Queridos hermanos y hermanas,
Quiero expresaros mis más sinceros deseos, al acercarse las grandes fiestas navideñas.
Los tiempos no son fáciles para nuestra humanidad, que parece haber perdido el camino de la paz y de la alegría.
A pesar de los bonitos discursos sobre el amor y los regalos que las personas intercambian en Navidad, en el corazón de muchos permanece siempre un fondo de inquietud y preocupación por el mañana.
Para nosotros cristianos, sin embargo, no debe ser así: el nacimiento de Jesús, que recordamos cada año, anuncia el inicio de una historia nueva y de la alianza eterna entre Dios y nosotros.
El Reino de Dios, anunciado por los antiguos profetas e inaugurado por Jesucristo, es un Reino eterno que nunca tendrá fin.
Ningún poder enemigo podrá impedir jamás su plena realización.
Todos estamos en camino hacia la nueva creación, comprometidos en la misión personal y comunitaria de preparar la manifestación gloriosa de Jesús, en comunión con toda la Iglesia del Universo. Nos esperan grandes acontecimientos, a pesar de las inevitables pruebas de la vida, porque el Señor está trabajando para prepararnos un futuro de paz y de alegría.
No nos dejemos engañar, pues, por los acontecimientos del mundo, que parecen anunciar solo desgracias, sino más bien avancemos con paso seguro hacia la meta, basando toda nuestra seguridad no en las palabras vanas de los hombres, sino en las promesas de Dios.
Os doy gracias por cada uno de vuestros pasos y os bendigo de todo corazón, deseándoos a vosotros y a vuestras familias todo lo mejor.
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos.
Stefania Caterina
