Mis queridos hijos:
Hoy deseo deciros que LA VIDA ES RECUERDO DE DIOS Y BUSQUEDA DE LA VERDAD. Desde el momento de la concepción, cuando vuestro espíritu ve a Dios cara a cara, como ya os lo he explicado, el recuerdo de Dios se imprime en vuestro espíritu y os acompaña por toda la vida con diversos matices y diversa intensidad.
Si en el momento de la concepción habéis elegido a Dios y habéis aceptado la misión que os fuera asignada, el recuerdo de Dios se hace presente en vosotros desde la más tierna edad y se hace cada más vivo con el paso del tiempo; ni siquiera el influjo del ambiente lo puede ofuscar. Así de un simple recuerdo resulta en una percepción de la presencia divina que os lleva a la fe, (1) mediante la cual os transformáis y estáis dispuestos para vuestra misión.
Si estuvisteis indecisos en el momento de la concepción el recuerdo de Dios aflora más lentamente y con mayor dificultad; estáis más influenciables por el exterior y no siempre llegáis a la fe. Esto es porque vuestro espíritu es más débil y el recuerdo de Dios viene y se va. Sin embargo, basta una brizna de buena voluntad para buscar a Dios y Él os aferra. Despierta potentemente en vosotros el recuerdo de El, y si decidís confiarle vuestra vida nada os lo impide y vuestra fe puede florecer fuerte y viva. Recordad que Dios siempre os da la oportunidad de mejorar y de transformar en buena vuestra elección inicial. Corresponde a vosotros decidir libremente si aceptar o no esa oportunidad.
El recuerdo de Dios no se apaga ni siquiera en aquellos que han rechazado a Dios en el momento de la concepción, porque el espíritu de hombre fue creado para conocer a Dios y amarlo. Quien se rebela a Dios desde la concepción rechaza el recuerdo de Dios e intenta sofocarlo cada vez que aflora. Este recuerdo deviene un tormento que empuja a la rebelión siempre más fuerte y se transforma en amargura y desesperación. Así viven muchos hombres que desprecian a Dios y no encuentran paz. Pero Dios no los abandona. De muchas maneras continúa llamándolos pero ellos lo rechazan. Eligen una vida de pecado que los embrutece y los hace cada vez más semejantes a los demonios. Los cuales odian a Dios y sin embargo no logran liberarse de Dios. Sí hijitos: muchos hombres viven la misma tristeza que los demonios.
Os explico estas cosas para ayudaros a entender mejor vuestra vida. Sabed que muchas problemáticas espirituales y físicas que afligen a la humanidad, encuentran su raíz en la elección hecha por los hombres en el momento de la concepción. Sin embargo no deseo que os asustéis o que penséis que estáis predestinados a un cierto tipo de existencia. ¡No hijitos, no temáis! Cualquiera sea la elección que hayáis hecho en el momento de la concepción, recordad que Dios os atrae siempre hacia sí, por medio de mi Hijo Jesucristo, que es para vosotros CAMINO, VERDAD Y VIDA.(2) El es Dios, y solo en Él y por Él podéis extirpar el mal desde la raíz. Por eso no soltéis nunca la mano de mi Hijo; permitidle guiaros y salvaros porque sólo Él es vuestro Salvador.
El recuerdo de Dios incita al hombre a buscar la verdad. ¿Cuál verdad? Aquella que le da un sentido a la vida y a la alegría, al dolor y a la muerte. La humanidad se afana por alcanzar la verdad: científicos, filósofos y teólogos buscan respuestas al porqué de la vida y se aventuran a menudo por senderos tortuosos. Hijos míos ¿quién puede daros esta verdad sino Dios que es Verdad? ¿Quién puede haceros sentir amados por un amor que es un fuego que arde y no se consume nunca, sino un Dios que es Amor? ¿Quién puede endulzar los dolores de la vida, defenderos del mal, sino Dios que es Defensor y Consolador? ¿Qué verdad podréis encontrar fuera de Dios? Podéis encontrar solo verdades humanas fruto de compromisos y de palabras estériles que no sacian la vida. ¡Hijos es hora de volver al verdadero Dios! Muchos hombres están saturados de falsas verdades y viven en la mentira. Vuelvo a repetíroslo: acoged a mi Hijo Jesús y viviréis en la verdad. Jesús os lo ha prometido: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.(3)
Estoy cercana y camino con vosotros sobre la senda de la libertad. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
1 ) Hbr,11
2) Jn. 14
3) Jn.8-32