24 de noviembre de 2019- FIESTA DE CRISTO REY- MENSAJE DE JESÚS
Mis queridos hijos:
Gracias por estar aquí y porque queréis festejar solemnemente mi realeza. Os aseguro que eso no sucede muy a menudo, porque muchos cristianos están distraídos, buscan otros reyes que están en el mundo: el rey dinero, el rey egoísmo, el rey sexo, poder, placer, etc .Son reyes que oscurecen mi realiza en la mente, y en el alma de muchos cristianos. Para vosotros no debe ser así.
Yo deseo que mi realeza resplandezca en el nuevo pueblo, en mi Iglesia de todo el universo, y esto debe suceder con poder. Mi realeza debe resplandecer en toda mi Iglesia, en el universo entero, y en este pequeño resto en la Tierra que se proclama: “Iglesia de Jesucristo del universo”. Si pertenecéis a la Iglesia del Rey, debéis resplandecer con mi realeza.
Comienza el tiempo en que mi accionar revelará cada vez más la realeza de mi Iglesia. De ahora en más mi Iglesia estará conmigo donde sea que Yo esté, me seguirá donde Yo vaya, como está escrito en el Apokalipsis (1) En adelante, en todos los sagrarios, en todos los santuarios, en cada lugar donde resplandece mi gloria resplandecerá también la gloria de mi Iglesia. (2). Hablo de mi Iglesia, de aquella que ha atravesado conmigo la muerte y mi resurrección, que lleva sobre sí el sello de mi realeza, el sello del Rey.
Mi sello sobre vosotros es mi sangre. Yo la he derramado por vosotros, pero hice aún más: os he marcado con mi sangre. Mi sangre es la prueba innegable que me pertenecéis y que estáis insertos en mi vida. Sois parte de Mí, sois parte de mi Cuerpo Místico que es mi Iglesia. El Cuerpo Místico no es una imagen abstracta, es una realidad: es un cuerpo que se mueve en el universo, que vive, piensa, ama, sufre y actúa. Este es mi Cuerpo Místico. Todos vosotros podéis ser parte suya, con la condición de que os dejéis marcar con mi sello del Rey, el sello de mi muerte y mi resurrección
Quien no acepta ser bañado con mi sangre, pasando conmigo de la muerte a la vida no puede ser parte de esta Iglesia. No podrán seguirme los cristianos distraídos; los que piensan que seguirme es un paseo, que es ir bien vestidos a la Iglesia el Domingo. No; ser cristianos no es esto. El cristiano es aquel que está en Cristo, y vive en Cristo para ser una nueva criatura.(3) Sin esto no hay cristianismo. Habrá una religión que se llama cristianismo, una más entre tantas. Mi Iglesia de todo el universo, al contrario, no es solo una institución religiosa, sino que es mi Cuerpo Místico, que lleva sobre sí el sello del Rey, el sello de mi sangre.
Hijitos, ahora más que nunca os invito a dejaros bañar en mi sangre: a uniros a mí en cada una de vuestras celebraciones, a estar conmigo delante de cada tabernáculo. Os pido que participéis con coraje en mi muerte y resurrección para participar plenamente en mi gloria de Rey.
He descendido a los infiernos para recuperar también al último entre los últimos. Mi sangre ha bañado el Universo. He ascendido al Cielo y he llevado conmigo a mi Pueblo.
Sois los testigos de mi sangre. Esto no es una cosa triste, pavorosa e impresionante, sino que es algo grande. Es la sangre que redime y da vida. En la sangre está la vida. Sin sangre vuestro cuerpo no podría vivir. Pero tampoco podríais vivir sin mi sangre; sin aquel sello que testifica la muerte y la resurrección acaecidas en mí, pero que debe suceder también en vosotros, porque yo os he salvado con mi muerte y resurrección.
Os he llevado a mi gloria con la Ascensión y ahora quiero que reinéis conmigo.
Por eso le pido al pequeño resto que es la Iglesia sobre la Tierra, y especialmente a los miembros de la Fundación, que seáis cada vez más conscientes de vuestra realeza, y que la afirméis en cada circunstancia y sin miedo. Vosotros me ayudaréis a derrotar a los reyes de la Tierra, los reyes de este mundo que son falsos y que quieren el mal del pueblo. Yo quiero vuestro bien y no dejaré que se pierda ni siquiera el más pequeño de vosotros. Dadme vuestra vida, permitidme bañaros con mi sangre y colocar sobre vosotros el sello del Rey, y yo os llevaré a mi gloria. Os lo prometo.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
(1)cfr. Ap 14,4
(2)Con esta acción el Señor reúne a su Iglesia, su Cuerpo Místico y la invita a ofrecerse continuamente a Él, a través del Corazón Inmaculado de María, para dar una respuesta íntegra participar e en la comunión universal. Atrae a todos a sí mismo y son todos llamados a unirse a la Iglesia de Jesucristo del Universo para apresurar la venida gloriosa del Señor y entrar en la nueva creación.
(3)cfr. 1 Jn 2,6—2Cor 5,17—Gal 6,15