Os saludo, queridísimos lectores.
Nos acercamos a la fiesta de Cristo, Rey del universo y espero que estéis preparados a dejar que Jesús reine en vuestros corazones.
Jesús me ha confiado otro mensaje para vosotros, con el cual quiere guiarnos a comprender mejor nuestra vida interior. Os lo propongo, entonces, y ruego junto a vosotros para que Jesús reine en cada uno sobre la humanidad entera.
MENSAJE DE JESUS DEL 8 de noviembre de 2010
“Os bendigo mis queridos hijos, hijos tan amados y preciosos. Sois en verdad preciosos, y amados de mi Padre. Cada uno de vosotros ha sido creado para ser un cofre precioso en el cual se guardan inmensos tesoros; ¡y sois tan pocos los que lo comprenden!
Estáis hechos de espíritu, de alma y de cuerpo. En vuestro espíritu vive el Espíritu Santo, el Huésped divino que os comunica el amor de Dios y su pensamiento. El espíritu está encerrado en vuestra alma. Es el centro de vuestro ser. Está hecho para conocer a Dios y comunicarse con El; en vuestro espíritu podéis encontrar a Dios, porque es allí que El se manifiesta a vosotros.
El alma guarda el espíritu y se comunica con él, y del espíritu recibe la vida que después transmite al cuerpo. De esta forma espíritu, alma y cuerpo forman un conjunto maravilloso que hace de cada uno de vosotros el templo de Dios. Os pregunto ahora:¿cómo es que nunca os mostráis por aquello que sois? ¿Porqué permitís al espíritu del mundo formaros a su imagen borrando la imagen y la presencia de Dios que lleváis en vosotros? Sin embargo habéis sido creados para difundir el perfume de la vida, estáis modelados como vasos preciosos que encierran la suave fragancia de mi Espíritu.
He dado la vida por vosotros, para reconstruir las paredes de vuestro templo arruinadas a causa del pecado de vuestros progenitores; he adornado estas paredes con piedras preciosas que son las virtudes, para que vuestro resplandor atrajera a los peregrinos cansados que atraviesan los caminos del mundo. He iluminado vuestro templo con la luz de la inteligencia; he hechos sólidos los cimientos con mi fuerza que constantemente os regalo; le he colocado las puertas robustas de la libertad, que solo vosotros podéis abrir y cerrar.
Hijos míos, os observo con dolor mientras estropeáis el regalo inmenso de la vida, buscando el bien en cualquier cosa que está fuera de vosotros, mientras está dentro de vosotros, en vuestro espíritu. Vosotros buscáis algún maestro que os ayude a darle algún sentido a la vida y que os hable de Dios, y Dios está en vosotros. Buscáis signos y milagros para confirmar vuestra débil fe y no veis la señal más grande, la de la presencia de Dios que habita en vosotros. ¡Cuántos malos maestros seguís, que os confunden con sus teorías, sus sistemas, las palabras vacías, y quizás mentirosas, que os dejan tristes y sin amor!
¡Haced contacto con la vida divina que está en vosotros! Así no tendréis más necesidad de proyectaros fuera de vuestro ser para buscar la fuerza para vivir y la solución para vuestros problemas. ¡Tratad de descubrir el espacio profundo de vuestro espíritu! Rezad al Espíritu Santo para que os haga sentir su presencia y os comunique su potencia. El lo hará y os guiará hacia mí, os revelará mi rostro y os comunicará mi pensamiento. Yo os envolveré con mi amor y os entregaré a mi Padre, que os acogerá y os amará. Entonces seréis verdaderamente felices, porque gozaréis de la presencia constante de Dios en vuestra vida, y estaréis en todo momento, cara a cara con El. Podréis así discernir lo que es bueno, y con naturalidad os orientaréis hacia las leyes de Dios, para vivir en armonía con El; viviréis en la paz porque Dios será vuestra paz.
No temáis si aquello que os digo os parece difícil. Vosotros cometéis a menudo el error de pensar que la transformación de vuestro ser dependa de vosotros, de vuestras fuerzas, de las devociones religiosas, de la moralidad, del activismo. No es así. Todos vuestros esfuerzos humanos no os pueden cambiar. Es justo rezar y empeñarse para ser mejores, pero esto por sí sólo no basta. Ningún esfuerzo humano por noble que sea, tiene en sí el poder para transformar la vida. Se precisa una decisión de fondo: aquella que permita que Dios viva y opere en vosotros. Entonces será Dios quien cumpla el milagro más grande que vosotros ni ningún otro puede cumplir: hacer resurgir la vida. Este es el milagro que Dios puede hacer por vosotros, con su poder que no conoce obstáculos; porque nada es imposible para Dios.
Vuestra vida cambia cuando me la entregáis; entonces yo lleno vuestro espíritu con mi Espíritu, y guío vuestra inteligencia a la comprensión del verdadero bien. Entonces vuestras plegarias resultan poderosas y vuestros esfuerzos acompañan el poder de Dios, acelerando vuestra transformación. Y sin ni siquiera notarlo, día tras día, veréis la transformación de vuestro pensamiento, de vuestras acciones, comprenderéis aquello que hasta ayer no entendíais, veréis poco a poco morir vuestros miedos y vuestras ansiedades, os sentiréis más fuertes, más vivos, hombres nuevos. Sucederá esto porque mi amor estará y actuará en vosotros para levantaros, consolaros, reprenderos con dulzura, para colocaros sobre el camino correcto. Yo os amo y quisiera veros felices y unidos a mí.
Por esto os pido que realicéis junto a mí un peregrinaje interior que os lleve al centro de vuestro ser, hasta el tabernáculo santo de vuestro espíritu. Aquí conoceréis la vida de Dios y finalmente la viviréis. Es un viaje santo que podéis cumplir solo si os entregáis a mí, si ponéis toda vuestra vida en mis manos, para que yo os pueda guiar interiormente.
Confiadme todo a mi, aún vuestro dolor. Permitid que sea Yo quien resuelva vuestros problemas y quien cure vuestras heridas. Permitidme liberaros de los pesos que os oprimen, de vuestras convicciones que os sofocan. Dejadme a mí la tarea de deshacer los lazos del mundo, de sus modas, de sus neurosis, de su tristeza, de su bajeza, de su permanente tedio. Esto es lo que el mundo os ofrece; bajo las luces centelleantes y artificiales está solo la obscuridad y la fría soledad de la noche. ¿no pensáis que os merecéis algo más que todo esto? Sois hijos de Dios; ¿por qué queréis vivir como esclavos?
Yo os conduciré a descubrir los tesoros ocultos en vosotros. Llegaremos allá donde nunca habríais pensado llegar. Y cuando toquéis la potencia de Dios dentro de vosotros y seáis finalmente concientes de vuestra dignidad, no buscaréis otra cosa que Dios y su vida. Sabréis qué cosa hacer y cómo hacerla en cada circunstancia. Tendréis la fuerza para vencer toda batalla contra el mal. Sabréis discernir y desenmascarar los malos maestros que os alejan de mí aunque hablan de mí; los lobos vestidos de cordero no os engañarán más.
Deseo que seáis libres y que sepáis estar cara a cara con Dios en vuestro espíritu. Tengo necesidad que seáis templos vivos de mi Espíritu, en los que vuestro prójimo pueda percibir mi presencia, y a través de los cuales sea edificado mi Reino. Deseo que seáis cofres colmados de tesoros, y no cajas de cartón llenas de fruslerías sin valor. Por esto, levantad vuestra mirada de la tierra y dirigidla a mí. Yo soy el único Maestro, y soy el único camino para llegar al Padre. Si tenéis fe en mí y os entregáis a vosotros mismos, estaréis unidos a Mí y yo os conduciré a mi Padre en la potencia del Espíritu Santo.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.