Mensaje  de la Madre la humanidad del 13 de abril de 2018

A  Stefania Caterina

Mis queridos hijos:

“Hoy deseo deciros que LA VIDA DE DIOS ESTÁ DENTRO DE VOSOTROS. ESTÁIS CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS y ESTÁIS HECHOS DE DE ESPIRITU, MENTE y CUERPO. No todos conocen la realidad de la que están compuestos y esta es la razón de tantos disturbios y enfermedades a nivel físico y psíquico.  Deseo ayudaros a comprender todo esto.

En vuestro ESPÍRITU vive y opera el Espíritu Santo. El actúa incesantemente en vosotros para manteneros  en vida tanto sea físicamente como espiritualmente. Su acción encierra en sí  la potencia  de la Santísima Trinidad. El espíritu del hombre encierra la presencia divina. Desde el inicio de su existencia el hombre debe elegir si permitirá al Espíritu Santo  que actúe libremente o no, abriéndose o cerrándose a su presencia. Esta decisión está tomada por el espíritu.

Si el espíritu del hombre acoge a Dios y se abre a su acción es llenado de poder. Brotan el AMOR, LA INTELIGENCIA y LA FUERZA que hacen al hombre partícipe  de la vida y de la acción de Dios. Las leyes de la vida despliegan toda su eficacia y el desarrollo existencial resulta armonioso. El espíritu del hombre vibra al unísono con las vibraciones de Dios y se cierra a la acción del mal. El camino del hombre resulta guiado, paso a paso hacia la verdadera identidad de hijo de Dios. Así el espíritu resulta ser el templo de Dios, en el que el ser humano encuentra al Creador cara a cara, y recibe del El los impulsos vitales

Por el contrario si el espíritu sea cierra a Dios y a sus leyes, el Espíritu Santo  se  limita a mantener físicamente en vida al hombre, pero las prerrogativas divinas que hacen de él un hijo de Dios quedan sepultadas, inactivas. La vida se desarrolla lejos de Dios, de la verdadera paz  y de la plena identidad. Dios respeta la libertad del hombre y no fuerza nunca nada; espera que el hombre decida su propio destino. Sin embargo Dios no abandona nunca, ni siquiera a cuantos lo rechazan. El está siempre dispuesto a tender la mano a  cada hijo que quiera retornar a Él.

El espíritu del hombre se comunica con el ALMA  que es como una envoltura que guarda el espíritu. Cuando el Espíritu Santo comunica un impulso vital al espíritu éste lo transmite al alma. El alma está dotada de tres potencias: MEMORIA, INTELECTO y VOLUNTAD. A través de estas elabora el impulso proveniente del espíritu y lo transmite al cerebro, que transforma cada impulso en pensamientos, palabras, y acciones.

Si entregáis la vida a Dios y decidís vivir según sus leyes, el impulso divino pasa sin dificultad desde vuestro espíritu al alma y después al cuerpo. De este modo el amor, la inteligencia y la fuerza que Dios os comunica a través del pasaje espíritu-alma-cuerpo, pueden operar integralmente, y vuestra vida  resulta armoniosa en todo. Si en cambio os oponéis a Dios vuestro espíritu  es árido y no le comunica nada al ama, salvo los impulsos necesarios para la vida física. El alma, entonces, se las debe arreglar por sí sola y comienza a usar sus tres potencias para elaborar un pensamiento propio, separado del pensamiento de Dios. Los impulsos vitales no llegan o llegan confusamente y nacen las enfermedades. Acabáis viviendo una vida  egoísta y problemática. Las leyes del mundo y la acción del maligno invaden y deforman vuestra identidad.

¿Qué papel tiene en todo esto vuestro CUERPO? Es importantísimo que lo comprendáis, porque el cuerpo  ha sido considerado por los cristianos en modo injusto y negativo. Casi nunca considerado en su justa dimensión el cuerpo no es querido como se merece. Y sin embargo ¡Jesús os ha salvado ofreciendo  su Cuerpo y cada día os nutre en la Eucaristía con su Cuerpo y con su Sangre!

El cuerpo os asegura la existencia sobre la Tierra y es el instrumento a través del cual comunicáis a los que os rodean la vida que está en vosotros. Palabras, gestos, miradas, sonrisas, etc. son el único modo que tenéis para transmitir y testimoniar lo que sois y lo que pensáis. ¿Os  parece poco? Es justo entonces que vuestro cuerpo se exprese en modo digno de la vida lleváis en vosotros, digno de vuestra imagen y semejanza con Dios. ¡Hijitos, no hagáis de vuestro cuerpo un maniquí, útil solo para lucir vestidos de moda!  No lo tratéis como un pobre burro sobre el que cargáis los pesos enormes que el mundo os endosa: modas, comportamientos, modelos de vida a menudo tontos y dañosos.

Sed concientes que vuestro cuerpo guarda el espíritu y el alma,  en los cuales reside un tesoro inmenso: la vida que Dios os ha regalado. ¿Dejaríais vuestra casa indefensa si tuviera guardado un tesoro inmenso? Ciertamente que no. Sin embargo vuestro cuerpo es a menudo  una habitación indefensa donde cualquiera puede entrar y  saquear a su gusto. Así permitís que os sea robada vuestra dignidad; os ofendéis a vosotros mismos y a vuestro Creador.

Cuidad vuestro cuerpo con inteligencia y tratadlo con respeto, porque no es menos importante que el espíritu y el alma. No lo coloquéis en el centro como a un ídolo de forma de resultar esclavos como sucede con muchos de vosotros obsesionados  por la apariencia. Si vivís en Dios sabréis orientaros siempre mejor según sus leyes; veréis que también vuestro cuerpo será más sano y más armonioso.

O pido que comencéis a pensar en vosotros mismos  como criaturas dignas de la imagen y semejanza  con Dios  que lleváis impresas en vosotros. Tomad conciencia de vuestro espíritu, del alma y del cuerpo como un conjunto perfecto, donde todo es vital e interconectado porque todo está dirigido por Dios, si permitís al Señor vivir y actuar en vosotros.  ¿Si Dios es capaz de gobernar el universo entero no podrá acaso dirigir vuestra vida?

Hijitos: os enfermáis porque  no dejáis  libre en vosotros la mano de Dios. Queréis hacerlo todo solos y no podéis. Vuestra alma toma a menudo la delantera sobre el espíritu y decide por sí misma lo que está bien y lo que está mal y no llega a nada. Si os entregáis a Dios,  el espíritu retoma su puesto justo y así el alma y el cuerpo reciben correctamente los impulsos, tanto físicos como espirituales. Así os sanáis y contribuís a sanar el mundo y el universo.

Pedid la luz a Dios Trino y Uno para comprender cuanto os he dicho. No todo puede ser explicado con palabras; pero en vuestro espíritu hay un canal de comunicación con Dios, que es perfecto y es ahí donde podéis recibir toda explicación. Adentraos en vuestro espíritu; Dios os guiará en vuestro  “peregrinaje interior”. También yo os ayudaré a entender. Dios desea que vosotros comprendáis;  no es celoso de su sabiduría, por el contrario desearía distribuirla generosamente  a sus hijos, pero estos sin embargo la rechazan.  ¡Están más atraídos por la sabiduría del mundo, por las luces artificiales y destellantes que engañan la vista interior y esconden la verdadera luz. No hagáis así vosotros!

Estoy cerca de vosotros, especialmente en este tiempo pascual de Resurrección, porque deseo veros resurgir, libres finalmente de vuestras enfermedades y de vuestros miedos. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

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