Las cosas visibles e invisibles

Más allá de la Gran Barrera

Queridísimos lectores:

el mensaje de Jesús de este mes encara un tema muy actual y discutido: el de la vida en el universo. Jesús lo inscribe en el contexto más amplio de la realidad tal como es en Dios, más allá de cuanto nuestros sentidos puedan percibir. He tratado ampliamente este tema en mi primer libro “Más allá de la gran barrera”,por lo que no me extenderé más. Les dejo el mensaje, augurándoles un camino de Cuaresma que sea de una profunda revisión  de  vida y de gran cercanía al Señor.

Los saludo y los bendigo en Cristo.

 

MENSAJE DE  JESÚS  DEL 12 de marzo  2011

“Os bendigo, hijos, al comienzo del camino cuaresmal que os conduce al encuentro conmigo muerto y resucitado.  Que sea vuestro camino un descubrimiento siempre más vivo y verdadero de la  dimensión profunda de vuestro espíritu y de la vida de Dios que está presente en vosotros. Los acontecimientos de la semana santa no deberían ser solo un recuerdo para revivir sino una  etapa hacia vuestra transformación: esto implica la muerte del hombre viejo que todavía  está en vosotros y el resurgir  de una criatura nueva, cuya semilla está presente en cada uno y debe germinar. Unidos a mí a través de un camino  de conversión y de oración podrán llegar a ser criaturas nuevas, para ser inundados por la fulgurante luz de la Pascua.

Le cose visibili e quelle invisibili

Hoy deseo introduciros en una mayor comprensión de la realidad que os circunda. Hasta ahora nos hemos detenido, sobre todo,  en la realidad que está dentro de vosotros, pero aquello que está en torno de vosotros es de la misma manera importante, porque es la dimensión  en la que se mueve vuestra existencia.

Existe una fracción  de realidad que podéis abarcar con vuestros sentidos, físicos y espirituales; o sea que la podéis ver y tocar si se trata por ejemplo, de una persona, de un animal o de una cosa;  la podéis percibir interiormente si se trata de un afecto, de un recuerdo, de cualquier cosa que no es palpable, pero que es otro tanto real respecto a aquello que lo es. En ambos casos se trata de alguna cosa visible; por visible entiendo una cosa que no escapa  a vuestra atención ni a vuestro entendimiento. Las cosas que observáis cada día y pasan delante  de vosotros, son las cosas visibles, con las cuales cada uno de vosotros se enfrenta. Ellas son fuente de alegría o de dolor, de tranquilidad o de inquietudes según vuestras experiencias y vuestras elecciones de fe. Desde la infancia sois educados para aprender a conocer y comprender la realidad visible, a través de aquello que los adultos os explican, de los estudios y de vuestras experiencias, hasta que  llegáis a establecer un contacto personal  y único con aquello que os rodea, y a moveros en el mundo real en torno vuestro

Muchos de vosotros, aunque se fatigan mucho en la vida, no consiguen entrar en sintonía con el ambiente externo. Su mundo interior no encuentra conexión con el exterior;  esto causa conflictos dolorosos y encierros en si mismo. Otros se dejan arrastrar más allá de lo debido por la realidad visible, y se proyectan fuera de sí mismos, de tal forma que su mundo interior  es sofocado por el exterior y esto comporta peligrosas fugas  de si mismos y de la vida.

Existe un solo camino que conduce a la armonía entre vuestra realidad interior y la externa a vosotros: ese camino es la fe. Sólo en la unión con Dios, que es la fuente de la vida y el creador de todo podréis descubrir el sentido  y la medida de cada cosa, comprenderla y discernir aquello que es bueno y útil. La entrega de vuestra  vida a mí, a través del Corazón Inmaculado  de mi Madre, os conduce a la comprensión de la realidad tal como ella es en Dios y no solo como ella aparece a vuestros  ojos. La mirada de  la fe es una mirada más amplia y más límpida,  porque se alimenta del pensamiento de Dios que El os transmite por medio del Espíritu Santo.(1)

Pero la mirada de la fe se expande también más allá de lo que es visible  y perceptible por vuestros sentidos. Hablo de una realidad invisible a vuestros ojos, pero no por esto menos concreta e importante. Sobre esto me gustaría detenerme hoy, junto a vosotros. Pocos de vosotros reflexionan sobre esta realidad; muchos  le temen, también entre los cristianos, al punto, que las cosas invisibles, que también las ha creado Dios, son desvalorizadas y a veces consideradas como supersticiones heredadas del pasado. La racionalidad que atenaza al hombre  de la Tierra, comprendidos los cristianos es una muralla que os separa  del mundo invisible. Sin embargo el existe y os atañe mucho más  de  lo que pensáis.

La vida del universo entero se expresa en dos grandes realidades: la espiritual y la material. Ellas son bien diferentes entre sí, pero no por eso separadas; El espíritu compenetra la materia,  que no podría existir si él.  Pensad en el hombre: su cuerpo no vive sin el espíritu, y la muerte acontece al momento de la separación del espíritu del cuerpo. Lo  mismo sucede con una planta, un animal, un mineral, que tienen en sí el  aliento de la vida que les asegura a ellos un ciclo  vital.(2)  Toda cosa material es de toda forma tocada y compenetrada por el  espíritu. La materia no puede existir sin el espíritu, mientras el espíritu puede subsistir sin la materia. Vuestro espíritu, por ejemplo, vive   eternamente aún después de  muerte.

El universo está hecho  de incontables dimensiones en las cuales el espíritu y la materia están en diversa relación entre ellos. Existe la dimensión terrenal en la cual vivís, donde  el espíritu y la materia conviven, no siempre pacíficamente. Según vuestras opciones de vida podéis dar la primacía al espíritu o bien a la materia. Muchos de vosotros se contentan con el aspecto material de la vida y se dejan guiar por los instintos de su carne que llevan siempre al egoísmo. Otros eligen  vivir unidos a mí y privilegian la vida espiritual; estos entran en relación con el Espíritu Santo que los guía. En ellos el espíritu prevalece sobre la carne y llegan  a un conocimiento de la realidad más profundo.

Existe la dimensión ultraterrena del Paraíso y del Purgatorio, en las cuales las almas continúan viviendo después de la separación del cuerpo. Existe la dimensión de los espíritus puros, en la cual se mueven los ángeles. Existe también la dimensión del infierno. En estas dimensiones que vuestros sentidos no perciben, la materia está ausente. Aún  siendo invisibles estas dimensiones son reales.

Además de la dimensión terrena y de aquellas ultraterrenas del puro espíritu,  existen otras dimensiones en el universo en las cuales está presente la vida humana, hecha de espíritu y de materia. Estoy  hablando de la presencia de otros hombres en el universo, que es una parte inmensa de la creación, y es una realidad, también ella,  concreta e indiscutible. (3)  ¡Deseo que toméis conciencia del hecho  que no estáis solos en el universo!

Dios no ha creado solamente al hombre de la Tierra, así como no ha creado  sólo la Tierra. ¿Qué os hace pensar  que Dios os haya creado solamente a vosotros? ¿Por qué limitáis la omnipotencia de Dios y tratáis de aprisionar su pensamiento nivelándolo al vuestro? Sabed que el universo es inmenso, como inmensa es la potencia creadora de Dios, que no puede ser medida con criterios humanos. Son muchos los hombres que viven sobre otros planetas, en realidades físicas y espirituales a menudo muy diferentes de las de la Tierra. Sin embargo todos los hombres están mancomunados por una misma dignidad y por un mismo destino: han sido creados a imagen y semejanza de Dios, han sido redimidos por mí, y son hijos de Dios como vosotros, destinados a entrar en la gloria de mi Padre, en el fin de los tiempos; entonces le entregaré a El la humanidad entera  renovada y redimida.

Al principio de la creación la humanidad era una, destinada a vivir en armonía con el Creador. Los hombres fueron llamados a elegir ser o no ser fieles a Dios, a colaborar  con El por el bien de toda la creación, o no. Algunos  permanecieron fieles, mientras otros, entre los cuales vuestros progenitores, se rebelaron contra Dios. Otros permanecieron  dudosos y no tomaron una decisión plena.

El pecado de rebelión cometido por una parte de la humanidad ha dividido  la humanidad entera y os ha separado  de vuestros hermanos. Desde entonces, los hermanos que permanecieron fieles a Dios viven en realidades espiritualmente muy elevadas, poseen  un conocimiento muy por encima del vuestro, que los hace en mucho superiores a vosotros en el campo espiritual, científico y tecnológico. Los hermanos que  permanecieron indecisos, son espiritualmente  más débiles, pero no son malvados, por eso su espíritu es más fuerte que el vuestro. Vuestra realidad la conocéis bien,  y es similar a la de otros rebeldes como vosotros. Sin embargo la humanidad de la Tierra se encuentra en una condición peor, porque, a diferencia de todos los demás,  ha contraído alianza con  Satanás, y  él reina en muchos corazones.

Yo he venido a la Tierra, en medio de la humanidad más frágil y rebelde del universo; aquí me encarné muriendo y resucitando de una vez para siempre, para el bien de todos los hombres del universo, sea donde sea que se encuentren. Con mi sacrificio he reparado la gran fractura producida por el pecado original entre Dios y los hombres y entre los diversos hombres del universo. He venido entre vosotros pero no solamente por vosotros. He venido a la Tierra  para hacer de todos los pueblos un solo pueblo, una humanidad nueva destinada a una creación nueva, no más agobiada por la corrupción y el pecado. Dios une, mientras Satanás separa. Vuestros progenitores seducidos por el enemigo y aliados con él han causado muchas divisiones, y han perdido la memoria de lo que fueron, al punto que vosotros ni siquiera sabéis de la existencia de otros hermanos. Estáis amurallados sobre vuestro planeta y pensáis que sois los  únicos y los mejores, mientras que no es así. No os dais cuenta que sois débiles e incapaces de moveros en el universo y ni siquiera estáis en condición de conocer su naturaleza y su dimensión.

Deseo deciros hoy que tenéis otros hermanos  que son hijos  del Padre mío y vuestro. ¡Estos hermanos fieles a Dios son totalmente puros! Os aman y ruegan por vosotros; silenciosamente  os siguen en vuestro cansador camino terrenal.  A menudo os han ayudado a lo largo de la historia y todavía hoy  os ayudan  sin que vosotros seáis conciente de ello. Lo hacen porque Dios lo desea, desea que la humanidad vuelva a estar unida en la fe en El, en la esperanza y en el amor.

Ya conozco vuestra pregunta: ¿Por qué no has hablado antes? ¿Por qué no hay ni rastro de esto en el Evangelio? Yo os digo  que he hablado de esta realidad a mis apóstoles. ¿Por qué no habría debido hacerlo? Acaso ¿no da gloria a Dios la obra de sus manos? No sólo, sino que el anuncio de la salvación debía y debe  ser llevado a todos los pueblos del universo, y no solo a los de la Tierra. También esto entraba en el mandato a mis apóstoles y en el mandato a cada uno de vosotros. Muchos hermanos de otros planetas esperan  vuestro testimonio, porque es un vuestra humanidad que el  Salvador se hizo hombre, vuestros padres han visto y oído mi obra y mis enseñanzas. Os preguntáis ¿cómo podéis hacer esto? Dejad que sea Dios el que os muestre cómo. El tiene todos los medios  para haceros capaces de realizar vuestra misión. Preguntaos más bien si estáis dispuestos a hacerlo o si preferís no creer en esta realidad  porque el Evangelio no habla, los científicos no saben, los sacerdotes dudan, porque tenéis miedo  que os tomen por visionarios, etc, etc.

En el tiempo de los Apóstoles, la humanidad no quiso  recibir esta revelación, no porque no estuviera en condición de recibir esta revelación, sino porque no la deseaba.  En las primeras comunidades cristianas este tema fue causa de muchos  problemas  y de profundas rebeliones. Mis apóstoles  entraron en el silencio, y así otros después de ellos, hasta que se perdió el recuerdo de este tema. Por lo demás  yo mismo he hablado en parábolas,¡ y de muchas cosas no he podido hablar abiertamente! ¿Queréis un ejemplo? Pensad  en la existencia de América. ¿Encontráis quizá alguna noticia en el Evangelio, u os han hablado  de eso los Apóstoles?  No, y sin embargo ese continente existía, y también vivían ahí otros hombres, hermanos vuestros, a los cuales debía llegar algún día el anuncio del Evangelio.  Lo habéis descubierto después. Si os hubiera hablado abiertamente cuando estaba en la Tierra no me habrían creído.

No obstante esto,  Dios no ha dejado a lo largo de los siglos de daros signos de la existencia de otros hermanos en el universo, y muchos testigos entre vosotros os han hablado. Ellos fueron burlados y perseguidos pero han mantenido viva una luminaria para que esta verdad no fuera sepultada  bajo los escombros de la mentira y de las tinieblas. A los mismos poderosos de la Tierra les fue concedido de muchos modos conocer la existencia de esta grandiosa realidad,  a fin de informaran a los pueblos de la Tierra. ¿Y qué sucedió? Vuestros conductores, hoy como ayer, os han engañado.  Nunca os han querido revelar aquello que sabían sobre la vida en el universo. Temen perder poder y privilegios y tenerse que enfrentar  con otros jefes en  mucho más sabios que ellos, representantes de civilizaciones superiores a la vuestra. Los hombres corruptos de la Tierra temen aquello que no pueden dominar y ocultan lo que no quieren aceptar. De esta forma creen impedir a otros conocer y aceptar aquello que no es cómodo para ellos. Vuestros gobernantes os embrollan y os privan del conocimiento de una realidad que os pertenece por derecho, por ser hijos de Dios y habitantes del universo.

Hoy os anuncio que se acerca el tiempo en que será revelada por Dios, en los tiempos  y formas que el Padre  disponga, la presencia de la vida de otros hombres en el universo. Si, hijos, yo os aseguro que la verdad de Dios será manifestada a la humanidad entera tal como es, y no según las interpretaciones  y las simulaciones de los hombres. Serán iluminadas las cosas visibles y las invisibles, y ellas se mostrarán sin más impedimentos. Esto no sucederá indiscriminadamente, y tampoco con aquellos signos impactantes que muchas personas superficiales esperan. Sucederá en el espíritu de aquellos hombres que creen en Dios Padre, y que se entregan a El por medio del Hijo en el Espíritu Santo, a través del Corazón Inmaculado de María. A estos hijos fieles les será dado el conocimiento verdadero, profundo, inconfundible de la realidad. Ellos ayudarán a los demás a llegar al mismo conocimiento, y el se transmitirá de espíritu a espíritu; los poderosos de la Tierra no podrán hacer nada por impedirlo. Se formará sobre la Tierra un pueblo nuevo en condición de discernir la verdad de la mentira, que no se dejará encantar más por voces engañadoras. Después vendrán también los signos externos para confirmar  todo lo que ya vivirá en el  alma de los justos.

Por esto os digo, que si estáis completamente entregados a mí, prontos para servir en mi  obra, conoceréis todo aquello que se mueve en el universo, aquello que es visible y lo invisible. No permitiré más a los poderosos y a los prepotentes esconder a los ojos de los pequeños y de los pobres mi obra. La vida del universo es obra de Dios. Cada hombre creado es obra de Dios, cualquiera sea el planeta en el que se encuentre viviendo. Nadie puede arrogarse impunemente el derecho de ocultar mi obra, ni de deformarla o  ridiculizarla. Propiamente esto ha sucedido hasta hoy sobre la  Tierra. Os he dejado libres, en mi bondad, de actuar como mejor pensabais. Os he enviado señales y profetas. A muchos de vosotros he enviado hermanos de otros planetas, fieles a mí, que os han hablado de muchas cosas. He esperado vuestra conversión, pero inútilmente. Vuestra humanidad no quiere ver, finge no conocer, es obstinada y rebelde.

Ahora el tiempo está por caducar.  No obstante la corrupción de muchos, sobre la Tierra hay hombres que aman a Dios, que se entregan a El y que se mantienen fieles en medio de tantas pruebas. Sin embargo, no son muchos. Con este pequeño resto se reiniciará con potencia la obra de Dios, y el anuncio de la salvación será llevado a todo el universo. Cada hijo de Dios, sobre cada planeta tendrá la posibilidad de conocerme, amarme, seguirme. Toda la humanidad deberá encontrarse cara a cara conmigo, antes o después. Si estáis preparados a ser parte de mi pequeño resto,  entregándome la vida con sinceridad y amor,  los hermanos del universo fieles  a Dios, vendrán a vosotros y los encontraréis. No será un encuentro entre extráneos   que se miran con sospecha, sino que será el encuentro entre hermanos por mucho tiempo separados. Será un abrazo lleno de amor. Ellos os ayudarán a elevaros siempre más a Dios, y lo mismo harán  con otros hermanos de otros planetas  necesitados de ayuda. Poco a poco  serán reunidos todos mis hijos dispersos en el universo,  serán renovados en el espíritu y en el pensamiento, mediante la  comunión entre ellos en mi  Espíritu. Será un pueblo nuevo, el verdadero pueblo de Dios.

No pasará mucho tiempo antes de que todo esto suceda. Mi acción será siempre rápida y precisa, porque es grande la necesidad de salvación  de tantos hombres en el universo, y su clamor llega hasta mí. Por esto intervendré con potencia en la historia de la humanidad,  sirviéndome de hombres honestos, íntegros,  y carentes de ambiciones. No se os pide conocer cómo y cuándo se realizarán los planes de Dios, ni cumplir con grandes emprendimientos. Se os pide poneros  a disposición plenamente, entregándome a mí vuestra vida, para que yo pueda actuar en vosotros hasta transformaros. Así vuestra vida será instrumento de vida y de salvación y alcanzará con amor las cosas visibles y las invisibles. Vuestra vida renovada será vuestra fuerza y vuestra alegría, será una piedra viva en el edificio de Dios.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

(1)He hablado profundamente sobre el pensamiento de Dios  en nosotros en el libro  “Reescribir la Historia. Vol.  1 En el pensamiento de Dios”.

(2)En el libro “Más allá de la gran barrera” en cap. 5 al 13 he hablado del aliento de vida en la creación y del hombre compuesto de espíritu, alma y cuerpo.

(3) Sobre la vida en otros planetas he hablado extensamente  en el libro “Más allá de la gran barrera” en el cap.6.

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