Queridos lectores:
Hace poco hemos concluido el tiempo pascual con la solemnidad grande de Pentecostés, y hemos transcurrido también por la gran solemnidad de la Santísima Trinidad. Y es justamente el día siguiente a la celebración de la Santísima Trinidad que Jesús me ha dictado el mensaje que sigue, y que explica como llegar a conocer a Dios y el misterio de su vida trinitaria. Todo se concentra en la persona de Jesucristo y no podía ser de otro modo. El es el Camino, la Verdad y la Vida; Solo a través de El, luz del mundo podemos penetrar el gran misterio de la Santísima Trinidad y conocer a Dios como El es. No se trata de un conocimiento racional sino de un conocimiento profundo que nace del amor y de la entrega a Dios. Recibámoslo como un regalo, un talento que debemos hacer fructificar. (1).
Os auguro de corazón que podáis conocer y amar siempre más a Dios Trino y Uno, que os ama más allá de toda nuestra esperanza. Os saludo con afecto y pido para vosotros toda bendición en Cristo.
MENSAJE DE JESÚS del 20 de junio de 2011
“ Os bendigo, hijos, y deseo hablaros hoy del gran misterio de la Santísima Trinidad que ayer, justamente habéis recordado en la Liturgia. Es el misterio por excelencia, que muchos han tratado de penetrar a lo largo de los siglos, sin conseguirlo. ¿por qué? Porque no se puede penetrar este gran misterio con la fuerza de la razón. El tiene que ser acogido, simplemente, en el espíritu, sin discusión- Esto no quiere decir, sin embargo, que no debáis comprenderlo; al contrario, estáis llamados a entrar en el misterio de la Santísima Trinidad, no por vosotros mismos, sino por medio de ese conocimiento sublime, que Dios concede a aquellos que lo buscan con corazón simple y sincero. Deseo explicaros algunas cosas para ayudaros a comprender. Os indicaré algunos puntos que os serán útiles para reflexionar y para acercaros al misterio de Dios Trino y Uno, cuya vida llena el universo.
- Sabed, sobre todo, que el misterio de la Santísima Trinidad se revela en la vida que se regala. No se trata de algo oscuro e inexplicable, reservado a unos pocos. No, hijos, el misterio de Dios no es otro cosa que el revelarse de la vida que se os regala. En Dios abunda la vida, y está a disposición de toda criatura que la desee en sí misma. El misterio de la vida permanece oculto al hombre, sólo si éste no entra en relación profunda con Dios, que es la fuente de la vida. Pero si el hombre ama a Dios y se entrega a El con fe, entonces recibe la sabiduría para comprender la vida divina. He aquí entonces que el misterio resulta luz, porque la vida de Dios es luz.
Todos vosotros estáis llamados a comprender qué cosa es vuestra vida y qué valor inestimable ella encierra, no sólo para vosotros mismos, sino también para vuestro prójimo. Ella es la irradiación de la vida divina, obra del amor infinito del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que imprimen constantemente en vosotros las leyes divinas que os guían al bien. Más estáis unidos a Dios más os serán claras sus leyes, y el misterio de la vida trinitaria se abrirá con naturalidad delante de vosotros. Entonces conoceréis la tres Personas divinas, las percibiréis actuando en vosotros, gustaréis su presencia y su amor.
Como Dios se regala a vosotros, también vosotros estáis llamados a entregaros a El. ¡Tantas veces os he hablado del ofrecimiento de vuestra vida a través del Corazón Inmaculado de mi Madre! También hoy os repito que no lograréis gustar la vida en plenitud, si la mantenéis en vuestras manos. Ninguna criatura está en condiciones de dirigir la propia vida según las leyes de Dios, si no se ofrece a Dios. Entregar la vida a Dios significa permitirle transformar vuestra existencia, modificar los comportamientos negativos que os condicionan, y renovar vuestros pensamientos. En una palabra: quiere decir pasar de la muerte a la vida, del no-ser al ser, pleno y perfecto. No temáis, porque si Dios os pide alguna cosa es solamente para daros en cambio algo mejor. Si le entregáis vuestra vida, quizá débil y enferma, la volveréis a recibir íntegra y perfecta, así como era cuando salió de sus manos, como era antes que las experiencias negativas de la vida, y vuestras elecciones equivocadas la debilitaran. Os invito entonces otra vez a reflexionar y a decidir entregaros sinceramente a Dios.
- El misterio de la Santísima Trinidad se revela en el amor que se comunica.
Dios sale continuamente de si mismo para entregarse. El Padre ama al Hijo, se entrega a él y lo manda a vosotros; en su nombre, recibís del Padre al Espíritu Santo. El Hijo ama al Padre y se le ofrece a sí mismo; cumple la obra sanadora de la redención, eleva continuamente la creación íntegra al Padre en la potencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ama al Padre y al Hijo y es amado por ambos; de entrambos desciende y toca con su amor toda la creación; su amor alcanza todos los rincones del universo y a todas las criaturas. Toca más profundamente al hombre, se revela a su espíritu; después retorna al Padre y al Hijo. Esta espiral de amor entre las tres Personas divinas, que es incesante y envuelve todas las cosas creadas es el vórtice trinitario,(2) mediante el cual la Santísima Trinidad actúa en la creación y en el hombre. En cada uno de vosotros, la acción de las Tres Personas se repite de manera idéntica: el continuo intercambio de amor y entrega entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y su acción en vuestro espíritu, genera en vosotros el vórtice trinitario, del cual recibís vida y bendición.
Si aceptáis ser absorbidos por el vórtice del amor trinitario que opera en vosotros y en torno a vosotros, entráis plenamente en el misterio de la Santísima Trinidad y comprendéis la esencia misma, que es amor. Podéis lograr esto mediante la vida ofrecida a Dios en la fe, en la esperanza y en el amor. No se precisa ser muy inteligentes y eruditos, porque un corazón simple, que ama a Dios entra en el misterio de Dios. Sabedlo, que el deseo más grande de la Santísima Trinidad es el de dejarse conocer y amar por el hombre. Y si el hombre, a su vez, desea ser conocido y amado por su Creador, el amor de Dios y el del hombre se encuentran, para unirse en la recíproca entrega. Esto abre vuestro ser al verdadero conocimiento de Dios, que está muy por encima de la ciencia humana y de cualquier estudio teológico sobre la Santísima Trinidad.
- El misterio de la Santísima Trinidad se revela en la luz que os ilumina. Dios os regala su luz que es fuerza e inteligencia; ella descubre a vuestros ojos el sentido de la vida e ilumina los pasos que debéis cumplir hacia el bien. Dios es luz infinita,(3) y con su luz os atrae hacia sí, os circunda y os envuelve, a fin de que lo podáis conocer. La luz de Dios no es una imagen poética sino que es una fuerza de naturaleza espiritual y física que lleva en sí misma la vida, porque es vida. Dios desea regalaros su luz. Si estáis dispuestos a acogerla, comprenderéis profundamente quién es Dios, y qué cosa puede El hacer por vuestra vida. Esta luz os revelará plenamente la acción trinitaria, más allá de los límites de vuestra naturaleza humana. La luz de la Santísima Trinidad, en efecto, tiene el poder de elevar vuestra inteligencia interior, hasta hacerle tocar las vetas más altas, independientemente del grado en que estéis de conocer racionalmente. El conocimiento interior no tiene nada que ver con el conocimiento escolástico e intelectual, porque nace de vuestro espíritu, que es creado para conocer y amar a Dios. El sabe cómo despertar este conocimiento, con la condición de que le permitáis hacerlo.
- El misterio de la Santísima Trinidad se revela en la comunión. Las Tres Personas de la Santísima Trinidad viven entre ellas la comunión perfecta; este es el modelo que debéis seguir en vuestra relación con Dios y entre vosotros. ¿Qué es la comunión? No es un simple relación de afecto o de amistad; ella implica la capacidad de entregarse a sí mismo por los demás y no la simpatía o la simple compasión. Por esto, si aceptáis entregarle la vida a Dios, podéis entrar en comunión con El..Si entregáis la vida a Dios por el prójimo, sois capaces de vivir la comunión con el prójimo.
Esta comunión forma el pueblo de Dios. Este no es simplemente un conjunto de personas que buscan un ideal común, sino que es un cuerpo, cuyos miembros están profundamente unidos entre ellos y reciben y entregan la misma vida que viene de Dios No les interesa la propia retribución, en una búsqueda egoísta del bienestar, antes bien se ofrecen a sí mismos a Dios los unos por los otros, para llegar juntos a conocer a Dios, el sumo Bien, del que desciende la felicidad. Sí, hijos, la felicidad no os llega nunca por sí misma, ni se busca por sí misma.
Ella es fruto del Espíritu Santo, y deriva de la sincera entrega a Dios y a los demás, No seréis nunca felices si buscáis la felicidad como un fin en sí misma, sirviéndoos de cualquier método humano. Lo seréis en cambio, si buscáis a Dios, del cual brota la plenitud de la vida, que es la verdadera felicidad.
La comunión auténtica os revela en plenitud el misterio de la Santísima Trinidad, porque la entrega recíproca, que es fuente de comunión es la esencia misma de la vida que discurre entre las Tres Personas Divina. Por eso la comunión de los santos pone en evidencia la acción de la Santísima Trinidad, y es una fuerza inmensa que actúa en el universo. Cuando os ofrecéis sinceramente a Dios, el Espíritu Santo os une en comunión con María Santísima, los ángeles, los santos, los justos de todos los tiempos que viven en el corazón de Dios. Unidos en esta comunión vosotros manifestáis al universo entero, a los vivos como a los difuntos, el amor y la potencia de Dios Trino y Uno y comprendéis siempre más el misterio de la Santísima Trinidad que es amor
- El misterio de la Santísima Trinidad se ha revelado plenamente en Mí. Lo que les dije a mis contemporáneos, os lo digo también a vosotros: he venido a la Tierra como un pastor bueno para apacentar a mi rebaño y darles la vida a mis ovejas. He venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia,(4) ¿Qué vida? No ciertamente la que os propone el mundo, sino la vida de la Santísima Trinidad. Si me amáis y deseáis seguirme en mi camino, que no es fácil pero es seguro encontraréis la vida. Podréis finalmente saciar aquella sed de amor que os atormenta, y que no lograsteis nunca satisfacer, y que tantas veces os lleva por sendas tortuosas y equivocadas. Yo soy el amor que se entrega a vosotros. Soy la luz que el Padre ha mandado al mundo para mostraros el camino verdadero. Soy el Maestro que no engaña, el amigo que no traiciona, el compañero que no hiere. Soy la semilla de la vida que germina dentro de vosotros, si mi acogéis y queréis compartir conmigo el camino en esta vida y más allá de esta vida, porque Yo no os dejo ni siquiera después de la muerte. Mi amor os sigue siempre y a todas partes.
¡Tantas veces me pedís que os ayude a amarme más, y hacéis bien! Pero hoy soy Yo quien os pide una cosa: os pido que os dejéis amar por mí hasta el fondo. ¡Dejaos amar por mí! No tengáis miedo de mostrarme vuestras heridas, yo soy el Médico que os cura. No doy vuelta la cara frente a vuestras llagas; ya las he cargado sobre mí; ¿no os acordáis? Sobre la cruz he llevado vuestras heridas y las he curado con el bálsamo de mi amor. ¿Deseáis hacer algo por Mí? Entonces, permitidme hacer algo por vosotros.
El Padre me ama y me ha mandado al mundo con la potencia del Espíritu Santo que opera en Mí y conmigo. Me ha enviado para que os revelase la vida de la Santísima Trinidad, que es la vida verdadera y eterna y para introduciros en esta vida. Yo amo al Padre y le doy testimonio; os uno a mí para conduciros a El. El Espíritu Santo me ama y me rinde testimonio, os comunica mis pensamientos, reza en vosotros. Os une a sí mismo para traeros a mí, para que yo os una al Padre. ¡He aquí la maravillosa obra de la Santísima Trinidad en vosotros! Es una acción incesante y poderosa, es el vórtice del amor sublime y purísimo, que muchos sin embargo no conocen porque lo rechazan.
Podéis conocer a Dios Trino y Uno solamente si me conocéis a Mí, porque yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.(5) No os es dado otro camino para llegar al verdadero Dios. El conocimiento, si es auténtico, es siempre amor; no se conoce sino aquello que se ama. Por eso no podéis conocer a Dios Trino y Uno si no me amáis a Mí, si no me reconocéis como Hijo de Dios y vuestro Salvador. No podéis amar a Dios sin Mí; y si no lo amáis no lo conocéis. Cuanto más unidos estéis a Mí más amaréis al Padre al Hijo y al Espíritu Santo. Conoceréis a la Santísima Trinidad y su vida explotará en vosotros, dará fruto duradero, será un verdadero testimonio de resurrección, aquel que el mundo espera de los hijos de Dios.
Veréis entonces, que la vida en Dios es simple, porque Dios es simple. El ama y se deja amar, goza de vuestro bien, os ayuda cuando sufrís, os perdona cuando os equivocáis. Haced también vosotros así, hacedlo con vosotros mismos y con vuestro prójimo.
Esta es la vida de Dios, Este es el gran misterio que envuelve el universo, el de la Santísima Trinidad; el no es otra cosa que vida y amor. Entrad en esta vida a través de mí y comprenderéis este gran misterio; os lo prometo.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
(1) cfr. Mt, 25, 14-30
(2) He hablado extensamente del vórtice trinitario en el libro “Más allá de la gran barrera” cp. 1 y 12
(3) Cfr. 1 Jn. 1,5
(4) Cfr Jn, 10.10
(5) Cfr Jn. 14,6