María, la Nueva Mujer

MENSAJE DE SAN JOSE   – 18 DE MARZO 2021

(Extractos del mensaje)

“Queridos hijos:

Como un padre amoroso me dirijo a vosotros. Los hijos de Jesús y de María son todos hijos míos. Yo velo sobre todos vosotros y sobre toda la Iglesia del Universo como velaba sobre la familia de Nazareth

La familia de Nazareth debería ser para vosotros ejemplo y modelo de la auténtica comunión en Dios. Ella fue la primera célula de la Iglesia de todo el Universo. Fue formada en vista de Jesús y vivida por Jesús y ha seguido las etapas de su vida; fue preparada e instruida en todo por Jesús. De esto soy yo testigo porque mi vida y mi misión están indisolublemente ligadas a la vida y a la misión de María y de Jesús. Ni siquiera mi muerte prematura ha podido separarme de ellos: mi espíritu ha continuado y continua trabajando junto a María y a Jesús por toda la eternidad.(…)

Como ya os he dicho la familia de Nazareth fue la primera célula de la Iglesia de Jesucristo de todo el Universo. Jesús era el centro, como Rey, Salvador y Sumo Sacerdote de la nueva Alianza. María era la Madre y la Reina, la Corredentora destinada a participar plenamente en el Sacrificio del Hijo y yo era su pueblo y llevaba en mí la fe de Israel y la fe del pueblo nuevo que habría de nacer del Sacrificio de la Cruz. Día tras día moría en mí el viejo Israel para dar lugar al Cristiano redimido.

Dios me estaba transformando. Todo en mí y a mi alrededor era un gran misterio: mi Hijo adoptivo era también mi Dios y mi Salvador. Mi Esposa terrenal sería un día también mi Madre, Reina y Corredentora como de toda la humanidad de la cual también yo era parte. Yo os he abierto el camino porque escogí plenamente la Redención de Jesús y la Corredención de María. Por esto Dios me ha llamado a ser el Custodio de su Iglesia de todo el Universo, como lo había sido para la Sagrada Familia, la pequeña Iglesia de Nazareth.

Si queréis llegar a ser criaturas nuevas debéis uniros plenamente a Jesús y a María como lo hice yo. Jesús no podía nacer sin María, pero tampoco podría ni siquiera morir sin Ella. Tenía necesidad de la participación de una criatura inmaculada que tomase parte en nombre de toda la humanidad, en el sufrimiento de la Cruz y en la gloria de la Resurrección y abriese así el camino a una nueva humanidad. Ningún otro habría podido hacerlo, con excepción de Aquel que ya le había dado todo y que le pertenecía plenamente.(…)

Estad siempre en armonía con el querer de Dios, hijitos, y dejaos llevar dulcemente por María en el abrazo de la Santísima Trinidad. Contemplad la obra de Jesús y de María en vosotros, como lo hacía yo. Ahora vuestra casa es mucho más grande que nuestra casa de Nazareth, y el Universo y vuestra familia es el inmenso pueblo de Dios, que lo habita. María no es más la humilde mujer de Israel que vivía la vida de cada día sino que es la Madre de la Humanidad que os acoge con amor; es la Corredentora que incesantemente intercede por vosotros y os obtiene misericordia y paz, en virtud de la Pasión que condividió con su Hijo. Es la Reina del Universo que desea haceros partícipes de su gloria. Sobre todo es la Mujer nueva que os engendra para que seáis los hijos de una nueva humanidad.

Estoy siempre junto a vosotros y os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”