Los instrumentos de Dios en este tiempo

Muy apreciados lectores:

Os escribo algunas líneas para ayudaros a encuadrar mejor la acción de Dios a través  de los instrumentos especiales  que ha elegido para este tiempo. Deseo que estéis en condición de comprender la acción de Dios  a través de tales instrumentos. De esta forma estaréis preparados para recibir el mensaje de próximo mes que demandará de todos nosotros un paso concreto.

Dios había reunido a María Santísima, los apóstoles y los discípulos de Cristo en el cenáculo para Pentecostés, para que por medio de la Iglesia, el anuncio de la salvación fuese llevado a todo el universo. En este tiempo  ha implementado tres instrumentos especiales para la Pentecostés cósmica.(1) con el fin de recapitular en sí todo el universo y colocarlo en las manos de Dios Padre. Así la salvación  sería llevada a su cumplimiento.

Estos instrumentos actúan  a nivel del puro espíritu. No se imponen ni  interfieren entre ellos, salvo contra el mal. Llevan la potencia que divide la luz de las tinieblas, la cizaña del grano. (2) Atraen a toda alma de buena voluntad y la ayudan a entrar en la dimensión del puro espíritu. Cuantos eligen a Jesús y se unen a su Espíritu,  son potenciados e introducidos en la Pentecostés cósmica. Es pueblo de Dios será de esta forma reforzado y Dios, gradualmente atraerá a todos los hombres de buena voluntad. Así liberará a la humanidad entera de la esclavitud y de la corrupción.

Todo esto no se contrapone a la acción de la Iglesia sino que lleva a todos  hacia la meta anunciada por Jesús. La acción de estos tres instrumentos es como un fermento que hace crecer al pueblo en el Espíritu. La potencia de Dios abarca también a las personas  fuera de la Iglesia; todo y todos serán tocados y cada uno deberá dar respuesta al Dios único.

Por lo que me ha sido explicado esta es la Iglesia que desciende del cielo, la  vida de Dios en medio de los hombres, como  es entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. Entonces estaremos, finalmente, en la creación nueva, (3) y la Iglesia universal será la Eucaristía viviente, la manifestación de la Santísima Trinidad.

Os saludo y os bendigo en Cristo.-  Stefania Caterina

MENSAJE DE JESÚS  del 5 de setiembre de 2011

Queridísimos hijos: aquí estoy nuevamente con vosotros. Deseo continuar la conversación sobre el tiempo en el que vivís, profundizando  el aspecto de mi acción.

Ya os he dicho que todo lo que existe deberá ser recapitulado en mí, para ser liberado de la corrupción, transformado e introducido definitivamente en la  creación nueva, al final de los tiempos. Se trata de un proceso gradual que sin embargo se ha iniciado ya, y avanza velozmente,  porque la situación en la que se encuentran  diversas humanidades en el universo, en particular, la humanidad de la Tierra, es grave, y el Padre desea intervenir, a través de mí, para salvar a sus hijos, donde sea que se encuentren. Por esto la acción de la Santísima Trinidad se está haciendo siempre más intensa  en el universo, y está destinada a revelarse siempre más  a los ojos de cuantos  tienen fe, y desean cooperar  con esta acción.

Dios no actúa nunca solo por más que sea El Omnipotente.  Ha elegido, en efecto, servirse de la colaboración de sus criaturas para actuar, y esta es la señal de la confianza  que tiene en ellas. Dios ha pensado que sus criaturas fuesen capaces de actuar al unísono con El, y esto debería haceros comprender la dignidad que cada uno de vosotros tiene, no obstante los límites y las fragilidades propias de  toda criatura. Dios sobrepasa el límite estructural  de sus criaturas, haciendo de tal forma que su poder y su gracia colmen toda deficiencia, a cambio de que cada criatura reconozca su límite y se sujete  con amor a la guía divina. La fidelidad absoluta a Dios y la disponibilidad para colaborar con Él, vuelven a cada criatura  capaz de sobrepasar, a su vez los  límites que encuentra en sí  misma y a su alrededor.

Dios se sirve entonces de cada uno de vosotros, si estáis dispuestos a entregaros completamente a Él. Lo hace según vuestras capacidades,  que no son todas iguales, porque Dios no pretende nunca más  de lo que cada uno  puede hacer.  Cada uno de vosotros es como una copa preciosa, adaptada para contener  la  potencia y la gracia de su Creador.

En el pueblo de Dios existen vasos más grandes y vasos más pequeños, según la sabiduría de Aquel que los ha plasmado. Todos, sin embargo, están destinados a ser llenados completamente por el amor y por la grandeza de Dios y alcanzar así la plenitud, independientemente de su medida. Esto puede suceder solamente si cada uno de vosotros está dispuesto a dejarse llenar. Por esto, el logro de la plenitud, ya sea en el ser como en el obrar, es en vosotros proporcional a vuestra libertad, a la respuesta en la fe, a la fidelidad y a la disponibilidad frente a Dios, el cual nunca os fuerza ni os obliga a aceptar sus regalos, si no los queréis.

Si toda criatura es importante y preciosa para Dios, hay criaturas, sin embargo, que Dios utiliza especialmente  para beneficio de todo su pueblo, porque su estructura y su respuesta la vuelven idóneas para desarrollar tareas  más  comprometedoras. Son estos los grandes  instrumentos de Dios, que  Él utiliza para vuestro bien. Algunos los utiliza siempre; otros en fases particulares de la historia del universo, como sucede con la actual. Es justamente de estos instrumentos de los que hoy  quiero hablaros.

Antes, sin embargo, deseo que comprendáis una cosa importante: existe una acción de cada uno de vosotros que se desarrolla en la fisicidad  del cuerpo, como los gestos que hacéis cada día, y que produce sus efectos sobre todo en el mundo material. Existe una acción  que se desarrolla en el espíritu, cuyos efectos se manifiestan sobre todo a nivel espiritual. Por ejemplo, cuando rezáis por alguien, vuestra acción es a nivel del espíritu y toca el espíritu de aquellos por los cuales rezáis. Lo mismo sucede cuando perdonáis a alguien: vuestra acción, a nivel del espíritu, produce efectos benéficos en el espíritu de quien fue perdonado. Es una acción que no se ve pero que existe y es muy poderosa, porque conmociona lo profundo de todo aquello que toca. Dios utiliza siempre sus instrumentos, sea espiritualmente, como físicamente, según su naturaleza, las necesidades y de su querer.

El instrumento del cual Dios habitualmente se sirve es su pueblo, o sea la Iglesia. Cuando hablo de Iglesia no me refiero a una organización humana, basada sobre leyes y jerarquías. Hablo del pueblo santo de Dios,  real y sacerdotal, que acoge y encarna mi palabra, y  da testimonio  de mi muerte y resurrección, cumpliendo así un ministerio  profético a favor de la humanidad entera. (4) Mi Iglesia está  compuesta por todos aquellos  que se entregan sinceramente a Dios y que me acogen  como Hijo  de Dios y Redentor.

Además de su pueblo existen otros instrumentos que Dios utiliza en razón de necesidades especiales y de los tiempos históricos que la humanidad atraviesa.

En este tiempo, Dios se sirve en modo particular de tres instrumentos. Son muy poderosos y trabajan al unísono conmigo, en diversas dimensiones del universo. Me ayudan en mi obra,  para que toda la creación sea recapitulada en mí. Deseo que tengáis conocimiento de la acción de estos instrumentos para que os sintáis en comunión con ellos y los sostengáis con vuestra plegaria.

  • El primer gran instrumento en este tiempo está constituido por las legiones angélicas, con San Miguel Arcángel  a la cabeza. A su lado están otros seis arcángeles muy poderosos: San Gabriel, San Rafael, San Uriel, San Jehudiel, San Sealtiel, y  San Barachiel. Estos son los siete grandes arcángeles. Todos los demás ángeles, del más pequeño al más grande, pertenecen a las siete legiones, a cuyas cabezas están los siete grandes arcángeles.(5) Estos últimos son sacerdotes que ofician la Liturgia celestial a la cual está unida también la Liturgia de la Tierra. Ofrecen continuamente a Dios la creación entera, las plegarias y los sacrificios del pueblo de Dios

Los siete grandes arcángeles están delante del trono celestial. Contemplan continuamente el rostro de Dios  y son colmados de su luz;  reflejan esta luz sobre todo el pueblo de Dios. Interceden por todos vosotros,  abren el camino a cuantos desean servir a la Santísima Trinidad y protegen la creación. Parten desde el trono de Dios para cumplir  las misiones que Dios les confía. No existe dimensión en el universo a la cual no puedan llegar.

En este tiempo, San Miguel   ha recibido de mí la tarea de mantener  protegido mi pueblo en cualquier parte del universo, y en particular sobre la Tierra. Ayudará a mis hijos a atravesar la purificación  que le espera a la humanidad, los protegerá  de los ataques del mal.

He dado el poder a San Miguel de dividir la luz de las tinieblas en medio de mi pueblo: ninguna hipocresía podrá subsistir ya más  entre aquellos que se dicen  creyentes e invocan mi nombre.  Sobre todo sobre la Tierra, mi pueblo debe ser purificado de las demasiadas ambigüedades y de los compromisos con el espíritu del mundo. Deberéis escoger:¡o conmigo hasta el fondo, o contra de mí!  No me refiero a vuestras debilidades de criaturas, que las comprendo y perdono. Hablo de las traiciones, de las mentiras,  de los intereses y de los deseos  contrarios a mi Espíritu, que serpentean entre los cristianos  y que han enlodado y ensucian mi Nombre. San Miguel no tendrá miramientos con aquellos que mienten delante de Dios, que bendicen con los labios  y maldicen con el corazón y venden a los justos  por pocas monedas.

San Miguel ha recibido también la tarea de preparar mi retorno y es mi precursor en este tiempo, y sabe bien cómo instruir a aquellos que le han sido confiados.

Los siete grandes arcángeles, con sus legiones, recorren incesantemente el universo. Desde siempre, y hoy más que nunca corresponde a los ángeles la tarea de abrirles el camino a los hombres de buena voluntad, de anunciarles los eventos que tendrán lugar, de ayudarlos a comprender lo que Dios prepara. Entre los ángeles y los hombres  debe revivir aquella profunda comunión, prevista por Dios desde el principio. Hombres y ángeles, en el plan de Dios, están llamados a gobernar juntos la creación entera en nombre de Dios, cada uno en su propia originalidad  y  misión.

Los ángeles, negados por muchos cristianos en la Tierra, volverán a hacerse ver y sentir con fuerza por cuantos pertenecen a Dios y le son verdaderamente fieles. Se manifestarán en sueños y visiones como nunca antes, con el fin de preparar el espíritu de los justos y hacerlos participantes de mi obra.

Por esto rezad a los ángeles y manteneos unidos a ellos, consideradlos como hermanos de luz, que se toman el cuidado de vosotros y desean haceros compañía. Os aseguro que recogeréis grandes frutos de la comunión con ellos.

  • El segundo instrumento está constituido por un  grupo de personas que he convocado para una tarea particular, eligiéndolas de diversas humanidades del universo,  incluida la de la Tierra.

Estos hermanos y hermanas vuestras están unidos entre sí en mi Espíritu, y actúan principalmente en espíritu. Ellos forman un núcleo compacto que trabaja junto a los siete arcángeles; San Miguel está a la cabeza de este núcleo y es su responsable delante de Dios.

Sabéis que todo cuerpo  está formado por innumerables células, y cada una debe funcionar para mantener  en  vida el organismo entero. Así es en el pueblo de Dios: cada fiel, cada grupo que se une para vivir la comunión en mí,  forma una célula que da vida a mi Cuerpo Místico. El grupo de personas de que os hablo, fue elegido para ser una célula particularmente activa y capaz de activar muchas otras. Lo defino Núcleo Central, porque es una componente fundamental de mi acción en este tiempo,  y desarrolla su potencia en el centro, o sea en el corazón de mi pueblo.

No se trata de un gran número de personas, no supera los cincuenta miembros, ni de individuos más meritorios o dotados que otros. Se trata de personas que se han mostrado listas para responder a mi invitación y a llegar hasta el fondo, obstante las muchas pruebas que han debido afrontar. Dios no se fija nunca en los méritos de una persona cuando la llama, sino que escruta la  profundidad del espíritu. El busca la sinceridad, la docilidad, la obediencia al Espíritu, que es la primera obediencia, el amor y la fidelidad absoluta a El, que las lleva a elegir a Dios por encima de toda otra cosa y de todo otro interés humano.  El Núcleo Central está formado justamente por esta clase de personas, a las cuales he podido confiar una misión especial para este tiempo.

¿Cuál es la misión de los miembros del Núcleo Central?  Sobre todo ofrecer su vida a Dios, los unos por los otros, formando así  el primer núcleo del universo en el cual hombres y mujeres, pertenecientes a diversos planetas, trabajan lado a lado  por el reino de Dios, y viven la comunión universal.

Es la potencia de Dios la que hace posible esta comunión, más allá de toda distancia física y la vuelve intensamente operativa a favor del pueblo íntegro de Dios. Un día será así para todos, porque la humanidad esparcida sobre tantos planetas deberá reunirse y formar un solo pueblo, el pueblo de Dios, un solo rebaño y un solo Pastor. (6)  Se trata de un proceso gradual, en el cual el Núcleo Central abre el camino al pueblo de Dios, hacia la comunión universal.

Los miembros del Núcleo Centra están especialmente unidos al sacerdocio de los siete arcángeles,  como deberá suceder para todo mi pueblo: el sacerdocio real  de mis fieles, en efecto no podrá prescindir, en efecto de la comunión con el sacerdocio de los siete arcángeles, que garantiza la plena comunión con la Liturgia Celestial.

El Núcleo Central recorre el universo y lleva a todos lados el anuncio de la salvación,  para que cada hombre pueda conocerme y creer en mí, que sea bautizado en mi nombre y  resulte conciente de mi acción en este tiempo, de la necesidad de ser recapitulado en mí.

Los miembros del Núcleo Central actúan en el universo, en espíritu, pero también físicamente, porque muchos de ellos  pertenecen a humanidades muy evolucionadas, que desde siempre están en condición de cubrir distancias para vosotros imposibles; de tal modo que donde no llega uno, llega  el otro. Es mi deseo que estos hermanos vuestros actúen  con potencia donde sea que haya necesidad.

El Núcleo Central alcanza en espíritu todas las dimensiones del universo, los vivos como los difuntos y enfrenta abiertamente las fuerzas del mal, para proteger al pueblo de Dios y abrirle el camino a todo hombre de buena voluntad. La misión del Núcleo Central es delicada y muy  comprometida, por esto goza de una protección  del todo especial.

Todos los miembros del Núcleo Central están  llamados a ofrecer  la propia vida a Dios, a través del Corazón Inmaculado de María, sin condiciones y sin compromiso, a favor de todo el pueblo. Están llamados a tomar sobre sí las cruces  de la humanidad, no para ser aplastados, sino para ofrecerlas a Dios y transformarlas en la victoria de mi resurrección; por esto deben recorrer incesantemente mi camino, unidos a mí, para pasar continuamente de la muerte a la resurrección.  Así ellos interceden a favor de todos, los vivos y los difuntos.

En los miembros del Núcleo Central viven y actúan al máximo la paternidad y la maternidad espirituales. Son padres y madres de la humanidad porque a  través de ellos fluye con potencia la vida de Dios y se comunica a muchas almas. Por eso viven  una comunión especial con María Santísima y San José; están llamados a amar a todo hombre, sin ninguna distinción  de razas y de pueblos. Cada hijo de Dios está confiado a su paternidad y a su maternidad sin preferencia alguna.

El Núcleo Central no se coloca por encima de nadie, ni sustituye a la Iglesia, o sea al pueblo de Dios, sino que está simplemente llamado  a ofrecerse a Dios y a actuar según sus órdenes para dar y vigor e impulso a la vida de toda la Iglesia, abriendo espacios siempre nuevos para la misión de mi pueblo.

El Núcleo Central asiste y protege al pueblo de Dios, pero no es una institución jerárquica, porque vive según las leyes purísimas del Espíritu, que no contempla jerarquías, sino servicio.  Cumple un servicio pero no da órdenes a nadie, salvo a las fuerzas del mal que deben replegarse frente al poder que emana.

Ni siquiera recibe órdenes de ninguna jerarquía humana porque está bajo mi autoridad directa y yo dispongo según mi querer. ¿Acaso no puedo hacerlo? ¿No me llamáis Señor?  Dejad entonces que haga lo que deba.

El Núcleo Central es un regalo de mi Corazón a la humanidad, si lo queréis recibir. No estáis obligados  a creer en lo que os digo, porque sois libres. Por lo demás os conozco bien: pesáis cada palabra mía  en la balanza de vuestros intereses, de vuestra ciencia, de la doctrina, de las conveniencias humanas, religiosas y sociales. Sabed, sin embargo, que si rechazáis este regalo, os encontraréis después en dificultades, porque el tiempo corre veloz y mi accionar es otro tanto rápido. Si no os unís a los instrumentos previstos para este tiempo os arriesgáis  a no estar preparados para los acontecimientos que os esperan. Es muy importante para vosotros estar unidos a estos instrumentos. Por lo tanto os aconsejo sentiros en comunión  con el Núcleo Central. No se os pide grandes acciones sino  que os unáis espiritualmente a estos instrumentos mediante la plegaria y vuestra entrega a Dios. Seguramente que sacaréis beneficio.

No importa cuánto lográis ver o entender  de mi acción; por ahora son importantes vuestra docilidad y la prontitud en la fe. Un día todo os será revelado en su integridad, porque Dios es Luz y no tiene secretos; sin embargo El protege sus dones hasta que el pueblo  sea lo suficientemente maduro para recibirlos plenamente. Por eso la acción  de estos instrumentos es por el momento silenciosa, pero será gradualmente manifiesta. En Dios todo sucede gradualmente y  con orden,  sin traumas y sin escándalos.

  • El tercer  instrumento está constituido por las humanidades fieles que viven en diversos planetas.  Se trata de aquellas humanidades cuyos progenitores eligieron desde el inicio servir a Dios y no han cometido pecado original.(7)

Se encuentran por lo tanto en una condición de vida totalmente diferente de la vuestra, porque no ha entrado en ellas el mal y han conservado muchas de las prerrogativas originales, sea tanto a nivel espiritual como físico. Su civilización se ha desarrollado rápidamente y poseen un conocimiento muy superior al vuestro en todos los campos. Son hombres como vosotros y también ellos esperan ser finalmente reunidos con todos sus hermanos esparcidos en el universo para entrar  con ellos en la creación nueva. (8)

Estos hermanos os aman mucho y se ponen  a disposición de Dios para ayudaros. Muchas veces fueron enviados por Dios a socorreros, sobre todo en los albores de vuestra historia, cuando vuestros antepasados apenas lograban sobrevivir. Todavía hoy ellos os ayudan y  reparan los muchos daños que os causáis a vosotros mismos y a vuestro planeta. Vigilan sobre vosotros por orden de Dios e intervienen, a pesar de vuestro desconocimiento, cuando un  peligro muy grande está sobre vosotros; están en condiciones, en efecto de actuar sin ser vistos por vosotros o por vuestros instrumentos; han hecho y hacen mucho  por vosotros. No actúan nunca por propia iniciativa, sino siempre bajo las órdenes de Dios y en estrecha colaboración con las legiones angélicas, por intermedio de la cuales reciben todas las indicaciones para actuar según los deseos de Dios.

Ahora es el tiempo en que la acción de estas humanidades fieles se intensifique a favor de cuantos, como vosotros, se encuentran en situaciones más desventajosas. Sus capacidades espirituales y física y su bagaje de conocimientos científicos y tecnológicos serán de gran ayuda en este tiempo. En primer lugar se manifestarán a cuantos entre vosotros están  preparados para recibirlos. Os ayudarán a desarrollar las facultades del alma, necesarias para vuestra misión, que están dormidas en cada uno de vosotros y que deben ser despertadas mediante procesos espirituales y físicos muy profundos y delicados. Si estáis abiertos a mi Espíritu, recibiréis una gran ayuda de estos hermanos. No los enviaré a quienes desean conocerlos por curiosidad, mucho menos a aquellos que pretenden despertar las propias capacidades para dominar a los demás.

Sabed que se acabó el tiempo en que los hombres disfruten de los dones de Dios; de ahora en adelante las gracias serán dadas a quien desea pertenecerme y ser recapitulado en mí, a quien está dispuesto a darme su vida con absoluta sinceridad y fidelidad. Quien no está dispuesto a hacer esto, y no tiene en sí mismo el deseo de Dios, perderá también las gracias que ha recibido gratuitamente. Así se cumplirán mis palabras: “a quien tenga le será dado, y lo será en abundancia; pero a quien no tenga, aún lo que tenga le será quitado”. (9)

Después de haber terminado de visitar y preparar a todos aquellos que habré juzgado  listos, estos hermanos del universo se manifestarán abiertamente a toda la humanidad de la Tierra y de otros planetas. Será una manifestación absolutamente pacífica, dirigida únicamente a despertar a esa parte de la humanidad indecisa y escéptica. Muchos despertarán; serán instruidos y ayudados en todo.

Para los enemigos de Dios, en cambio, será un día terrible. Ni siquiera contra estos, vuestros hermanos harán uso de armas o de violencia alguna,  sino que su manifestación pondrá definitivamente en crisis los   planes de Lucifer y de sus adoradores para conquistar el universo. Para realizar estos planes los secuaces del demonio han trabajado siglos, pero deberán rendirse a la superioridad de las humanidades fieles a Dios y a su absoluta entrega a Dios.

Para Lucifer será el principio del fin, porque no podrá mantener sus vanas promesas de resultar señor del universo, de someter a sí  toda la humanidad y de conceder poderes y privilegios a sus servidores.

Los hijos de Dios, en cambio, gozarán de la comunión con los hermanos de otros planetas que tienen el mismo amor a Dios, el mismo deseo de ofrecerle la vida y de servirlo fielmente. Gozaréis y también mi  corazón gozará; será el comienzo de vuestra liberación.

Me detengo aquí, pero ¡pero no temáis! Os conduciré paso a paso  a través de los acontecimientos de los que os hablo; si tenéis fe en mí no os encontraréis sin preparación.  No os pido grandes obras sino la disponibilidad de entregaros a vosotros mismos dejando de lado todo interés y todo cálculo humano. Vuestro futuro  está en las manos de Dios. Podréis enfrentarlo solo confiándoos a El.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

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(1)Me ha sido explicado que el anuncio de la salvación será llevado también más allá de la Tierra, en todo el universo, por medio de una potente acción del Espíritu Santo. Será  un Pentecostés cósmico. He hablado de la acción de Dios y del Pentecostés cósmico en mi libro “Reescribir la Historia- Vol I- En el pensamiento de Dios” en el cap. 6.

(2) Cfr. Mt 13

(3) Cfr. Ap 21,22

(4) Jesús habla extendidamente del pueblo real y sacerdotal en el Mensaje de Navidad de 2010. publicado en este sitio.

(5) He profundizado el tema de los siete grandes arcángeles y de los ángeles en general, en el libro “Más allá de la gran barrera” en el cap.3

(6) Cfr. Jn.10, 16

(7) Cfr. “Más allá de la gran barrera” cap.6

(8)  He hablado extensamente de la nueva creación y del camino de la humanidad hacia ella, en los libros “Más allá de la gran barrera” cap.15 y “Reescribir la historia…” cap.7

(9)  Cfr. Mt.25, 29

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