7 de diciembre de 2019—Vigilia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción
Mensaje de la Santísima Virgen María
Queridos hijos míos:
Os agradezco por esta vigilia que vivimos juntos. Gracias por todos vuestros pasos, por el amor que manifestáis a Dios a través de mí. Os aseguro que cada gota de vuestro amor es para mí motivo de gran alegría. Vosotros sois la alegría de mi Corazón, porque una madre goza al ver a sus hijos tan atentos, afanosos por Ella. Por esto os agradezco.
El Señor me envía hoy a pedirle a cada uno de vosotros y a todo este pueblo un gran acto de amor: que juntos a Mí, de ahora en más, os ofrezcáis sobre todos los altares de la Tierra, en todo lugar donde se celebre la Eucaristía. No tiene importancia si el sacerdote es digno o no. Mi ofrecimiento junto a aquel de la Iglesia de Jesucristo del Universo, sanarán muchas heridas. Desde cada altar de la Tierra se elevará a Dios un sacrificio digno que el Padre acogerá, junto al de Cristo.
Este es un paso muy importante que producirá sobre la Tierra una fuerte onda de gracia y una gran fuerza se elevará de cada altar. Será la fuerza de Dios y de su pueblo. No os ofrezcáis solo vosotros los aquí presentes y los que pertenecen a la Fundación: toda la Iglesia de Jesucristo del Universo se ofrecerá junto a mí sobre cada altar. No habrá más altares donde mi Hijo se ofrezca solo, sino que estará siempre su pueblo en torno a Él. Un río de gracia correrá sobre toda la Tierra. Deseo explicaros también otro aspecto muy importante. Debéis saber que también en la otras religiones hay muchos hijos que han dicho Sí a la Santísima Trinidad en el momento de la concepción pero han aceptado encarnarse en otras religiones, en pueblos de la Tierra que no conocen a mi Hijo. Lo han hecho por amor, se han sacrificado. A Dios le agradó su sacrificio, pero ahora quiere recuperar a estos hijos suyos, los quiere traer junto a sí porque le pertenecen. Por eso vosotros y Yo junto a toda la Iglesia del Universo nos ofreceremos también en los templos paganos, ahí donde parezca imposible que pueda estar Cristo, pero donde están sus hijos que hay que despertar, elevar, alimentar y sanar. Así me ayudaréis a desmoronar el reino de satanás, porque también desde los templos paganos se elevará la potencia de Dios Trino y Uno y de toda la Iglesia del Universo. El reino de Satanás será vaciado desde adentro. Sin gritos, sin acciones espectaculares, sino gota a gota, día a día, el sacrificio de mi Hijo y de su pueblo se elevará de la Tierra y destruirá los reinos del enemigo
Esta es una gran obra de Dios que no podréis cumplirla solos sino conmigo y con toda la Iglesia de Jesucristo del Universo que se ofrecerá con vosotros y por vosotros.
La Tierra es el último planeta que debe ser sanado; es el más difícil, pero debe ser elevado. Dios no quiere destruir la Tierra. Satanás quiere destruirla , no Dios. Dios quiere recuperarla y sanarla, porque ama a todos.
Hijitos, no temáis por esto que os pido No temáis tener que sufrir de modo patológico, no se trata de esto. Con la consagración que dentro de poco haréis al Espíritu Santo (1), le daréis a Él pleno poder en vosotros. Así el Espíritu Santo utilizará vuestro espíritu y lo enviará donde más lo necesite. Esta es la acción en el espíritu: vuestro espíritu es llevado ahí donde le sirve al Espíritu de Dios. El vórtice trinitario os aferra, os eleva, os lleva y os trae y vosotros recorreréis la Tierra y también el universo, aunque estéis viviendo vuestra vida de cada día. Este es el milagro de Dios que en la vida cotidiana y en el silencio cumple sus prodigios en vosotros, por vosotros y a través de vosotros.
Hijitos, os pido que viváis como justos. No entiendo decir perfectos; ninguno de vosotros puede serlo porque la Tierra sobre la cual vivís no lo es y las cargas que sobrelleváis son muchas. Os pido ser justos, o sea colmados de la justicia de Dios. La justicia de Dios es la vida vivida por Cristo, porque el justo es el que vive por Cristo. Sed justos, vivid por mi Hijo y por mí. Vivid con nuestros dos Corazones y con el Corazón de san José. Entonces mi Corazón pulsará en el vuestro y el vuestro en el mío. De esta forma haremos muchas cosas por el Reino de Dios.
Recordaos las palabras del arcángel Gabriel: “Nada es imposible para Dios” (2) Os aseguro que es así. Dios puede realizar todo dentro de vosotros. Tiene necesidad de vuestro SÍ, no un SÍ superficial sino un SÍ que quiere decir: “ Señor, cambia mi vida, hazme como Tú me quieres”. Hoy quiero repetir con vosotros: “ Héme aquí, soy la sierva del Señor”, (3) y quisiera que cada día vosotros repitierais conmigo: “aquí estoy, soy la sierva/ el siervo del Señor. Aquí estoy Señor, yo vengo a hacer tu voluntad y no quiero nada más”. No hace falta otra cosa, hijitos, porque en la voluntad de Dios está todo lo que necesitáis.
Os agradezco porque puedo contar con vosotros. Junto a toda la Iglesia del Universo, os bendigo hoy de forma solemne. Que vuestra consagración al Espíritu Santo sea un paso grande hacia la resurrección de la Tierra. Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
(1)Durante la celebración Eucarística el pueblo de la Fundación se consagró solemnemente al Espíritu Santo.
(2) Lc.1, 37
(3)Lc 1, 38