A este deseo no tengo más que responder con todo mi ser, poniéndome a completa disposición del Señor, para que El pueda usarme como su instrumento, más allá de mis Límites humanos. Por esto buscaré hacerme a parte lo más posible, limitando al máximo mis palabras, para dejar espacio a las palabras que el Señor querrá dirigirme, en los modos Y en los tiempos que El elegirá. De vez en vez, os haré tomar parte de cuanto me será dado. Os pido rezar conmigo y por mí. No faltarán seguramente obstáculos y dificultades Y en estos días los hemos tocado con la mano con las varias tentativas de hacer desaparecer este sitio. Pero el Señor ha prometido que nada detendrá sus planes y que sus Palabras llegarán a todos cuantos las esperan con corazón honesto y sincero. ”…La Palabra de Dios no está encadenada…” afirmaba S. Pablo (2 Tim 2,9). Dios es Dios y está muy por arriba de todos nosotros. Por lo tanto recemos para que en la plegaria y en la comunión nos preparemos a recibir cuanto el Señor ha prometido.
MENSAJE DE JESUS DEL 18 DE OCTUBRE DE 2010-
Queridísimos hijos:
Conozco vuestros corazones y vuestros afanes. Conozco los deseos, los obstáculos, vuestras demandas más profundas. Nada me está oculto, delante de mis ojos se deslizan el Bien y el mal que son parte de vuestra vida. Os conozco uno por uno, porque soy YO quien os ha dado la vida.
YO SOY LA VIDA. No encontraréis vida fuera de mí, ni esperanza ni mucho menos amor, Vosotros buscáis tantas cosas en vez de buscarme a Mí. Por esto no encontráis la paz, porque raramente me encontráis. Os he dicho que quien busca encuentra (Lc 11,9.13) Pero ¿qué cosa debéis buscar? No las soluciones a vuestros problemas, a vuestras ansiedades o enfermedades. Aquello que deberíais buscar es mi vida en vosotros. Regalándoos la vida me he regalado a mi mismo y a mi Espíritu. Os he revelado el rostro de mi Padre y vuestro Padre. He colocado en cada de uno de vosotros la chispa de la vida divina, que es la semilla de vuestra existencia. En Ella está todo lo que precisáis para enfrentar la vida. Os he regalado la INTELIGENCIA, LA FUERZA y el AMOR para afrontar vuestro camino. Con mi sacrificio he quitado la vergüenza de vuestro rostro porque habíais pecado contra mi Padre. Con sangre he lavado vuestras inmundicias para haceros aparecer delante del trono divino como criaturas nuevas y redimidas. Os he vestido con las vestiduras más preciosas. He creado para vosotros las cosas más hermosas, para que vuestro corazón gozara mirando las maravillas de la creación.
No obstante esto, pocos de vosotros sois felices y muchos, demasiados no saben qué hacer de mi y de mi vida; eligen al enemigo, Satanás, que con astucia y odio los seduce hasta quitarles su dignidad. ¡Hay tantos modos para entregarse al enemigo! El más solapado es aquel de querer satisfacerse a sí mismos, convencidos de que esto sea un bien, por el solo hecho de que así lo hacen todos, y que así lo piensa el mundo. El éxito, el poder, la carrera, el dinero, los bienes materiales, una hermosa casa, las vacaciones y muchas cosas más. Todo esto está en la cumbre de vuestros pensamientos. Con tal de obtenerlo sois capaces de traicionar, robar; matar; y matáis de tantos modos aún con una mirada o una palabra. Y mientras buscáis todas estas cosas os olvidáis de vivir. Porque la vida que vosotros soñáis, no es la vida, es un sustituto de la vida. La vida verdadera no esta fuera de vosotros sino dentro de vosotros. Está en vuestro espíritu, en la parte más noble y profunda de vuestro ser, está como el agua purísima en el fondo del pozo: no podéis beberla si no la tocáis. Así es la vida verdadera. No se la encuentra si no se está dispuesto a colocarse de frente a Dios, si no se es de tal forma honestos de reconocerse pobres y necesitados de la ayuda divina.
¡Por qué no buscáis mi vida? Porque no tenéis nunca tiempo para reflexionar sobre vosotros mismos, para preguntaros con sinceridad si sois hombres y mujeres auténticas, capaces de verdad. ¿Por qué no permitís que yo os mire? No quiero juzgaros, quiero sanaros, quiero regalaros mi espíritu para que enderece todo lo que está torcido en vosotros. Dadme todo de vosotros y yo os daré todo. Dadme también vuestros problemas, vuestras debilidades y vuestros pecados. No os escondáis cuando os equivocáis por miedo a que yo os condene. Yo no os condeno porque os amo. Tened confianza en mí. Dadme las llaves de vuestros corazones y yo los transformaré en cofres colmados de tesoros preciosos. No tengáis miedo, venid a mi.
Hijos míos ¿queréis saber que cosa os falta para ser felices? Os falta el coraje para llegar a ser santos ¿Qué cosa quiere decir santidad? No quiere decir ser recordado en los calendarios o representado en cuadros antiguos, honrados sobre los altares o citados en muchos libros. Ser santo quiere decir simplemente vivir en armonía con Dios y sus leyes, guiados por el deseo de acercarse a El, confiados en su bondad y en su gracia, amantes del bien y de la verdad. El santo es aquel que vive por mi, coloca su mano en las mías y se deja guiar dócilmente allá donde yo se, allá donde está vuestro bien. Vosotros no conocéis los caminos misteriosos de la felicidad que pasan ahí donde menos lo esperáis, no lo conocéis como no conocéis donde sopla el viento, ni como hace para nacer una espiga de trigo. La vida es un misterio que solo podréis conocer en mi.
Conozco el camino que lleva al sumo bien que es el Padre, porque YO SOY EL CAMINO. Abandonaos a mí y yo os conduciré por rutas nuevas, donde vuestros pies no se cansaran. Dejad que yo ponga mi mano para conduciros. ¿No os acordáis de cuando estáis cansados? El mundo os promete lo que nunca os podrá dar. Los falsos profetas se agitan por todos lados asustándoos con sus presagios vacíos. Vuestros gobernantes os engañan con palabras vacías, y vuestros guías espirituales no saben que deciros. Aferrad mi mano, ella es el único sostén para vuestra humanidad. Ni padre, ni madre, ni poderosos, ni sabios, nadie podrá daros aquello que yo puedo daros, porque conozco aquello que vosotros no conocéis.
YO SOY LA SABIDURIA, aquella sabiduría que está impresa en vuestro espíritu, no la que está estampada en los libros o en vuestros cerebros. Dadme vuestra vida, colocadla en mis manos y yo os haré sabios y capaces de vivir una vida digna de este nombre. Entonces sabráis resolver vuestros problemas, no con artificios humanos o con vuestra astucia, sino con la inteligencia divina que os pertenece porque sois hijos de de Dios. Está en vosotros pero no la veis. Os obstináis en pedir por aquí y por allá como hacer y que cosa hacer. Así llegáis a soluciones que empeoran las situaciones y que muchas veces ofenden a vuestro prójimo ocasionándoles mal.
Vivid una vida simple. Dios es simple en su inmensidad, por lo tanto sed simples también vosotros. No os pido que seáis héroes, ni siquiera mártires. La vida sobre la Tierra es ya bastante dura y si sabéis ofrecer los pequeños dolores y los grandes de todos los días, permaneciendo fieles a mí, ya habéis hecho una cosa buena y agradable al Padre. Cuando unís vuestros sufrimientos con mi sacrificio sobre la cruz, estáis ya sobre el camino de la resurrección. No lo olvidéis, así no estaréis nunca desesperados; vuestras lágrimas ofrecidas a mi con fe y esperanza son perlas preciosas. Las lágrimas de quien se entrega a Dios lavan el mundo. Vivid con alegría y simplicidad gozando de los dones de Dios pero sin apegaros a nada. Contentaos con lo que tenéis, buscando progresar cada día. Más progresaréis en el espíritu, más progresaréis. Más estáis unidos a mí, más estáis custodiados por vuestro Padre celestial, Padre amoroso que alimenta los pájaros del cielo y viste los lirios del campo (Mt 6, 24-34) y en vosotros piensa mucho más todavía. No careceréis de nada. Vuestros ojos verán las maravillas de su bondad.
Adorad al Padre y buscadlo a través de mí. Adorad al Espíritu Santo que es amor purísimo y renueva la vida. Uniros a mí y conmigo resucitaréis. He querido dirigiros estas palabras para que os den coraje y alivio. Demasiadas veces mis ovejas están sin pastor, demasiado frecuentemente siguen malos maestros. Yo soy el único Pastor y el único Maestro, porque YO SOY LA VERDAD, que nunca puede engañar y que desenmascarará toda mentira. SOY JUSTICIA Y MISERICORDIA PORQUE SOY VERDAD.
Quiero guiaros en el camino para que lleguéis a la vida verdadera y para que podáis también vosotros acompañar a vuestros hermanos, dirigiéndoos a mí.
Os bendigo con amor en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.