Queridos lectores:
Como sabéis, Jesús nos ha guiado a través de sus mensajes, comenzando desde el mes de setiembre de 2010. Ha concluido un ciclo con el mensaje del 23 de setiembre de 2011,que se titula: “os mandaré el Defensor, el Espíritu de la verdad”,(1) en el cual, entre otras cosas ha prometido que el Espíritu Santo nos guiará de modo especial. Con el mensaje que sigue, el Espíritu Santo comienza a instruirnos, tal como lo prometido por Jesús.
¿Qué cosa quiere decir esto? ¿Jesús se retira de su pueblo? No, al contrario. Quiere decir que Jesús va a operar en la potencia del Espíritu Santo, y junto al Espíritu Santo, conducirá la humanidad al Padre. Jesús manifestará su poder de Señor del Universo que vive en la gloria del Padre, a donde quiere conducir a la humanidad que este dispuesta a seguirlo. Comienza un camino que llevará la humanidad a un nivel más alto. Esto está muy bien expresado en un pasaje del evangelio de san Lucas que cita al profeta Isaías;
“ El Espíritu del Señor está sobre mí;
Por esto me ha consagrado con la unción
Y me ha mandado a llevar a los pobres la alegre noticia,
A proclamar a los prisioneros la liberación
Y a los ciegos la vista,
A poner en libertad a los oprimidos.
A proclamar el año de gracia del Señor”
¿Cómo cumplirá Jesús todo esto? Con la potencia del Espíritu Santo curará el espíritu corrupto de la humanidad, le dará las fuerzas para que rechace de sí la corrupción y resurja. El Señor podrá hacer esto con el poder del Espíritu Santo, solamente en el espíritu de aquellos hombres que estén dispuestos a dejarse transformar y elevar. Así como Jesús resucitó de la tumba en la potencia del Espíritu Santo, así, con la misma potencia, le será dada a la humanidad la posibilidad de salir de la corrupción.
En el mensaje que sigue, el Espíritu Santo nos lleva a Jesucristo, Señor del Universo y junto a Jesús, al Padre. Nos explica cuál debe ser la actitud que debemos asumir para ser abrazados en la omnipotente acción de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo nos garantiza el fruto de esta elevación: “os aseguro que si la humanidad de la Tierra se arrepintiera, reconociera y aceptara a Jesucristo, ofreciéndose a él, podría cubrir rápidamente la distancia física y espiritual que la separa de las humanidades fieles a Dios”.
El Espíritu Santo, junto a Jesucristo, nos instruirá íntimamente y nos confirmará en la verdad. Le dará a todos los hombres una gran oportunidad para conocerlo; librará a la humanidad de la opresión del espíritu del mal, de las desviaciones, confusiones y seducciones que inundan la Tierra como otras partes del universo.
En el mensaje del 8 de setiembre de 2011 (3) Jesús concluye diciendo:”Dios está preparado. También los instrumentos que El ha elegido para ayudaros están preparados, ahora le toca a cada uno de vosotros”.
Muy queridos lectores: permítanme plantearles algunas preguntas tal como yo me las he planteado a mí misma.
¿Estáis preparados para
* comprender y vivir este proyecto de Dios?
* divulgarlo y testimoniarlo?
* formar los núcleos de personas que estén a su vez, dispuestas a vivir y a testimoniar este proyecto?
La humanidad comenzará a elevarse, también gracias a vosotros, y vuestros ojos revelarán una gran esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios.
La casa editora “Luces del éxodo” estará a vuestra disposición para responder a vuestras inquietudes y para acompañaros con la plegaria, si queréis adherir a este proyecto.
Que el Señor os bendiga y os acompañe
MENSAJE DEL ESPIRITU SANTO del 6- 11-11
¡Os saludo, hijos queridísimos! Os saludo a vosotros que creéis en Dios Trino y Uno, que habéis acogido a Jesucristo, y lo amáis. Vosotros sois hijos de Dios, nacidos del Espíritu y no más sujetos al dominio de la carne y de la materia. Saludo también a aquellos que no creen o que se esfuerzan por creer; también vosotros sois hijos de Dios, pero debéis todavía descubrirlo y comprenderlo para ser felices. Saludo y bendigo a la humanidad entera de la Tierra aprisionada en grandes tribulaciones, pero llamada a resucitar en Cristo, llamada a ser transformada y a entrar en la nueva creación.
Vengo a vosotros porque el Padre me manda, en el nombre de Jesús, a cumplir aquello que me corresponde: enseñaros, defenderos, cuidar en vosotros la vida; esa vida que comunico a todo el universo. Vengo a hablaros de Dios y de las cosas de Dios, de Jesús y de su amor, para que podáis encontrar el camino que conduce a Cristo, y por medio de Él, conocer al Padre.
Si sois dóciles a mis palabras y las ponéis en práctica daréis grandes pasos en el camino espiritual y yo os acompañaré a la plena comprensión de aquello que precisáis para ser criaturas nuevas. No tengáis temor y seguidme, dejadme que os conduzca a las profundidades de Dios.
Comienzo mi conversación con vosotros, partiendo de un punto central, que es este: DIOS ES LA VIDA; todo lo que existe fue creado por Dios, y puede continuar existiendo sólo si permanece en Dios. Quien acepta esta verdad vive en la conciencia y en la libertad de los hijos de Dios. Quien la rechaza, no vive una auténtica vida, y acaba en las tinieblas de la ignorancia y de la esclavitud.
Dios es Trino y Uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo actúan al unísono en su originalidad. Cada una de las Tres Personas cumple una acción específica, que sin embargo confluye en una acción unitaria más amplia, ininterrumpida y sublime, la de la Santísima Trinidad. De tal modo, la obra del Padre se armoniza y se complementa con la del Hijo y del Espíritu Santo, sin superposiciones ni interferencias. La acción trinitaria, que es creadora, redentora y santificadora es la más grande fuerza presente en el universo de la cual extraen su eficacia todas las leyes espirituales y físicas que gobiernan la creación.
La vida de cada uno de vosotros está enraizada en esta verdad: habéis sido creados por Dios y sois criaturas.(4) El no os ha creado para utilizaros, porque no tiene necesidad de nada: Dios se basta a sí mismo. Os ha creado por amor, para haceros partícipes de su inmensa vida y de su gloria. Dios no retiene nunca nada para sí, ni se encierra en sí mismo, sino que deja fluir libremente su potencia. El fluir de su fuerza genera la vida. Dios es la vida y por eso crea; si no crease no sería Dios.
Dios está por encima de todo otro ser, en cuanto que es el Creador; sin embargo no se coloca como un patrón frente a sus criaturas. Por el contrario, es un padre atento que sostiene con amor a todos los seres vivientes, regalándoles todo aquello que necesitan. No solamente: al crear a los ángeles y los hombres, las criaturas más sublimes, les ha regalado el pensamiento, la inteligencia y la conciencia. Ha dispuesto que ellos colaborasen con El, y les confió un servicio importantísimo para el bien de la creación entera. No obstante esto, Dios permanece Dios; su inteligencia y su fuerza están muy por encima de la de todos los seres vivientes.
Estáis llamados a colaborar con Dios, pero no sois como Dios, sois en cambio criaturas limitadas. Dios os ha puesto un límite. Este es el límite estructural o criatural, que cada ser viviente, del más pequeño al más grande, lleva en sí mismo porque es parte de su misma estructura y es lo que distingue netamente la criatura del Creador. Dios ha hecho esto no para humillaros sino para protegeros e impedir que os dañéis a vosotros mismos o a las otras criaturas. En efecto, las leyes que gobiernan el universo son leyes
Poderosas, infalibles y sublimes; solo la inteligencia de Dios puede abarcar su total magnitud y regular su eficacia. Solo el amor de Dios puede hacer que las leyes de la vida trabajen a favor y no en desmedro de sus criaturas. Dios le comunica progresivamente al hombre el conocimiento de estas leyes. Cuanto más fiel le es el hombre a Dios, más inteligencia recibe de su Creador; cuanto más elevado es el espíritu de una criatura, mas conocimiento le concede Dios, como en el caso de los ángeles que son espíritus purísimos.
Dios no es celoso de su sabiduría, al contrario, la concede gustosamente a cuantos son sus amigos. A sus hijos buenos y fieles, Dios les da el poder de comprender y de intervenir sobre las leyes de lo creado, porque ellos actúan sometidos a Dios, en armonía con El, y con amor hacia todas las criaturas. En tal caso el límite estructural no es un obstáculo para el conocimiento. Este es el caso de los hombres de otros planetas, que no han cometido el pecado original (5) y que han comprendido y aceptado que Dios está por encima de todo y de todos. Por eso, permanecen criaturas limitadas con relación a Dios, pero la gracia divina hace de tal forma que el límite estructural no sea un obstáculo en el cumplimiento de su misión, por cuanto son plenamente fieles a Dios y exentos de egoísmo. Sin embargo, el conocimiento del hombre no puede superar nunca el de Dios, porque, como os he dicho, Dios es siempre Dios.
Comprended que el uso equivocado de las leyes de la vida causaría daños inmensos a la creación; la potencia que brota de tales leyes resultaría un arma letal en las manos de quien no las conoce o peor, de quien quiere utilizarlas para su provecho. Nadie puede jugar con las leyes de la vida. Si Dios no pusiese un límite a las criaturas, el universo correría graves peligros.
Es necesario para vosotros entender y aceptar que sois criaturas. Si no lo hacéis, inevitablemente os desviáis al egoísmo y al egocentrismo. Lucifer no ha aceptadazo ser una criatura. Quería ser como Dios; más aún, más que Dios. No aceptó su límite porque no comprendió el amor de Dios ni lo acogió en sí mismo. Ha querido forzar el orden establecido por Dios, yendo más allá de los límites establecidos por Dios, y cayo ruinosamente. Separado de Dios, usó de modo malvado el conocimiento adquirido como ángel, causando la ruina de muchos seres vivientes.
Lucifer engaño a parte de la humanidad, y muchos hombres, entre los cuales vuestros progenitores, se confiaron en él. Esos hombres sabían muy bien que eran criaturas y que no podían ser como el Creador. Pero Lucifer los persuadió para que se rebelaran a Dios, convenciéndoles que de ese modo habrían anulado para siempre sus límites y habrían resultado como Dios. A la par de Lucifer, vuestros progenitores no aceptaron su límite de criaturas, provocándose muchos dolores, a si mismos y a sus descendientes.
Con sus mentiras, Lucifer ha creado en los hombres una imagen falsa de Dios, como la de un tirano que quiere hacer esclavos a sus criaturas. Ha inducido a vuestros progenitores a aliarse con él para obtener el conocimiento que los hubiese igualado a Dios.
El engaño de Lucifer se extiende aún hasta hoy, porque aún ahora, muchos de vosotros no aceptan que fueron creados y que son criaturas limitadas. Se confían en el demonio con tal de remover sus límites y ser fuertes y vencedores. Creen, de esta forma, poder dominar el universo y a las criaturas y violan constantemente las leyes de la vida. Los daños que provocan con su comportamiento los tenéis a la vista: sufrimientos, enfermedades, catástrofes naturales y espirituales de todo tipo, que os afligen y os atormentan.
Después del pecado original la humanidad se ha dividido: una parte permaneció fiel a Dios, la otra no. Vuestros hermanos del universo que permanecieron fieles, se han confiado totalmente en Dios, han creído en su amor y en su bondad y han progresado en el conocimiento de forma admirable, en todos los campos. Su nivel de civilización está muy por encima del vuestro, pero ellos continúan sintiéndose criaturas, limitadas y necesitadas de la ayuda de Dios, de su fuerza y de su inteligencia; son dóciles y sinceros, por eso obtienen de Dios una comprensión de la realidad que se amplía continuamente.
La parte de la humanidad rebelde, comprendida la vuestra, ha seguido obstinadamente rechazando al verdadero Dios. Sobre la Tierra, vuestros progenitores, aliados con Lucifer, lo han adorado directamente o bajo la imagen de falsos dioses, para obtener lo que tanto deseaban: el conocimiento que los habría vuelto como Dios. ¡Pobres hombres! Roto el vínculo con el verdadero Dios quedaron de toda forma como frágiles criaturas; las promesas de Lucifer no se cumplían, en cambio, en vez de devenir como Dios vuestros progenitores acabaron bajo el yugo del demonio.
Vuestra humanidad precisaba alguien capaz de romper el yugo de Lucifer y de indicarle nuevamente el camino justo. Precisaba un libertador capaz de anular la antigua culpa y de reactualizar la relación con Dios, un Testigo que hablase de modo auténtico de la vida divina. Os hacía falta un Salvador. Había sido prometido a vuestros padres, inmediatamente después de su caída, y el Salvador Jesucristo, Hijo de Dios, vino a la Tierra. Aquí se encarnó, murió y resucitó, una vez para siempre, a favor de todos los hombres del universo.
La venida de Jesucristo a la Tierra ha marcado un giro decisivo y definitivo en la historia de la humanidad presente en todo el universo.
Decisivo porque:
- Jesús se ha manifestado como único CAMINO que conduce al Dios verdadero, y ha cancelado los caminos tortuosos del Mal, ha confundido todas las estrategias del demonio dirigidas para engañar al hombre.
- Ha venido como VERDAD y ha revelado la realidad de Dios y las mentiras de Lucifer mostrándolas a los hombres `por lo que son.
- Se ha presentado a sí mismo como VIDA, anulando el poder de la muerte que es el grado máximo de la corrupción, el fruto más amargo del pecado original. La muerte existe, todavía, es verdad, pero no será así por siempre: al final de los tiempos deberá ceder paso a la vida sin fin, porque Jesús murió y resucitó y le ha quitado a la muerte el poder de aniquilar al hombre. El hombre teme la muerte y de este miedo se originan todos los otros miedos. Lucifer ha sabido utilizar a su ventaja el miedo del hombre ante la muerte. El límite más grande de la criatura es justamente la muerte; Lucifer ha culpado a Dios de la muerte de los hombres y le ha prometido volverlos inmortales, a cambio de su alianza. Con su muerte y resurrección, Jesús le quitó a la muerte el poder de aterrorizaros. Ahora sabéis que en El podéis transponer la barrera de la muerte, y que ella no es eterna: no puede tocar vuestro espíritu; toca vuestros cuerpos, hasta cuando al final de los tiempos resucitéis, y la muerte será aniquilada para siempre.(6)
La venida de Jesús ha introducido a la humanidad en la fase definitiva de su historia porqué:
- a partir de Jesucristo la humanidad se ha encaminado hacia el final de los tiempos, que no significa una catástrofe, sino la realización de los planes de Dios y el final de las cosas antiguas y el inicio de una nueva realidad; y la transformación de la humanidad y de todo lo creado, a imagen de Cristo glorioso, que ha traspasado toda barrera, incluida la de muerte.
Vuestra pertenencia a Jesucristo y la sincera entrega a él, son la garantía de una vida transformada y victoriosa sobre el mal, de un camino seguro al conocimiento de Dios y de la realidad tal como es en Dios. Jesús ha abierto delante de cada uno un espacio nuevo, un ángulo visual exacto, desde el cual es posible captar la acción de Dios y haceros participar, no como esclavos que siguen órdenes, sino como hijos. Aceptando morir y resucitar por vosotros, ha saldado vuestra deuda delante del Padre, os ha vuelto sus hermanos e hijos de Dios. Ahora, podéis estar cara a cara con Dios, sin temor y mostrar abiertamente vuestra dignidad y grandeza para desarrollar eficientemente la misión que os está confiada, la de sostener, junto al Creador, la vida del Universo
Sí, es vuestra vida, que unida a la de Dios sostiene la creación entera , si sois capaces de sumergir vuestro ser en Dios reconociéndoos sus criaturas
¡La vida de cada uno de vosotros es insustituible en los planes del Creador!
Jesucristo fue obediente al Padre hasta la muerte. Haciéndose hombre aceptó tomar sobre sí los límites de las criaturas, excepto el pecado, lo llevó sobre la cruz y lo venció con la resurrección. (7)
Con su sacrificio Jesús ha reubicado vuestra situación a la par con las humanidades que permanecieron fieles desde el inicio. También vosotros, si acogéis y amáis a Jesucristo y le entregáis sinceramente la vida podéis sobrepasar vuestro límite. Podéis llegar al conocimiento de Dios y de la realidad, y comprender las leyes del Espíritu que gobiernan la vida. Aunque la diferencia de conocimientos entre vosotros y vuestros hermanos fieles del universo es muy grande, sin embargo, vosotros y ellos tenéis las mismas oportunidades, porque sois todos hijos de Dios que tienen paridad de dignidad delante del Padre. Es preciso, sin embargo que aceptéis pertenecer a Jesucristo y por medio suyo, al Padre en la potencia del Espíritu Santo. Os aseguro que si la humanidad entera de la Tierra se arrepintiera, reconociera y aceptara a Jesucristo, ofreciéndose a El, podría cubrir, rápidamente, la distancia física y espiritual que la separa de las humanidades fieles a Dios-
Muchos de vosotros se preguntan qué hacer para pertenecer verdaderamente a Cristo. Os respondo que es preciso entregarle a El la vida. Sólo el ofrecimiento de vuestra vida os coloca plenamente en la vida de la Santísima Trinidad. Os explico porqué: la entrega de vosotros mismos a Jesús os permite confiarle a El vuestro límite de criaturas. Jesús lo asume sobre sí mismo y lo sumerge en su muerte y resurrección, uniéndoos estrechamente a sí mismo, para elevar su entrega y la vuestra a Dios Padre, el cual os acoge con Jesús y me manda a vosotros. Yo desciendo a santificar vuestra entrega, uniéndoos aún más al Hijo. Entonces, desde el Corazón de Cristo fluye en vosotros su vida y su potencia, victoriosa sobre la muerte. Así, de victoria en victoria veréis transformarse todo vuestro ser, porque el hombre material, que es la parte dominante en vosotros, cede gradualmente el puesto al hombre espiritual que está en vosotros, pero que debe ser despertado por el amor y por la acción de Dios Trino y Uno.
Os propongo, ahora, algunas preguntas, que pueden ser puntos de reflexión y de plegaria, personal y comunitaria:
v -¿Quién es para vosotros Jesucristo? ¿El Rey del universo, o Jesús de Nazareth? No os sorprendáis por esta pregunta: muchos cristianos no tienen más la clara percepción de quién es Jesús. El está como una figura distante, que se conoce por un “he sentido decir” más que por una experiencia personal. Una figura desteñida por el tiempo, a la par de los personajes de la historia que se estudian en la escuela y después se olvidan no bien se cierran los libros. Jesús no vive en los libros, aun cuando sean hermosos y hablen de él: Jesús vive en vuestro espíritu. No está arrinconado en un período de vuestra historia, sino que vive en la eternidad, y es el mismo de siempre, porque es Dios.
El continúa trabajando en vuestra historia, tanto ahora como entonces; pero no se ha quedado en Palestina, ha subido al cielo y está a la derecha del Padre; Es el Señor del Universo. No es un personaje sino una Persona, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.¿Sois concientes de esto?
v – ¿Sabéis que Jesucristo os lleva al Padre, u os basta simplemente rezarle a Jesús?’ Si no comprendéis que Jesús vive por el Padre y desea llevaros al Padre, no habéis comprendido del todo su obra. Muchos cristianos ven a Jesús en su aspecto de crucificado sufriente y se detienen en compadecerlo o en pedirle consuelo en las tribulaciones de la vida. Ciertamente que esto no está mal, porque Jesús fue verdaderamente un Hombre sufriente en la cruz. Es también hombre del dolor que conoce bien vuestros sufrimientos y los del mundo y que os ayuda a llevar vuestras cruces. Sin embargo es preciso dar un paso más allá; es preciso también mirar su resurrección y su ascensión al cielo.
Resucitando, Jesús ha restablecido el primado de la vida sobre la muerte, volviendo visible, de modo evidente la potencia del Padre Creador, que vive y triunfa en el Hijo Redentor, en aquel que salva de la muerte a la creación entera. Jesús ascendió a los cielos y está a la diestra del Padre e intercede por toda la humanidad. Esto quiere decir que la obra de Jesús no se agota en lo que ha hecho en la Tierra sino que se extiende en el tiempo y en espacio por toda la eternidad. El está siempre en acción para conducir a su pueblo a la verdadera tierra prometida, que es la nueva creación. Esta es una dimensión eterna e incorruptible, en la cual la humanidad entera, recapitulada finalmente en Cristo y unida a Él será introducida al final de los tiempos.
v –¿Sabéis que el Padre y el Hijo trabajan siempre en la potencia del Espíritu Santo? El accionar de ambos es inseparable de mi acción. Todo lo que el Padre y el Hijo desean lo cumplen por medio del Espíritu Santo. Yo procede del Padre y del Hijo porque soy enviado a cumplir lo que el Padre y el Hijo quieren. Pero no soy un simple ejecutor de órdenes porque yo mismo soy Dios. Mis deseos coinciden perfectamente con los del Padre y de Jesús. Yo escruto la profundidad de todo ser viviente, pero antes que todo escruto la profundidad de Dios; por esto conozco los deseos del Padre y del Hijo, que son mis mismos deseos, y poseo la potencia divina para realizarlos. Dios no habría podido confiar a ninguna criatura la plena realización de su querer sino a sí mismo; ninguna criatura, por más buena, podría contener toda la potencia del pensamiento de Dios, ni su inmensa fuerza. Yo soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad; en mí y por mí se realiza perfectamente la voluntad divina trinitaria. Sin embargo, muchos cristianos me ignoran, y de este modo no me permiten actuar plenamente en ellos; pero si yo no actúo en vosotros, difícilmente lograréis comprender y poner en práctica la voluntad de Dios. Os pido que os unáis a mí, para que yo pueda uniros al Padre y al Hijo.
Por el momento detengámonos aquí. Deseo que reflexionéis sobre las cosas que os y dicho y que os abandonéis dócilmente a mi acción; os envolveré en mi potencia para ofreceros a la Santísima Trinidad.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
1- Mensaje publicado en este sitio el 1 e noviembre 2011.
2- Cfr. Lc.2, 18-19
3- Mensaje con el título “El futuro de mi pueblo”, publicado en este sitio 7-10-11
4- Es Espíritu Santo me ha explicado que cuando utiliza el término “Dios” se refiere a la Santísima Trinidad.
5- He hablado de las humanidades de los otros planetas en mi libro “Más allá de la gran barrera” en el cap.6
6- Cfr. Jn.14
7- Cfr Fil 2, 1-11