“Deja que los muertos sepulten a sus muertos…”(Lc.9, 60)

Queridos lectores: la llegada del nuevo año nos lleva a una consideración y a una responsabilidad mucho más grande frente a la obra de  Dios que hemos reconocido y por la cual ofrecimos nuestra vida. Hoy más que nunca estamos invitados a participar activamente en la realización de los planes de Dios para este tiempo, como podréis entender por la lectura del mensaje de San Miguel  arcángel.

Leyéndolo os daréis cuenta que se trata de algo más que un simple mensaje: lo definiría  como un documento  que enuncia los programas de Dios para esta Tierra y para el universo entero.  Por esto considero inútiles mis reflexiones que nada podrían agregar al fuerte contenido del  mensaje de San Miguel.

No me queda más que rezar por vosotros, junto a todos mis colaboradores para que podáis comprender la importancia de este mensaje, y para que os quede siempre más claro el puesto que Dios os ha reservado en sus planes y en este tiempo. 

Os bendigo en Cristo y os auguro un feliz año con el Señor. Dios os de paz.

 

 

MENSAJE DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL del 6 de Enero de 2013-

EPIFANIA DEL SEÑOR”.re magi

 

 

“Queridos  hermanos y hermanas de la Tierra: os traigo el saludo de Dios Altísimo y vengo, por sus órdenes,   a anunciaros algunas cosas importantes para el futuro de toda la humanidad.

Como bien sabéis, en el año 2012 que recién finaliza, Dios  había pedido a la humanidad de la  Tierra que se decidiese o no  a aceptar a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador, sometiéndose plenamente a El. Esta respuesta era la condición esencial para dar comienzo a la gran misión universal de la Iglesia, pueblo de Dios: llevar a cada planeta del universo el anuncio de la salvación. Esta misión debería haber comenzado en Pentecostés, pero no sucedió así, como os ha sido explicado ampliamente en estos años.

Era deseo de Dios que la humanidad de la Tierra, al término del 2012 respondiese positivamente a su invitación  y estuviese a la cabeza de la misión universal, porque justamente, sobre la Tierra Jesucristo se encarnó, fue muerto y resucitó en beneficio de todas las humanidades del universo.  Los hermanos del universo fieles a Dios, capaces de moverse libremente por el espacio habrían puesto a disposición de vuestra humanidad su ciencia y sus medios, trabajando en plena comunión con vosotros para llevar a cumplimiento esta sublime misión.

La misión universal del pueblo de Dios es una fase importantísima del plan de Dios,  a través de la cual toda realidad presente en el cielo y en la Tierra será recapitulada en Cristo,  para ser consignada por Cristo al Padre al final de los tiempos.  La recapitulación en Cristo de la creación entera precede  la venida gloriosa de Cristo,

 que  marcará el final de la creación antigua y el principio de la nueva creación.

A lo largo de toda vuestra historia Dios os ha reclamado incansablemente a la conversión, suscitando profetas y santos, hasta mandaros a su  Hijo Jesucristo. Hasta  vuestros días Dios os ha puesto a disposición  todos los medios para ayudaros   a comprender vuestro destino. Os ha enviado a María Santísima, Madre de Jesús y Madre vuestra, aparecida innumerables veces sobre la Tierra. Dios no os ha  ocultado nada de sus  planes: mediante Jesucristo, os ha revelado su deseo  de ser Padre de cada hombre y os ha encomendado evangelizar a todas las gentes; os ha hablado de la nueva creación.

 

El plan de recapitular en Cristo  cada cosa en el cielo y en la tierra, del que habla la Biblia (1)   os ha  sido anunciado y explicado  repetidamente  a través de los libros y  mensajes que habéis aprendido a conocer a través de este sitio.

 

Dios fijó el término del 2012, como límite más allá del cual,  en ausencia de una respuesta afirmativa de parte de vuestra humanidad habría previsto diversamente, confiando la misión de evangelizar el universo  a las humanidades fieles a El, poniendo a la cabeza una de estas humanidades. El año 2012 finalizó y Dios desea que seáis puestos en conocimiento de cuanto ha sucedido y está sucediendo en el universo, comenzando por la Tierra.

 

Comienzo diciéndoos que Dios actuó profundamente en las almas y muchos de vosotros se han despertado.  Los contenidos de los libros y de los mensajes   que habéis conocido a través de este sitio  han llegado allí donde debían llegar.  Dios tiene sus medios, ordinarios y extraordinarios  para transmitir sus mensajes a quien lo  ama, a quien tiene fe, y es  humilde y generoso,  propiamente como está escrito “…enseñará a los humildes sus caminos”.(2) Dios es Dios y nadie lo puede obstaculizar ni detener. Por esto os aseguro que la difusión de estos  mensajes,  no obstante  los obstáculos y las dificultades, ha sido comprendida, dentro y fuera de la Iglesia,  más allá de lo  que os  podéis imaginar.

Era necesario llevar al pueblo de Dios al conocimiento  de tales contenidos. Efectivamente, ellos no han de considerarse simplemente como otras tantas revelaciones, sino que constituyen un fuerte reclamo  profético para estos tiempos , estrechamente conectadas a las apariciones marianas de Fátima y de Medjugorje, que han sido  una intervención enorme y directa de Dios en vuestra historia, de lo cual no estáis todavía  plenamente concientes. Durante estas apariciones la Virgen ha tocado muchos aspectos de la vida espiritual pero sus palabras han sido muy a menudo interpretadas humanamente, redimensionadas o  acalladas porque incomodaban. Todo lo que os ha sido transmitido a través de este sitio, representa el complemento natural y la profundización  de  cuanto la Virgen ha explicado en un nivel  más general y con un lenguaje más simple, dirigido a grandes masas de fieles, tanto en  Fátima como en Medjugorje.

 

 

 

 

 

 

Sobre la base de cuanto os ha sido explicado en estos años, se han formado sobre la Tierra muchos núcleos de personas  deseosas de participar activamente en el  plan de Dios de recapitular en Cristo todas las cosas. A pesar de las dificultades se ha  formado un pequeño resto sobre la Tierra, fiel a Dios y   preparados  para ponerse a su disposición.  A Dios le agradó este pequeño resto; lo  ama y lo protege. Sin embargo  la cantidad de  personas dispuestas a entregarse enteramente no fue considerada suficiente por Dios para afrontar la evangelización del universo entero.

 

Para  más,  la mayor parte de la humanidad de la Tierra, por enésima vez ha ignorado y rechazado la invitación de Dios.  Incluso muchos cristianos  han permanecido indiferentes;  otros se opusieron abiertamente a tal anuncio en nombre de la  “sana doctrina”, otros se burlaron de los contenidos de estos mensajes  considerándolos raros, fantasiosos, extraños al camino de la Iglesia. Cada uno hizo la elección que creyó oportuna, en la libertad de su conciencia.

Dios ha esperado pacientemente  sin forzar a nadie.  Ahora el tiempo dado a la Tierra para decidirse se acabó, y Dios ha tomado sus decisiones que os resumo en algunos puntos, para  facilitar vuestra comprensión y  permitiros  reflexionar y rezar.

1- La misión de evangelizar el universo ha sido confiada a las humanidades fieles a Dios, y una humanidad en particular estará a la cabeza de la  misión íntegra.  Estar a la cabeza, tiene en este caso un significado distinto   de lo que entendéis sobre la Tierra. En efecto, no se trata de crear una jerarquía semejante a las de la Tierra, donde uno manda y los demás obedecen, sino que se trata más bien, de asegurar la coordinación  de las varias acciones previstas para hacer de tal modo  que la misión logre sus objetivos. Todas las humanidades fieles actuarán al unísono y su comunión será su verdadera fuerza, superior a la de sus propios medios.

 

El Señor del Universo ha  pedido a las  humanidades fieles escoger ellas mismas  el pueblo que  consideren más idóneo  para estar a la cabeza de la misión. Los pueblos fieles a Dios han elegido a la humanidad de Alfa Centauri, por su fidelidad absoluta, por sus grandes conocimientos científicos y tecnológicos y  por la ubicación de su  planeta, que lo vuelve apto para funcionar como base.  Este pueblo  proveerá los hombres, los medios y también los espacios adaptados para que los hermanos que viajarán en el universo puedan descansar y rezar.  Los habitantes de los planetas fieles a Dios que no estén directamente ocupados en la misión tendrán la tarea de rezar y ofrecerse a Dios  por los misioneros y  por los pueblos a evangelizar.

2- Dios ha previsto  que la misión de los hermanos fieles comience hoy, en el día en que la Iglesia de la Tierra recuerda la manifestación del Señor. Este es un  día importantísimo en la historia de la salvación. Vosotros recordáis hoy la visita de los Reyes Magos, llegados para adorar a Jesús, guiados  por una estrella; muchos de vosotros piensan que se trata de figuras legendarias, pero aquellos Reyes vinieron en verdad a visitar al   pequeño Jesús. No provenían del lejano oriente sino del espacio: se trataba de reyes y sacerdotes  de las humanidades fieles a Dios. Venían  para adorar al Dios hecho  Hombre, a prometerle fidelidad  y a ponerse a su disposición.

Obrando de esa  manera reconocían y aceptaban la obra de redención de Jesucristo en nombre de todas las humanidades  fieles.

Venían también a agradecer a la Virgen María y a venerarla como su Madre; a agradecer y a venerar a san José, el justo entre los justos.  Su astronave se detuvo sobre el lugar donde se encontraba Jesús y destellaba con una luz maravillosa;  aquella luz era el saludo de todas las humanidades fieles al Salvador del universo.  Los hombres de la Tierra vieron  bien aquel signo, lo consideraron una estrella especial, un fenómeno grandioso de la naturaleza.

Aquellos hombres venían también  para encontrar al rey Herodes y a informarlo de lo que estaba sucediendo; Dios deseaba que el pueblo de Israel conociese  el acontecimiento tan esperado del nacimiento del Mesías. Muchas veces Dios ha enviado a su pueblo mensajeros provenientes de otras  humanidades, no era en verdad la primera vez; los hombres de la Tierra no siempre los reconocieron por lo que eran: vuelta a vuelta los confundieron por ángeles, por figuras míticas, dioses, etc. Sabéis bien cómo reaccionó Herodes; temió perder su  trono y buscó de eliminar al Rey de Reyes,  ordenando una terrible masacre de inocentes, una de las tantas de vuestra historia.(3)

Mostrándose a aquellos reyes  Jesús se mostró a todas las  humanidades del universo fieles a Dios desde el inicio de la creación, que tanto habían rezado  por la venida del Mesías, que habían ayudado muchas veces al pueblo elegido de Israel.  Era por lo tanto justo que Jesús se mostrase a ellos como se manifestó a la humanidad de la Tierra. Por eso Dios ha elegido este día  para  dar comienzo a la misión que tiene  como finalidad mostrar a todos los  pueblos del universo la salvación del Señor.

3- El inicio d e la misión universal es la fase que precede directamente  a la venida gloriosa de Cristo que pondrá fin a la  historia como la conocéis ahora y marcará el inicio de la creación nueva.

Hoy, los hermanos fieles a Dios parten para anunciar que Jesús ha salvado a la humanidad y que el reino de Lucifer está por acabarse. Los planetas que esperan este anuncio son muchos; son muchos los hombres y las mujeres que deben ser liberados de la esclavitud del pecado y de la sumisión   a las fuerzas tenebrosas.

¡Sed concientes de la grandeza de este día y alegraos! Comienza una misión  como no se vio jamás hasta  hoy.  Del desarrollo de esta  misión depende el destino de todo el universo: cuanto más rápidamente  sea dado y acogido el anuncio de la salvación, tanto más será acelerado el retorno glorioso de  Jesús.  Rezad por vuestros  hermanos misioneros en el universo y  por cuantos esperan la salvación para que sean abiertos sus corazones.

4- Pasemos ahora a la situación de la Tierra. Vuestra humanidad habría debido estar a la cabeza de toda la  misión universal  pero se apartó voluntariamente de esa tarea. La realidad del universo está oculta a los ojos de la mayor parte de vosotros, sea por la obtusidad y la mala fe de vuestros jefes políticos y religiosos, sea por la sustancial frialdad de vuestra humanidad hacia Dios. Por esto la  humanidad  de la Tierra debe ceder el  puesto  a la humanidad de Alfa Centauri  y pasar inevitablemente a un segundo plano.

 

 

 

La decisión de Dios respecto  a la Tierra   debe leerse en una óptica de justicia pero también de bondad y misericordia: Dios no podía permitir   que una humanidad débil y no preparada como la vuestra llevase el peso de una responsabilidad tan grande. Distinto habría sido  si la mayor parte de la humanidad hubiese respondido a la invitación del Señor: habría sido preparada rápidamente por el Señor con la ayuda de los hermanos fieles y acompañada en esta misión por otras humanidades, como se os ha explicado tantas veces. Pero no sucedió así.

Sin embargo Dios no olvidó a sus hijos de la Tierra que le son fieles, que han sufrido y entregado a El su vida. No ha olvidado las plegarias y las lágrimas de los profetas y de los santos, ni la sangre de tantos mártires. Sobre todo no ha olvidado lo que su Hijo ha dicho, hecho y  padecido en vuestro planeta, ni los méritos infinitos de María Santísima  y de san José.

 Por eso Dios ha  dejado al pequeño resto de la Tierra la tarea y el privilegio de evangelizar la Tierra misma. Habría podido enviar sobre la Tierra a las humanidades fieles para cumplir con lo que vosotros todavía no habéis cumplido, dado que el Evangelio no ha llegado todavía a todas las gentes de la Tierra. Dios sin embargo ha querido dejar a vosotros toda la iniciativa para evangelizar la Tierra. Los hermanos fieles se limitarán a ayudaros en los modos y en los tiempos establecidos por Dios: El os ha  prometido su ayuda y ellos vendrán,  porque Dios mantiene sus promesas. Su intervención, sin embargo, será mucho más limitada con aquella que podría haber sido si la Tierra hubiese respondido positivamente y hubiese estado a la cabeza de la misión; también esto es justicia de Dios.

Corresponde a todos vosotros el deber de evangelizar vuestro  planeta  que tiene extrema necesidad: sobre la Tierra  reina esencialmente el  paganismo, el corazón de los hombres está lejos del verdadero Dios.   Le espera a todos los núcleos que se han formado en estos años, sobre todo a los portantes, la tarea de abrir el camino a cuantos tienen buena voluntad. Dios no os pide grandes obras,  sino más bien vivir y testimoniar la vida de Dios y la vida fraterna según las leyes de Dios.

Por eso ha llegado el tiempo de superar toda  división y discordia y de trabajar unidos para el Reino de Dios. Es tiempo de que cada uno se perfeccione a sí  mismo y  de que cada núcleo busque la comunión fraterna como sumo bien y como la verdadera fuerza capaz de evangelizar. Sabedlo, que la comunión auténtica es vuestro primer testimonio y la base sobre la cual se funda toda intervención extraordinaria de Dios; ni siquiera los hermanos fieles podrán ayudaros si no estáis unidos, si no os amáis de verdad.  Ellos no vendrían nunca a visitar un núcleo  donde ha litigios y contiendas;  no sería un terreno favorable  para su acción.

Perfeccionad vuestra vida   y aspirad a la santidad. Se os ha dicho que la pureza, la entrega de la vida y la comunión son los ejes del reino de Dios; (5) tratad, pues, de vivir  íntegros, entregados a Dios y en comunión entre vosotros  y con todo el Cuerpo Místico de Cristo.

 

 

 

 

 

Rezad por los difuntos para que las almas del purgatorio puedan participar en plenitud en el  plan de Dios  y ser recapituladas en Cristo. Vuestra plegaria es importante  para ellas así como  es importante la suya para vosotros.

Bautizad en el Espíritu Santo y en el fuego a cuantas almas podáis,  tal como se os ha enseñado (6), para que todos aquellos que lo desean  puedan alcanzar la gracia bautismal y entrar a formar parte del pueblo de Dios.

Aunque no os mováis  físicamente en el universo como lo harán los hermanos fieles a Dios, participareis de igual forma, en espíritu, en su misión, y ellos cuentan con vuestras plegarias. Sentíos partícipes a todos los efectos  de la gran misión universal; la  participación en espíritu no es menos importante que la física y la tarea que os  espera sobre la Tierra no es ciertamente de segundo plano. No os faltarán dificultades porque Lucifer estará siempre más furioso contra Dios y sus hijos; no   podrá causaros ningún  daño si  permanecéis fieles a Dios y a sus leyes.

Manteneos unidos a los instrumentos de Dios en este tiempo: los  ángeles, el Núcleo Central y los hermanos fieles a Dios. Vivid en auténtica comunión con ellos  para estar protegidos y ayudados. Estos instrumentos interceden continuamente junto a Dios por la humanidad; ahora tienen la tarea de abrirle el camino con su  plegaria y su entrega a todos aquellos que evangelizarán el universo y la Tierra.

1-       El día de hoy marca una división más neta entre los hijos de Dios y los hijos de las tinieblas.  Lucifer será finalmente debilitado por  la potencia  que se derramará sobre el Universo con la partida  de la misión universal; Lucifer se opone desde siempre a la misión pero sabe que ya no puede demorarla más. La ferocidad con la que actuará servirá para esconder su desesperación; por eso no le temáis sino enfrentadlo con las armas de la fe y de la verdad, permaneciendo unidos a Dios y seréis siempre vencedores.  Tened  coraje y proceded seguros. Haced lo que está a vuestro alcance, y según vuestra originalidad, el lugar y las circunstancias  en las que os encontráis viviendo. ¡Nada de violencias ni de fanatismos! Vivid con simplicidad  el Evangelio y las enseñanzas recibidas y que recibiréis. Os será dado todo lo que precisáis para comprender siempre mejor vuestra misión.  Dios no abandona en absoluto a la Tierra, al contrario, desea que todo aquello de bien que existe sobre vuestro planeta sea atraído a Cristo  a través de vuestro testimonio. Tendréis ayuda en abundancia.

 

2-       Desde hoy  se os pide un mayor discernimiento: no  malgastéis las fuerzas en tratar de cambiar los corazones endurecidos, que no quieren cambiar. Vuestra atención debe dirigirse a los hombres de buena voluntad, que no conocen a Dios, por ignorancia,  pero que están dispuestos a ser instruidos.  No caigáis en la trampa de poneros a discutir  con aquellos que rechazan vuestro testimonio,  no tratéis de convencer a nadie. Sed respetuosos con todos, no juzguéis a nadie, estad preparados para dar testimonio  si se os pide, pero no perdáis tiempo.

Sabed distinguir entre quien os hace preguntas porque desea conocer la verdad y entre quien las hace  para encontraros en falta, como hacían los fariseos con Jesús.   A estos no les respondáis y dejad que sea Dios quien se ocupe.

Quien no quiere ver la  verdad quedará descontento: poco a poco no entenderá más nada y entrará en las tinieblas  cada vez  más densas. Cada uno tendrá lo que ha  elegido.

 

¡No temas pequeño resto de la Tierra, pequeño rebaño  amado por Dios!  Comienza a levantar tu cabeza porque se acerca Aquel que es tu Luz: Cristo glorioso, esperanza de las gentes. ¡Avanza decidido hacia tu libertad!

No mires la dureza de los corazones alrededor tuyo,  no te dejes descorazonar  por la miserable condición de la Tierra, sino fija tu mirada sobre el verdadero Dios y sobre la estrella que brilla para ti: María, tu Madre, hija de Dios e hija de tu humanidad.  No te ocupes de aquellos que rechazan la vida de Dios y están ya muertos, aunque aparentemente vivan; ocúpate en cambio de  quien desea renacer desde lo alto. Comprende las palabras de  tu Maestro y Señor, quien ha dicho: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tu en cambio, ve y anuncia el reino de Dios”.

Os bendigo y estoy a vuestro lado con mis legiones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

1-      cfr Ef.1, 8-12

2-      cfr  Salmos 25, 9

3-      cfr Mt.2, 1-12

4-      cfr Mt. 24,14

5-      cfr  “Más allá de la gran barrera” cp. 11

6-      cfr   “ Más allá de la gran barrera” cp.9

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