y exaltado sea tu nombre
en todo el universo!
A ti nos encomendamos
con plena confianza.
Tú sabrás abrirnos el camino,
porque eres la Madre de los tiempos nuevos.
Amén.

