ALFA y OMEGA

Queridos Lectores: os  propongo un mensaje e San Miguel arcángel que considero muy serio y fuerte. Anuncia los tiempos nuevos que nos esperan y que define “tiempos extraordinarios como la  humanidad no conoció nunca”.

Nos llama a la seriedad de nuestra misión y a la necesidad de responder a la invitación de Dios con gran responsabilidad. Al mismo tiempo nos abre a la esperanza de un futuro radiante para los hijos de Dios. A cuantos desean profundizar ulteriormente los temas   sobre los que habla el mensaje, recomiendo el libro titulado “2012, la elección definitiva de la humanidad” recientemente publicado. En el libro se ponen de  manifiesto las líneas de  la acción universal de Dios en este tiempo.

Os auguro que hagáis vuestra la invitación de San Miguel  y participar activamente en la acción de Dios.

Os bendigo en Cristo. Dios os de paz.

Mensaje de San Miguel Arcángel del 20 de noviembre de 2012.

“Paz a vosotros hermanos y hermanas de la Tierra, que amáis y servís a Dios Padre, por medio del Hijo, en el Espíritu Santo. Aún una vez más  Dios me manda a vosotros para ayudaros a comprender el camino de estos tiempos.

 

El año 2012 está por terminar; ha sido un año crucial  de elecciones definitivas para toda la humanidad, particularmente para la de la Tierra.  Queda todavía un corto tiempo durante el cual la acción de Dios se hará todavía más intensa en las almas, a fin de llevar a la mayor cantidad de hombres posibles  a elegir al verdadero y único Dios, Señor del universo entero. En este año el Espíritu Santo ha llamado incesantemente a  hombres y mujeres  de todos los planetas, actuando en lo íntimo de cada uno, para ayudar a todos a elegir a Jesucristo y prepararse así a los acontecimientos  que  nos esperan a todos nosotros.

A partir del próximo  año, el cuerpo místico íntegro será progresivamente involucrado en la acción potente de Dios para recapitular  en Cristo toda la creación. En esta acción participarán ángeles, santos, hombres y mujeres que se han  decidido servir a Dios; la comunión de los santos será una fuerza viva y operante en el universo. Cada uno  participará en la medida y los modos establecidos por Dios, según la propia originalidad;  también las almas del  purgatorio tendrán su  parte en esto.

La acción  de Dios será más potente  y pondrá progresiva y definitivamente en crisis a Lucifer y a sus secuaces, sobre la Tierra, como sobre otros planetas.

Por eso Dios tiene necesidad de un pueblo con que contar, fiel y obediente a su voluntad sobre el cual podrán ser derramadas gracias abundantes y siempre más potentes.

El pueblo de Dios comenzará a vivir la comunión universal. Esto significa que las humanidades  que viven en distintos planetas, poco a poco se encontrarán y se unirán hasta formar un solo pueblo: pueblo de Dios, congregado en torno a su Pastor y su Maestro,  Jesucristo, que lo guiará a la nueva creación. Esta comunión entre las diversas humanidades se desarrollará gradualmente y tornará más rápida la acción de Dios. Efectivamente, el pueblo de Dios estará formado por verdaderos hijos obedientes al Padre, que ejecutarán inmediatamente sus órdenes y pondrán en práctica sus leyes.

Hasta ahora habéis visto el comportamiento de vuestra humanidad, en gran  parte egoísta, hostil a Dios y contraria a sus leyes: os habéis habituado a la lentitud  con la que vuestra humanidad responde las  invitaciones de Dios.  No conocéis el comportamiento de otros hombres del universo fieles a Dios, los cuales no tienen otro deseo  que amar y servir a Dios porque rechazan el egoísmo, y obedecen prontamente el querer divino. Estos hombres entrarán en comunión con vosotros y trabajarán con vosotros, lado a lado, por el reino de Dios. De esta manera, la acción de Dios y  de su pueblo será cada vez más ràpida.

Este pueblo estará siempre unido a los instrumentos extraordinarios de este tiempo: ángeles, Núcleo Central, hermanos y hermanas del universo fieles a Dios. Esto le permitirá al  pueblo participar plenamente en la acción de Dios y estar protegidos. Dios  proveerá  a revelar progresivamente la obra de tales instrumentos, volviéndola siempre más visible, para que el camino del pueblo esté siempre perfectamente orientado hacia Jesucristo y su acción sea incisiva y unánime.

Todo el camino cumplido por las diversas humanidades del universo en estos años ha servido como  preparación para la misión que le espera al  pueblo de Dios en los años venideros. A partir del 2013, todos aquellos que en estos años han acogido plenamente a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador, y han decidido servir fielmente a Dios, entregándole la vida a él por medio de María Santísima, serán llamados  a ser parte del pueblo nuevo. Este pueblo será enviado en misión por todo el universo para anunciar a Jesucristo.

 

Comenzará así la gran misión universal de la Iglesia, o sea del pueblo de Dios.  Nadie detendrá esta misión. Los hijos de Dios recorrerán el universo  para buscar y salvar lo que estaba perdido (1) y retornarlo a Cristo, para que Cristo lo reconduzca al Padre en la  potencia del Espíritu Santo. El sacerdocio real del pueblo será llevado a la  plenitud. Le serán dados a este pueblo nuevos pastores según el corazón de Cristo. Cada hombre y cada mujer de buena voluntad, en cualquier rincón del universo será alcanzado por el anuncio de la salvación.

El reino de Lucifer comenzará a vacilar; los hijos de las tinieblas serán dejados a un lado y no podrán obstaculizar más  el camino del pueblo de Dios.  Antes, sin embargo, se combatirá una gran batalla entre los hijos de la Luz y los hijos de las  tinieblas: Lucifer hará de todo para seducir al  pueblo de Dios y desviarlo del camino, pero deberá sucumbir frente a la fuerza de la comunión de los santos. Tanto más fuerte y seguro esté el pueblo, tanto más los tiempos serán acortados.

Todo aquello que  el Hijo de Dios ha anunciado y predicho deberá cumplirse en su pueblo santo.  El es el  Alfa  el Omega: todo lo que ha comenzado en él, en él se cumplirá.

 

Dios  Altísimo me ha solicitado estar a la cabeza de su pueblo en este tiempo,  reunirlo desde cada parte del universo y reconducirlo a Jesucristo, protegerlo del  mal  y custodiarlo en las leyes de Dios.  Mi tarea  es abrir continuamente el camino a cada uno de vosotros y al pueblo entero de Dios para que sea más expedito el camino a Jesucristo.  Dios ha querido que estuviese a la cabeza de los instrumentos  extraordinarios  de este tiempo. He aceptado mi  tarea  por amor a Dios y a su pueblo y la cumpliré con todas mis fuerzas. Soy el precursor de la venida gloriosa de Cristo,  para preparar vuestros corazones a recibirlo en su potencia. Por esto os reclamo, una vez más, a una firme decisión por  Jesucristo par que yo pueda contar  con vuestra plena colaboración.

Invito a toda la humanidad de la Tierra, a los jefes de los  pueblos y las religiones a reconocer a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador, y a someterse a su poder y a su autoridad.

Invito particularmente a los cristianos de la Tierra  a superar sus divisiones y a ponerse humildemente   a disposición de los planes de Dios  para este tiempo: recapitular en Cristo   todas las cosas en  el cielo y en la Tierra.

Invito al  Papa y a todos los  pastores de las Iglesias Cristianas  a nutrir y proteger la fe del pueblo, con la entrega plena de su vida,  a llamar incesantemente a los fieles a la integridad de la vida y  de la fe. Los invito a custodiar con coraje el rebaño confiado a ellos frente a todo asalto del mal.

Las cosas que os he anunciado se cumplirán  en  los modos  y en los tiempos establecidos  por el Señor del  Universo. Le toca a cada uno ponerse en camino a lo que nos espera y está en el pensamiento de Dios, el cual predispone todas las cosas para el bien de sus hijo. Le corresponde a cada uno hacer su  parte con seriedad, responsabilidad y amor. Todo nos será dado y no nos faltará nada. Cada uno de vosotros sabrá con  seguridad lo que deberá hacer, porque todas las cosas os serán reveladas en el tiempo justo y en el modo justo y cada uno será guiado por el Espíritu Santo de modo sublime.

Estamos por entrar en los tiempos extraordinarios como la humanidad no los ha conocido nunca. Por eso os pido, una vez más,  ofrecer la vida a Jesús a través del Corazón Inmaculado de María. Esta es la condición indispensable para que se realicen en cada uno de vosotros las promesas de Dios.

Os aseguro mis plegarias y os precedo en el camino. Mis legiones angélicas os acompañarán, los instrumentos extraordinarios os sostendrán. Mi bendición descienda sobre cada uno de vosotros y sobre todo el pueblo de Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

 

1- cfr.Lc.19, 10

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