Os enviaré el Defensor, el Espíritu de la Verdad

Queridos lectores:

Nos encontramos yendo a la finalización del año 2011 y al comienzo del 2012. Jesús, en este mensaje,  concluye un ciclo y abre uno nuevo.

¿Qué ciclo concluye? Hasta aquí nos ha guiado de la mano y nos ha indicado el modo de caminar  tras de él. El tiempo de la preparación, de su parte, está terminando. Por enésima vez  nos invita a entregarle a él nuestra vida a través del Corazón Inmaculado de María, y nos invita a hacerlo rápido, mejor aún, rapidísimo, para no quedar separados de él y permanecer solos, incapaces de enfrentar los acontecimientos  que nos esperan en el próximo año.

¿Qué escenario nos abre Jesús para el año 2012?  Nos revela  que el Padre ha decidido  comenzar su intervención a favor del universo entero, a fin de que todo  llegue a ser  una creación nueva. Quien esté abierto a Él, será transformado. Quien lo rechace será dejado de lado. Lucifer, que es la fuente de la corrupción, y cuantos lo han elegido, están destinados a ser separados de los hijos de Dios

“El Padre intervendrá a través de mí, porque el Padre actúa siempre por medio del Hijo, en la potencia del Espíritu Santo”  dice Jesús en el mensaje. ¿Por qué por medio del Hijo y no por medio de otros?  Porque “por medio de El Dios ha creado todo; sin él no ha creado nada” (Jn.1,3)  Quien cree en él y lo acoge, recibe la gracia de resultar hijo de Dios.  En el Hijo, unidos místicamente a él, somos hijos ( Jn.1,12) y entramos definitivamente en la plenitud de la vida de Dios.

El año próximo, como leeremos en el mensaje,  tendrá lugar “un duro enfrentamiento entre Lucifer y Yo”, afirma Jesús. Con Jesús estará el pueblo de la Tierra y todos aquellos  que en el universo se unirán a Dios.  De la Tierra debería partir  una chispa capaz de inflamar todo el universo. “En el año que nos espera, actuaré profunda y silenciosamente en el espíritu de cada hombre de buena voluntad y lo atraeré a mí; me formaré así una Iglesia finalmente íntegra y fuerte, que no conocerá compromisos con el mal”  dice Jesús.

Así como el Espíritu Santo fue mandado sobre Nuestra Señora y sobre los apóstoles, en el comienzo de la Iglesia, así será regalado en este tiempo a cuantos se adhieran a la obra de Cristo. Se producirá una potente acción del Espíritu Santo en los hombres y entre los hombres para purificar todo hasta el fondo.,para separar el bien del mal y alejar este último de los hijos de Dios para siempre.

Quien se  una a Cristo, será guiado, protegido y sostenido por el Espíritu Santo. Solamente en el Espíritu Santo que escruta la   profundidad del hombre y de todo ser viviente  puede uno  adherirse a Cristo. El hombre tendrá la posibilidad de discernir el bien y el mal, de escoger el bien y rechazar el mal. Vivirá en todo su su ser y su obrar, según las leyes del  puro Espíritu, sin cargar consigo ni siquiera una sombra de falsedad.

Jesús ha prometido que el Espíritu Santo nos hablará y nos guiará, en modo particular, también  a través de este sitio. Por esto os  pido que recéis por mí, para  que yo sea un instrumente dócil y dispuesto a transmitiros fielmente lo que recibiere.

Os auguro que   podáis elegir a Jesucristo en el Espíritu Santo,  y os acompaño con mi entrega, y con la de todos aquellos  que se entregan a Dios en este tiempo.

Os bendigo en Cristo.

 

Mensaje de Jesús del 23 de setiembre del 2011

 

“Queridísimos hijos: hemos llegado al término de un año que hemos recorrido juntos. Os he tomado de la mano, como a niños, en este año,  para enseñaros que Dios es amor y verdad y que cuida de cada uno de vosotros. Os he pedido tantas veces que me entreguéis vuestras vidas a través del Corazón Inmaculado de mi Madre, para que os pueda transformar en criaturas nuevas, e introduciros de este modo en el reino de Dios, la nueva creación que os espera. Os he explicado  que es mejor vivir según las leyes de Dios, que son fruto de su amor, antes que seguir vuestro egoísmo. Os he explicado muchas cosas, sobre las cuales os invito a reflexionar, y mucho os será dicho todavía.

El año que viene será denso de sucesos importantes para vuestra humanidad y para todo el universo. Será el año de la decisión, para cada uno y para todos.  El Padre espera un salto de cualidad en sus hijos, una seriedad y una madurez en todos aquellos que creen en Él, y me acogen como Hijo de Dios y Salvador. Las cosas que os he dicho a  propósito del futuro de mi pueblo,(1) comenzarán a realizarse en el espíritu de cuantos están  preparados a dejar lo que ya es viejo y revestirse de la novedad de Dios.

 

Mi acción se intensificará en todos los niveles, y abarcará al universo entero. Nada podrá permanecer indiferente  frente a mí.  Los hombres  y la creación entera deberán reconocerme  y acogerme como Hijo de Dios, el único a través del cual es posible salvarse.  Salvarse ¿de quién, de qué cosa? De Lucifer, que es el verdadero antagonista del Bien, aquel que se opone a Dios con todo su ser.

También Lucifer estará obligado a revelarse delante de los hijos de Dios, porque hasta hoy se ha camuflado e infiltrado por todas partes, también en mi Iglesia, mostrándose bajo las vestiduras más variadas. Así ha capturado en sus redes hombres ambiciosos y de poca fe, ha sembrado el desánimo y la desilusión en los buenos, en aquellos que se esfuerzan en vivir honestamente y según las leyes de Dios. Sobre la Tierra, en modo particular, Lucifer ha reinado imperturbado en muchos corazones y ha esclavizado vuestra humanidad.  Os ha seducido a tal punto,  que muchos de vosotros  no saben más distinguir el bien del mal y  toman la verdad por mentira y la mentira por verdad. Os ha nutrido con embustes y con miedo,  que son los signos inconfundibles de su presencia y de su obra.

 

Lucifer  os ha tenido en un puño por medio de sus perversos adoradores, que están en el vértice del poder sobre la Tierra;  estos son verdaderos hijos de las tinieblas, sanguinarios  y engañadores. Le han ofrecido a Lucifer su vida, sellando con él un pacto de sangre, y han tratado de instalar sobre la Tierra el reino de las tinieblas, que se opone al reino de Dios y que ellos llaman el nuevo orden mundial. Como sobre la Tierra  nació mi Iglesia,  primera célula del reino de Dios, así sobre la Tierra nació también la iglesia  de Lucifer, la iglesia negra, su pueblo tenebroso, que es la primera célula de su reino. Desde el inicio de vuestra historia, Lucifer ha escogido un número restringido de personas que se han consagrado a él, para gobernar la Tierra. Hoy sucede lo mismo, porque la consagración a Lucifer está bien presente en vuestra humanidad desde siempre. En todos los tiempos, un  puñado de hombres ha esclavizado vuestra humanidad, más allá  de aquello que podíais ver y comprender. Vuestros sistemas políticos, económicos, sociales, etc. giran en torno de pocas personas  que los utilizan a su placer.

Así, mientras pensáis que vivís en países libres y democráticos,  vivís en realidad en una suerte de jaula invisible: sobre la Tierra, ningún poder puede estar por encima de aquel de la casta que pertenece a Lucifer.

Mucho más arriba de aquellos que os gobiernan, y que podéis ver, están otros que no veis y que tejen sus oscuras tramas. Se hacen llamar iluminados, porque se consideran llenos de luz, en cuanto adoradores de Lucifer, que fue ángel de luz, antes que traicionara miserablemente a Dios. Estáis gobernados por estos personajes, que viven y actúan en la sombra, camuflados como su padre, preparados, como serpientes a morder a quienquiera se acerque y pruebe a meter la mano en su escondrijo.

Estos están en los vértices también de la iglesia de lucifer, que es su pueblo. Además de los iluminados, pertenecen a la iglesia de Lucifer todos aquellos que, voluntariamente y en pleno conocimiento, rechazan a Dios Trino y Uno y blasfeman su nombre, reconociendo a Lucifer como único dios. A cambio obtienen favores y privilegios,  y son colocados a la cabeza de los pueblos y de sus riquezas. Así trabaja Lucifer: promete todos los reinos del mundo, como me los prometió a mí,(2) aprovechándose de las ambiciones y de la avidez de quien se consagra a él. Dinero, sexo, riquezas y poder están en sus manos y él las concede a quien quiere.

Dios no os promete nunca nada de esto, porque el reino de Dios no está hecho de las cosas terrenales, de dinero, de alimentos o de placeres, sino de las riquezas del Espíritu. Dios no os  promete los bienes materiales sino el verdadero Bien,  que es su vida, y en ella está todo aquello que precisáis para vivir más que dignamente.

Quien está en mi Espíritu desea las riquezas del Espíritu. Quien está con Lucifer  desea los reinos del mundo y para obtenerlos,  no duda en venderse a si mismo y en aniquilar todo aquello  que obstaculiza sus proyectos. Cuantos  actúan de este modo llegan muy alto; cuanto más corruptos son más  aclamados son por las masas. Cuanta más riqueza poseen, son considerados más meritorios y capaces, porque a vuestros ojos es importante aquello que se tiene, no aquello que se es. Los pequeños, los pobres, los honestos, los débiles,  son considerados  una nada, obstáculos que eliminar. Los hombres de la Tierra, la mayor parte sordos a la voz de Dios, se dejan fascinar rápidamente por las voces engañadoras de oscuras sirenas, detrás de las cuales está Lucifer que se ríe  de vuestra ingenuidad.

Mi Padre ha tolerado hasta hoy la situación de vuestra humanidad.  Los sacrificios de tantos pequeños, indefensos  y esclavizados por el mal, han desviado su ira de la Tierra. Dios nunca ha deseado estos sacrificios,  como piensan los tontos.  Los ha tolerado, respetando vuestra libertad, pero los ha transformado  en un holocausto de salvación.  ¡Podéis darle las gracias a  estas víctimas inocentes, que vosotros llamáis los últimos, pero que el  Padre ha acogido como verdaderos mártires,  si la Tierra existe todavía!

Para ayudaros, el Padre me ha enviado  a la Tierra, y yo he venido para destruir el reino de Lucifer e introduciros  en un reino nuevo, el reino de Dios. Por esto he fundado la Iglesia,  para disuadir a esta humanidad del mal y mostrarle el camino del retorno a Dios. Sabéis bien cómo fui recibido  en la Tierra: me crucificaron  pensando  que le rendían un culto a Dios. He mandado a mis  apóstoles, a mis santos, a mis profetas: han hecho con ellos lo que quisieron, y muchas veces lo hicieron en nombre mío.  He mandado a mi Madre; muy pocos la escucharon; muchos han blasfemado y blasfeman su  santo nombre.  Lucifer continúa echando su aliento sobre vuestra humanidad, estáis impregnados de su  hálito mortal. Vivís en la degradación y en la corrupción, el nivel de vuestra civilización es el más bajo del universo. Esto se lo debéis a los hijos de Lucifer que os gobiernan y ensucian vuestra conciencia, en la indiferencia generalizada. Pueden hacerlo porque estáis alejados de Dios y nadie os puede defender; porque también los cristianos son débiles, ocupados en las cosas del mundo más que en las de Dios. Mi Iglesia, no obstante la santidad de muchos fieles, es débil en la fe, y manchada por dentro  por muchas impurezas; por añadidura muchos cristianos no admiten la existencia del demonio.  De esta forma mi Iglesia no logra enfrentar adecuadamente la iglesia de Lucifer. Efectivamente, los sistemas perversos que os oprimen solo pueden ser vencidos  con la fe en mí. Solamente mi Nombre puede salvaros, porque Lucifer no puede nada contra mí.

¿Qué sucede en la Tierra? Los hombres no piensan en Dios sino en sí mismos; más que en vivir están empeñados en sobrevivir. Creéis que conocéis alguna cosa y en cambio sois mantenidos en la ignorancia de todo; empobrecidos espiritualmente y materialmente, hambrientos o  demasiado hartos, divididos por guerras lacerantes, también entre las religiones. Seguís modelos efímeros y estilos de vida nocivos. Dañáis el planeta explotándolo  con avidez de ganancias. Estáis  aterrorizados por peligros y amenazas de todo tipo, verdaderas o presuntas, que los iluminati  son hábiles en publicitar, para obligar a las masas a comportarse como ellos quieren. Esta es la situación  actual  en la que se mueve vuestra humanidad pero no os dais cuenta. No podéis porque os falta el  conocimiento de Dios del cual deriva todo conocimiento verdadero que  revela los secretos de las tinieblas

Ahora os pregunto: ¿puede Dios, que es Padre, permitir todavía todo esto, mientras sus hijos gimen e invocan su ayuda?  Ciertamente, no puede.  La situación es ya de tal gravedad, que es necesaria  una intervención divina directa,  que imprima un giro definitivo a vuestra historia. Y esto vale para todo el universo; Dios debe reinar como único Señor, mientras que Lucifer debe ir a ocupar  el puesto que merece.   El Padre intervendrá a través de mí, porque el Padre actúa siempre por medio del Hijo, en la potencia del Espíritu Santo.

 

Por esto, os digo que el próximo  año se dará  un fuerte enfrentamiento entre Lucifer y Yo.  En efecto, si es verdad que Lucifer odia a Dios es también verdad que este odio se manifiesta al máximo  en mis enfrentamientos. Esto es, porque como Hijo de Dios, he venido a la Tierra para destruir su reino y fundar el reino de Dios. La lucha cósmica entre el bien y el mal  llega al culmen en el enfrentamiento  directo entre Lucifer y Yo.  Lucifer creía haberme vencido cuando me vio sobre la cruz, pero su satisfacción se transmutó en fracaso  total frente a mi resurrección. La sangre que yo derramé y que lo embriagaba, resultó en su obsesión; por esto busca la sangre de sus víctimas: para vengarse de mí. Atormenta  a los hijos de Dios  como ha hecho con el Hijo de Dios, pero no comprende, en su ceguera, que cuantos se ofrecen a mí, están unidos a mi sacrificio; sus sufrimientos físicos y espirituales,  inmersos en mi cáliz, aniquilan su poder. Lucifer me odia y odia a todos aquellos que me pertenecen; pero no será así por siempre.

En el año que vendrá, daré el poder de enfrentar el mal y vencerlo, a cuantos me aman y me pertenecen; concederé muchas gracias a mi pueblo.  Si estáis preparados para recibirlas y para uniros a mí se formará un gran pueblo que se opondrá a los hijos de Lucifer. Entonces,  desde la Tierra partirá una chispa que inflamará todo el universo, porque mi pueblo dará su testimonio, así como debía haber sido  desde el inicio, y no lo fue. Cada hombre en el universo sabrá  lo que el Padre ha hecho a través de mí, reconocerá la grandeza y el amor de su Creador. Y cuando el anuncio de la salvación haya llegado a todos los pueblos del universo, entonces regresaré y ofreceré a mi Padre la humanidad redimida por mi sangre. Lucifer y los suyos serán separados para siempre de los hijos de Dios.

 

¡Cómo sucederá esto y cuándo?  Será un proceso gradual pero no lento. Será más bien rápido. No  penséis, sin embargo,  que asistiréis a fenómenos maravillosos y no esperéis guerras estelares. En el año que os espera, actuaré profunda y silenciosamente en el espíritu de cada hombre de buena voluntad y lo atraeré a mí. Me formaré así una Iglesia íntegra y fuerte, que no tendrá  compromisos con el mal. Los signos extraordinarios vendrán después a confirmar aquello que habré realizado. Depende de vosotros abreviar los tiempos respondiendo con prontitud. ¡Espero esta prontitud de cada uno de vosotros!

Cada uno es importante  en este plan para recapitular en mí toda la creación.

Buscad comprender bien que la Tierra  tiene una importancia crucial en este tiempo. En efecto, es solamente aquí que fui muerto y resucité; vuestra humanidad ha sido testigo de cuanto he dicho y hecho, y los apóstoles han recibido el mandato  de bautizar en mi nombre a toda persona. Por eso, la humanidad  de la Tierra está  en primera línea para llevar el anuncio de la salvación a cuantos en el universo aún no me conocen. Las humanidades fieles a Dios están preparadas para ayudaros y a colaborar en esta obra, poniendo a vuestro servicio sus capacidades. Pero vosotros debéis decidir ofrecerme vuestra vida y de colocaros a mi completa disposición, con lealtad e integridad.

Si sois muchos  en responder a mi invitación, el próximo año  se formarán muchos núcleos.(3) Serán instruidos por el Espíritu Santo en modo directo. Llegarán a ser una levadura  que hará fermentar la humanidad entera. Si sois pocos en responderme, entonces  mi Padre deberá actuar de forma distinta, porque no puede esperar al infinito vuestras decisiones.  Como os  he dicho, existen otras humanidades en el universo, fieles a Dios y prontas a servirlo. Os invito entonces a poneros a disposición de los planes de Dios  a la brevedad, aprovechando las gracias  que mi Padre os concederá  en el año  que se acerca.

Queridos hijitos, con este mensaje  concluyo, por ahora, mi larga conversación con vosotros.  Es tiempo que el Padre os mande en mi nombre el Espíritu Santo. Lo que les dije a mis apóstoles, os lo digo ahora a todos vosotros: está bien que os deje,  porque de otro modo no vendrá a vosotros el Espíritu de la verdad.(4) El os hará conocer todo aquello que mi Corazón desea, os defenderá  del mal,  de la seducción del enemigo y de toda mentira, porque es el Defensor. Estará siempre con vosotros, y os hablará para instruiros y guiaros, para que estéis preparados a vivir según las leyes de Dios y a desarrollar vuestra misión, aprenderéis a conocerlo y amarlo; él es casi desconocido en mi pueblo, aun cuando es la guía omnipotente e infalible  de cada alma y de la Iglesia.

Os invito todavía, una vez más, a tener fe en mí y a entregarme vuestra vida, a través del Corazón Inmaculado de mi Madre. No estaréis en condición de comprender los acontecimientos de este tiempo, ni de participar en mi obra sin vuestra sincera entrega. Sed por lo tanto firmes en la fe, en la esperanza y en el amor. Sed fuertes, maduros, límpidos y sinceros delante de Dios. Abandonad todo egoísmo, ambición y pretensión. Sobre todo dejad de lado vuestra astucia porque no os servirá de nada. Vivid con simplicidad y amor vuestra relación con Dios Trino y Uno, y decidid con humildad ser sus hijos fieles. No tratéis de hacerlo todo solos, porque los tiempos son duros y peligrosos para quien no está en Dios. Ahora más que nunca os digo que quien quiera salvar la propia vida la perderá.(5) Os prometo  que no se os hará faltar nada, y que estaré siempre con vosotros, si queréis caminar a mi lado. Si venís a mí seréis saciados por mi amor.

Al saludaros, bendigo a cada uno de vosotros, a vuestras familias,  a todo aquello que forma parte de vuestra vida; bendigo a todos los cristianos de la Tierra, y a cada criatura de vuestro planeta, que me es muy querido, a pesar de su infidelidad.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1-      Ver el mensaje de Jesús “El futuro de mi pueblo” publicado en este sitio en Octubre de 2011

2-      Cfr.  Mt.4,1-11

3-      Jesús ha hablado de los núcleos en el mensaje “El futuro de mi pueblo”

4-      Cfr Jn16,7

5-      Cfr. Mt.16,25

 

 

 

 

                                                                                                                                            

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