De Tomislav Vlasic
Parte 3
¿Dios nos instruye?
Queridos lectores,
Estamos rodeados de misterio. A veces las persones no se comprenden a sí mismas, ni su pasado y ni su futuro. Se encierran en sí mismas y no consiguen entrar en una relación profunda con los demás. Hay muchas cosas que les parecen misteriosas y apenas logran descubrir su verdadero significado. El universo en su extensión sigue estando lejos de su comprensión.
¿Dios nos instruye o nos mantiene ignorantes de las cosas? Esta es nuestra pregunta; a veces no la expresamos abiertamente y la dejamos caer debido a nuestra pasividad, creyendo que en realidad Dios no nos comunica la verdad. ¡No es así!
1.Dios nos instruye: Él es la luz perfecta y se comunica con nosotros. Nos comunica sus leyes y su pensamiento: “Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios” (1 Cor 2.10)
Para comprender que Dios nos instruye, os sugiero que leáis o volváis a leer y meditar el texto titulado «No somos simples espectadores de la realidad», del libro de Stefania Caterina “Riscrivere la storia- Vol I – Nel pensiero di Dio” (Cap. 5 Pagg. 91-94). Encontrareis allí muchas puertas abiertas que os permitirán ver y comprender la realidad que nos rodea. Dios quiere conducirnos a la verdad entera (Jn 16, 13). En este pasaje, que reproduzco a continuación, encontraréis la actitud correcta a tomar y los pasos concretos a realizar:
No somos simples espectadores de la realidad
“El pensamiento de Cristo os guía a la unión mística con El, que se realiza solo mediante la ofrenda de vuestra vida. Cuando os ofrecéis vosotros mismos a Jesús, a través de María Santísima, le permitís al Señor tomar el primer puesto en vuestra existencia y conduciros a la plenitud, a la realización de vuestra personalidad según los planes de Dios, y según vuestra originalidad, que sólo en Dios podéis descubrir verdaderamente. Jesucristo es el Pastor de la humanidad, aquel que conduce a cada uno de vosotros a las fuentes del la vida. Entregándoos a Jesús estáis en condiciones de dejar de lado el egoísmo y el miedo que os llevan a vivir aferrados a vuestra vidas, según programas y deseos humanos, con los resultados decepcionantes o dramáticos, que ya conocéis.
Si vivís unidos al Señor, su Espíritu reposa en vosotros y El os comunica su pensamiento que os procura el verdadero conocimiento de la realidad, tal como ella es en Dios, porque es Dios quien piensa en vosotros.
Hablo de la realidad en sus diversos aspectos: aquella que está presente en vosotros y en torno a vosotros, en todas las dimensiones espirituales y materiales que la componen y que son múltiples. Sabed que la realidad no es solamente aquella que estáis en condiciones de percibir ahora, en el espacio-tiempo en el que vivís, sino también aquella presente en todas las dimensiones de las que se compone el universo, materiales y espirituales. Realidad es todo aquello que está creado y que se mueve en el universo y que está en continuo devenir. Espíritus, hombres, criaturas, espacio, tiempo, materia, etc. todo forma la realidad, independientemente de dónde y cómo se la perciba y se la viva. La realidad es realidad, no se añade ni se le quita nada y no se puede interpretar. También Dios es realidad, aunque sea Dios. El pensamiento de Cristo os lleva a penetrar esta multiforme realidad y a comprenderla en su esencia, a leer los pliegues aún misteriosos que presenta. De este modo ya no sois simples espectadores de la realidad y de los acontecimientos que en ella se mueven y que vivís; con el pensamiento de Cristo que actúa en vosotros, estáis en condiciones de observar y conocer aquello que os circunda, de un modo totalmente nuevo y maravilloso, porque es Dios mismo quien piensa y observa a través de vosotros. Comenzáis así a mirar la realidad con ojos nuevos, con la mirada divina, porque habéis llegado a ser uno con Dios, por medio de Jesucristo, que es Dios.
Conocer de este modo la realidad quiere decir actuar también sobre ella. Cuando penetráis la realidad con el pensamiento de Cristo ésta se manifiesta delante de vosotros tal como es. Estáis en condiciones de discernir luz y tinieblas. Delante de vosotros todo acontecimiento debe manifestarse tal como es, porque nada ni nadie puede esconderse o mentir frente al pensamiento de Cristo. Toda realidad debe aparecer en sus múltiples componentes, en su propia peculiaridad, hasta los repliegues más íntimos y secretos. Esto vale tanto para las personas y sus comportamientos como para las criaturas y las situaciones entorno de vosotros.
Cuando lleguéis a este conocimiento de la realidad os será dada también la revelación. Comprended esto: Dios puede revelar lo que quiere a quien quiere; puede hacer de una piedra un profeta; pero de esta forma la persona se arriesga a no comprender totalmente aquello que le viene revelado. Muchos místicos y profetas no comprendieron completamente aquello que les era revelado. Lo han aceptado por fe, han sufrido, fueron perseguidos, se santificaron, pero realmente no comprendieron. Dios ha permitido esto en vista de la edificación del pueblo. Llega sin embargo el tiempo en el que todos deberán entrar en el conocimiento verdadero, estar cara a cara con Dios, para que El si lo desea, pueda revelar a cada uno aquello que El quiere, en un diálogo continuo y fecundo. A cada uno le será pedido no solo recibir la revelación sino encarnarla en la propia vida, pero también penetrarla con el pensamiento de Cristo para comprenderla completamente. Esto aumentará el conocimiento y abrirá el camino para nuevas revelaciones en un crescendo de amor entre Dios y el hombre. La revelación así transformada, en conocimiento hará de cada hombre un testigo frente al pueblo de Dios. Estos no se limitarán a transmitir un mensaje que no comprenden, sino que atestiguarán aquello que habrán vivido y experimentado en su relación con Dios, en provecho de toda la comunidad.Todo esto puede comenzar hoy, ya, dentro de vosotros, si entregáis a Jesús vuestra vida por medio de María Santísima, si permitís a vuestro ser vivir unido a El. El testimonio de los verdaderos seguidores de Cristo, que viven en El y por El, es una revelación transformada en conocimiento, porque el pensamiento de Cristo les permite comprender cada revelación hasta en sus mínimos detalles y vivirla.
El conocimiento de que os hablo es al mismo tiempo un regalo y una conquista, porque viene de la bondad del Señor pero también por el esfuerzo del hombre para morir a sí mismo y al propio egoísmo. Es tan cansado dejar los propios esquemas de pensamiento, renunciar a las propias convicciones, a las interpretaciones humanas de los acontecimientos que deforman la realidad, que muchos renuncian o se niegan a hacerlo. Y esto no solamente vale para los hombres, vale también para los espíritus puros. Mirad que sucedió en el inicio: también Lucifer deformó la realidad con la arrogancia de sus convicciones y de sus interpretaciones causando un daño enorme a la creación entera. Solo Dios puede penetrar la realidad y mostrarla tal como es. Si os mantuvierais fieles a Dios y acogierais su pensamiento en vosotros, podríais conocer y amar sus mandamientos y sus leyes, y conoceríais a Dios. Como está escrito, veréis a Dios tal como es. Solo entonces comprenderéis la realidad.
Ver la realidad tal como es a menudo o lleva a sufrir. No siempre es placentero ver las cosas como deberían ser según Dios, y como realmente son según los hombres. Penetrar con la mirada de Cristo las personas, las situaciones, los acontecimientos, es quizá tan doloroso que puede resultar deprimente. Sin embargo es necesario a fin de que se revelen delante de vosotros las fuerzas oscuras y los comportamientos de los hombres, porque en Cristo son desvelados los pensamientos de los corazones. De esta forma se debilitan las fuerzas tenebrosas de modo que ya no tienen posibilidad de esconderse.
Os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.
(San Rafael Arcángel, en coloquio de julio de 2007)
2. Ser instruidos por Dios para instruir e incidir sobre la realidad. En otras palabras: dejarse transformar para ayudar a los demás a convertirse. ¿Estamos dispuestos a emprender este camino? ¿que es lo importante para nosotros?
Caminar con Dios como los hijos con su padre. Dios Padre nos engendra y nos comunica la vida íntegra. Podemos caminar con él en la medida en que lo amamos. Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre: y yo le amaré y me manifestaré a él”. Después añade: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”. (Jn 14, 21-22).
Nos comprometemos en este proyecto: amar al Amado, orar y tratar de conocerlo cada día más. Así progresaremos en la comprensión, en la luz y reflejaremos la luz sobre el universo.
Seguimos orando juntos:
Oh Dios,
Tú eres el Amor, la Bondad, la Luz:
eres todo lo que mi corazón busca
y, si no lo encuentra,
permanece vacío, encerrado en sí mismo.
Me derrumbo,
decepcionado, ya no intento buscarte.
Creo en mi falsas imágenes de ti,
te ignoro, adoro a falsos dioses.
Mi decepción es mortal.
Visítame, oh Dios,
¡sálvame!
Que tu Espíritu sane mis heridas mortales
y me comunique tu amor,
la bondad y la luz.
Despierta mi vida
Y seré transformado
en una criatura nueva. Amen «.
Rezo con vosotros y para vosotros. Os bendigo en el nombre de Dios, con su amor, su bondad y su luz.