Iglesia de Jesucristo del Universo
A cargo de Mauro
19.12.2025
En este camino que estamos haciendo hacia la Navidad, intentando mirar la Navidad de una manera… me atrevería a decir “cristiana”, para saber comprender y entender también la gracia que trae la Navidad, sin mancharla… de lo humano, de regalos, de necesidades, sino comprender el don que significa la Navidad, creo que es necesario hablar también de los hermanos que han sido fieles a Dios desde siempre, y que nos ayudan desde siempre, que asisten a la humanidad desde siempre y siguen haciéndolo hoy. Hermanos: precisamente cuando en Navidad tienes el deseo de reunir a la familia, entonces, sin encontrarnos con ellos, esta familia no… no está al completo.
¿Por qué siempre han sido fieles a Dios? Porque no han cometido el pecado original. Y aquí os remito a… a consultar el libro «Más allá de la Gran Barrera» en los pasajes que hablan sobre la respuesta en el momento de la concepción de cada hombre[1] y del pecado original[2], y cómo comenzó entonces la división de los Universos: Alto, Medio y Bajo, donde nos encontramos nosotros.
Dicho esto, aclaro rápidamente que los hermanos fieles son hombres como nosotros, son cristianos como nosotros, están sometidos a la autoridad de Dios como nosotros, incluso más que nosotros, porque ellos han comprendido que esta sumisión es… es vivir plenamente la libertad, han comprendido que responder y obedecer a Dios no es renunciar a algo, sino vivir la plenitud. Adoran a la Santísima Trinidad, conocen a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, veneran a María Santísima como Madre de Dios, Corredentora y Reina del Universo.
Ellos, sí, viven plenamente las leyes del espíritu puro, de las que tanto hablamos aquí y que intentamos entender y comprender. Viven en plena comunión con la Iglesia de Jesucristo, triunfante, por lo tanto, especialmente con los Arcángeles, con los ángeles. Y es precisamente de los Arcángeles que reciben todos los deseos de Dios, porque… yo no los llamaría “órdenes” de Dios, sino más bien los “deseos”, porque para ellos es servir los deseos de Dios. Y es precisamente a través de los Arcángeles que acogen lo que Dios quiere, lo que Dios desea, y con alegría lo hacen; están ahí, listos y a disposición para esto.
Los tres Reyes Magos, a quienes contemplamos en el pesebre y durante estos días, la Epifanía, son precisamente hermanos fieles, para ser precisos, son sacerdotes del Alto Universo y… en la Encarnación de Jesús, Hijo de Dios, al hacerse hombre aquí en la Tierra, ellos precisamente adoraron y contemplaron una vez más ese amor infinito de Dios, del Dios Uno y Trino, el amor que Dios tiene por el hombre, que tiene por la creación. Y descendieron a la Tierra precisamente para adorarlo, para adorarlo hecho Hombre, para honorar a María Santísima. Descendieron para repetir su sí no solo a Dios en el Cielo en la Trinidad, sino también en la Tierra —un sí personal y el sí de sus pueblos— para colaborar y servir a Jesús en este plan de salvación que preveía estos treinta y tres años en este planeta llamado Tierra.
Por lo tanto, siguieron toda la vida de Jesús, rezaron, protegieron toda la acción de la Redención y luego continuaron protegiendo a toda la Iglesia que Jesucristo, María y San José fundaron, la protegieron a lo largo de todo su camino y continúan haciéndolo ahora; continúan protegiendo los planes de Dios, estando al servicio de Dios y estando presentes en los designios de Dios para la salvación del hombre. Estuvieron presentes en las apariciones de María Santísima en Fátima y esperan con alegría el encuentro físico con la Iglesia de Jesucristo aquí en la Tierra, para llevar así a cumplimiento la obra de recapitular todo el Universo en Cristo; y el último planeta que falta es precisamente el nuestro, es la Tierra. Nos esperan a nosotros y desean unirse a nosotros para llevar a cumplimiento este proyecto de Dios.
Siempre han estado presentes en la historia, en el pueblo de Dios, y también el libro «Más allá de la Gran Barrera» describe las prerrogativas de estos hermanos, habla de sus leyes[3], de su forma de vida[4]. Os invito a leerlo. Pero lo que a mí me impresiona, que me gustaría comunicaros también a vosotros, es intentar expresar una vez más cómo también los hermanos fieles, igual que los ángeles, igual que los santos —y hemos visto a San José[5]—, cada instrumento de Dios siempre lleva en sí mismo una parte del amor de Dios por los hombres. Todo instrumento que contempla a Dios, que ve en Él ese amor, si lo reconoce, automáticamente comienza a colaborar con Dios por amor a los hombres. Fijaos cómo esto también vale para nosotros. Si estamos verdaderamente unidos a Cristo, si lo hemos comprendido, si comprendemos la Santa Misa, nace en nosotros el deseo de colaborar en la salvación de los hombres.
Cada instrumento ama con el amor de Dios y, por lo tanto, si ama con el amor de Dios, todo instrumento es un amor libre. ¿Qué significa libre? Nunca es un amor guiado por intereses, guiado por una necesidad, guiado por un beneficio. Ellos aman y basta, aunque no reciban nada a cambio. Aman porque aman a Dios y porque ven que Dios ama, y aman con el mismo amor. Nos aman a nosotros como hermanos y desean entrar en comunión con nosotros, pero solo por amor, no por necesidad. Es cierto que en el proyecto de Dios está previsto que nosotros y ellos llevemos a cumplimiento, pero no es una necesidad, es siempre el querer servir el pensamiento de Dios.
Creo que para nosotros, contemplar este amor, sea el de los hermanos fieles como el de los Arcángeles, como el de María Santísima, San José —y, por supuesto, el del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo—, contemplar este amor necesariamente tiene que despertar en nosotros el deseo de conocerlo, necesariamente tiene que crecer también en nosotros este amor, este conocimiento. Y entonces creo que, en consecuencia, comprender el verdadero sentido de la Navidad, el verdadero sentido de la Redención, comprender los tiempos en que vivimos, comprender por qué hablamos de Iglesia de Jesucristo del Universo, por qué hablamos de estar unidos a la Corredentora, por qué hablamos de los últimos tiempos, de la segunda venida de Jesús y de ayudarlo en este intentar recuperar lo que es posible recuperar, aumenta el amor por la creación, por el bien, por lo bello, y creo que todo ello es la consecuencia natural de la contemplación del amor de Dios.
Así pues, una vez más, a María Santísima, a los hermanos fieles, a toda la Iglesia, pedimos su bendición, para que se abran en nosotros, en nuestro espíritu y en nuestra alma, las puertas para buscar a Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
[1] Ver desde la pág. 247 a la pág. 252.
[2] Ver desde la pág. 101 a la pág. 104.
[3] Ver desde la pág. 141 a la pág. 148.
[4] Ver desde la pág. 125 a la pág. 138.
[5] Cfr. Reflexión de Mauro publicada en este sitio web el 12 de diciembre de 2025, “6. En camino hacia el encuentro con Cristo Jesús”.
