Recapitulados en Cristo – Por qué huimos del rostro de Dios

Reflexiones y oraciones

A cargo de Tomislav Vlašić

Por qué huimos del rostro de Dios

3 º episodio

 

 

En nuestra ultima reflexión buscábamos el rostro de Dios. Hoy el tema de nuestra reflexión es: Por qué huimos del rostro de Dios. Pedimos la gracia del Señor para que podamos comprender que hay en nuestro interior, que nos impide ver el rostro de Dios, que astucias, que ocultaciones actúan en nuestro interior, y entre nosotros.

Tu, Señor que iluminas todo el universo, ilumina a cada uno de nosotros, aumenta la luz en nosotros, entre nosotros, porque queremos vivir según las leyes del Espíritu Santo siempre, en la luz que es tu vida. Danos tu misericordia, para que hoy, podamos dar un paso adelante.

Para reflexionar sobre este tema quiero hacer un cuadro. El cuadro tiene varios puntos:  ¿que sucedió después del pecado original? ¿Y cuáles son las consecuencias en el hombre después del pecado original? Y como ha sido la historia de la humanidad en la Tierra y la gran dificultad para encontrar el rostro de Dios. Hablaré de la situación, tal como es entre los hombres que permanecieron fieles a Dios, que no cometieron el pecado original, que se encuentran en el alto universo.  Todo esto nos dará una visión amplia y naturalmente a continuación, intentaremos profundizar concretamente para ver y comprender cómo estamos bloqueados en el camino hacia Dios, y que tenemos necesidad de los instrumentos extraordinarios para ayudarnos. Los cristianos saben bien por el libro de Génesis capítulo 3 (Gen 3,7-13), que después del pecado original, el hombre se sintió desnudo, despojado, despojado de la gracia, despojado de la vida de hijo de Dios y se escondió. A Dios le respondió que su esposa lo había seducido,  su mujer, Eva, respondió que fue seducida por la serpiente . Dentro del alma empezó un proceso de acusación, de justificación, de incomprensión y se escondieron de la presencia de Dios. Esta actitud del hombre después del pecado original se mantuvo en el hombre. No lograba ir adelante para ver la luz. El hombre, caído, después del pecado original, tenia miedo. Los siete grandes arcángeles, nos explicaron que ni siquiera ellos podían acercarse al hombre, tenían miedo, terror a la luz; y por supuesto, el camino quedó abierto para Lucifer y sus demonios que siguen las leyes de la mentira, del terror, de la frialdad. Y el hombre caído en esta desgracia, en este pecado, cayó en las tinieblas.

Vemos esto en el capítulo 4 del Génesis (Gen 3,14-15), como estas acusaciones mutuas desembocan en el fratricidio. Caín mató a Abel porque la ofrenda de Abel era agradable a Dios. El texto bíblico no lo dice, pero nos ha sido explicado que, dado que el hombre de la tierra, los hombres rebeldes tenían miedo de la luz, tenían miedo de los ángeles y de los instrumentos de la luz, entonces, Dios empezó a enviar almas justas, que deberían de acuerdo con su elección a favor de Dios, estar entre las humanidades fieles a Dios. Así sucedió que apareció Abel, un justo enviado por Dios, y después podemos ver a los patriarcas, las grandes figuras,  fueron unas intervenciones precisas, potentes de Dios para entrar en la historia de la humanidad caída . Envió a los justos a la Tierra y como sabemos, los hijos de las tinieblas a menudo los han matado, perseguido, etc . , etc . Entonces, concluimos que para el hombre, antes de la venida de Jesucristo, era muy difícil avanzar hacia la luz, y ver el verdadero rostro de Dios; el verdadero rostro de Dios, se  manifesta en Jesucristo, Hijo único de Dios, que viene del Padre, y se ha encarnado en la Tierra y nos ha mostrado el rostro de Dios.

¿Qué pasó después del pecado original con las humanidades que han permanecido fieles a Dios? Ellos han progresado rápidamente en la luz. Quizá os sorprenda si os digo aquello que sé. Los hermanos y hermanas fieles a Dios, cuando Dios lo permite, pueden atravesar la Gran Barrera con el cuerpo. Han progresado mucho, digamos que lo único que esperan es que toda la humanidad responda para entrar en la nueva creación. Los hermanos y hermanas, sus representantes en el núcleo central del que ya os que hemos hablado, van y vuelven a través de la barrera de la luz en cuerpo, como la Virgen María se nos aparece, tal y como viene en cuerpo a la Tierra, va también a visitar los hombres fieles a Dios, no tienen ningún problema. Hay un dato muy interesante, dicen los expertos en astrofísica, y creo que la mayoría de nosotros lo sabemos: que ven en el universo (naturalmente en nuestro universo bajo) una gran cantidad de materia oscura y no saben lo que es. Ellos ven agujeros negros que lo tragan todo, todo lo que pueden atrapar, todo lo que pasa cerca, incluso estrellas. Hemos leído en la prensa acerca de la muerte de una estrella. Los agujeros negros también tragan la luz, nada sale de su interior. Pero los hermanos fieles a Dios pasan a través de los agujeros negros, como también pasa la Virgen cuando aparece en la Tierra. ¿Por qué? Por qué esta luz que tenemos en la Tierra no se puede medir con su luz, la luz que conocemos es tragada por el agujero negro. En cambio, la luz que poseen la humanidades fieles a Dios es muy superior, y pasa a través de los agujeros negros. Por lo tanto, no tienen ninguna dificultad en atravesarlos. ¿Qué son estos agujeros negros ? ¿Qué es la materia oscura? Dejemos que lo estudien los  expertos, pero nuestros hermanos fieles a Dios nos han explicado que es la consecuencia del pecado de la Tierra y del bajo universo. La oscuridad se difunde y se crea alrededor de un planeta, de una constelación,  o del bajo universo, como un manto negro. Nos ha sido dicho que: «incluso sobre la tierra tenéis vórtices de agujeros negros que se lo tragan todo, en la política , en la economía, en el odio de la guerra». Y las personas que no pueden resistir, resultan absorbidas. Creo que todos hemos experimentado estos vórtices del mal que se difunden por doquier, y los pobres justos sufren, y a veces resultan también absorbidos.

Volvamos a nosotros. Estos hermanos del universo, como dije, han tenido un progreso rápido. Cuando hablamos de luz, hablamos de la vida que hay en esas personas. Ya podéis imaginar que ellos se relacionan normalmente con Jesucristo. Jesús visita estos planetas como un obispo visita a su diócesis. Nosotros, encerrados en nuestra coraza estamos agradecidos a Jesús porque nos ha dado la Eucaristía, pero no vemos que Dios ha dado una última oportunidad al hombre: que el hombre pueda participar del misterio para descubrir el rostro de Dios. Los hermanos y hermanas del universo fieles a Dios, se relacionan con Jesús como nosotros nos relacionamos entre nosotros. Él pasa por allí, incluso María Stma. pasa por allí, porque entre ellos y el paraíso no hay una barrera tan grande como la que nos rodea a nosotros. Esta información que nosotros conocemos, os la hemos presentado para veáis donde nos lleva Dios cuando Nuestra Señora dijo el año pasado en el mensaje que podéis leer en el libro, o en nuestra web (www.versolanuovacreazione.it). Tiempos maravillosos y tiempos difíciles para los que no aceptan a Dios. Creo que vosotros, que escucháis, deseáis ver estos tiempos maravillosos, por eso tenemos que avanzar hacia la luz, para descubrir el rostro de Dios.  San Juan en el prólogo dice: «Nadie ha visto jamás a Dios, el único Hijo de Dios, el que siempre está cerca del Padre, nos lo ha dado a conocer » (Juan 1,18). La apertura interior nos sirve para unirnos a Cristo, la Luz del mundo, para poder acceder a ver el rostro de Dios. San Juan en el tercer capítulo de su Evangelio dice: «Porque Dios ama tanto al mundo que dio su Hijo único, para que los que crean en él no mueran, sino que tengan vida eterna » (Juan 3:16). Tal vez estamos acostumbrados a oír esta frase como cualquier otra, pero nos ha amado, nos ha dado a su Hijo, ha impreso este amor en nuestro interior. Y podemos ver en el amor, el rostro de Dios. Dice: «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos”. (Jn 3:17-19). Y añade: «Pues quien hace el mal aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”. (Juan 3:20-21). Los cristianos lo hemos recibido todo de Jesucristo, toda la enseñanza, hemos recibido los sacramentos, hemos recibido el Espíritu Santo que nos comunica este amor y como dice San Pablo: «Y esta esperanza no nos defrauda»(Rom 5:05). San Juan nos habla aquí de creer .

Ahora me gustaría reflexionar con vosotros, y que cada uno reflexione ¿por qué huimos de Dios, de la presencia de Dios? ¿Por qué los cristianos huyen de la verdad, inmersos entre los no creyentes? Es un problema muy grande que muchos cristianos en el lugar de la fe ponen su religiosidad, los rituales, las obligaciones, las celebraciones. En la teología se habla del consumismo de los sacramentos, que significa que se consumen pero no se participa, no se llega a encontrar el rostro de Dios que ilumina al hombre.  Cuando uno encuentra a Dios, su rostro cambia, porque la luz Dios tiene el poder de transformar al hombre. Entonces, ¿cuál sería nuestro testimonio en la tierra, a los hombres de la Tierra, y también a los del universo?: ser fieles a esta luz, progresar en esta luz, no dejarse pisotear por la gente sin luz. Un hermano de la humanidad fiel a Dios dice : «vosotros, en la tierra tenéis muchos personajes de la materia oscura, no hay luz en su interior». Los cristianos si están unidos a Cristo deberían ser la luz del mundo, de lo contrario nuestra religiosidad nos engaña a nosotros mismos, y pensamos que engañamos a Dios cumpliendo nuestros deberes, haciendo rituales, haciendo largas oraciones. Pero no encontramos a Dios, tenemos miedo de Su Rostro. Quiénes nos han mostrado el rostro de Dios entre los cristianos son los grandes santos, y ellos se empeñaron a buscar el rostro de Dios, amaban la verdad, y obraban en la verdad. Sabemos que Jesús tuvo muchas discusiones con los Judíos, que tenían sus argumentos y apelaban a que eran estudiosos de las Escrituras y conocían las leyes. Jesús dice en el capítulo quinto del Evangelio de San Juan: «pero a vosotros os conozco, y sé que no amáis realmente a Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; pero si otro viniera por su propia cuenta, a ése sí lo aceptaríais”. (Jn 5,42-43). Lo interpreto: El hombre que ama a Jesucristo con el amor de Dios está en la luz, el amor de Dios será y es la ley suprema que gobierna el universo, pero en la nueva creación será la única luz en nosotros y para nosotros. El año pasado, el 17 de septiembre, San Francisco de Asís hablaba del amor puro (Mensaje publicado en http://www.versolanuovacreazione.it). Entre otras cosas , decía : » Si no llegamos al amor puro, incluso en la vida espiritual, no se llega a nada. «Y todo lo que se hace por ambición, todo lo se hace para hacer ciertos trabajos, acaba en la nada, solo queda el amor. Cito: » La ley del amor es ésta: Dios nos ama y nos llama a amarle a él, a nosotros mismos, a nuestro prójimo con el mismo amor. Es una ley universal que rige toda la creación y es válida en todo el universo, esta misma la ley gobernará  la nueva creación». Dice: «En mi vida terrenal a menudo lloraba porque entendí que el amor puro de Dios no era amado por los hombres. Sentía en mí un enorme dolor porque el rechazo del amor puro por parte de los demás siempre causa dolor en las personas que quieren vivir y comunicar este amor». Así pues, pongamos ante nuestros ojos, ante nuestra conciencia esta exigencia de buscar el amor puro de Dios, que vivamos el amor puro de Dios, que lo comuniquemos a los demás, esta es la esencia de la ley, pero creedme, se huye del amor, porque el amor es exigente, nos pide que perdonemos, que soportemos, que comprendamos, para sobrellevar con valor las pruebas, y elevarnos más allá de esa barrera de oscuridad que sabemos que nos  rodea.

Entonces oremos:

Oh Dios Padre, a menudo recitamos el «Padre nuestro”,

 pero que fracaso cuando no sentimos tu amor, cuando en la oración no deseamos tu amor, cuando no lo acogemos.

 

Tu amor es vida para nosotros, la vida eterna , y en tu amor, podemos vivir felices aquí en la Tierra.

Si comunicamos tu amor a nosotros mismos, a los demás, entonces somos tus testigos.

Te pedimos todos los días el perdón de nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los demás.

A menudo nos cerramos en nuestras razones, en nuestras justificaciones, clamamos justicia en nombre de la lógica humana, de una justicia humana. No somos capaces de perdonar.

Si no acogemos tu amor, no podemos hacer nada, ni comprender ni perdonar.

Nosotros te pedimos: «Y no nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal”,  esto no es una frase. Estamos inmersos en el mal. No conseguimos reflejarnos en el rostro de los ángeles, en el rostro de los hermanos fieles, estamos  encerrados en nosotros mismos, estamos retrasados en el camino de la salvación.

Hoy te rogamos, danos la verdadera oración que nos une a tu corazón, que late de amor puro, que podamos también nosotros palpitar en este amor, y que podamos progresar en la luz.

Esta es nuestra exigencia de estos tiempos.

 

Y que tu bendición descienda sobre nosotros , descienda sobre todos los que escuchan, que despierte en cada uno el compromiso y la responsabilidad para ser luz del mundo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

Hasta el próximo sábado.

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