Queridos hermanos y hermanas,
Después de la felicitación de Pascua no habíamos escrito nada más. Las celebraciones Pascuales, con su mensaje, son ya de por sí muy ricas e incisivas. Os habíamos dejado para propiciaros una forma de encontrar a Cristo resucitado y profundizar vuestra relación con él.
En la vida de un hombre, el encuentro con Cristo resucitado no puede quedar como un hecho aislado, una experiencia que pasa y queda como un recuerdo. Por el contrario, es una experiencia vital que se amplifica, implica totalmente y acaba siendo permanente; lleva a toda la humanidad hacia la nueva creación, si acepta a Cristo. Así fue para los apóstoles y para los verdaderos discípulos de Jesús.
Hay eventos cósmicos que nos hablan y que os comunicamos como parte de nuestro testimonio. Cristo Resucitado, después de su resurrección, como Buen Pastor visita habitualmente la humanidad del alto universo fiel a Dios. Entre él y esta humanidad, existe una relación vital que nosotros ni siquiera somos capaces de imaginar, y que podemos considerar como un paso progresivo hacia la realidad descrita por San Juan Apóstol, como los cielos nuevos y la tierra nueva (Apocalipsis 21).
También hay otros acontecimientos que nos hablan y nos dan corage. Después de la conversión del universo medio, como consecuencia de la misión evangelizadora realizada por los hermanos fieles a Dios, Cristo Resucitado ha comenzado a visitar también la humanidades que pueblan este universo. Para la humanidad del universo medio, seguir a Jesús ha significado una transformación, realizada por medio de su resurrección.
La evangelización del universo continúa. Mediante los hombres resucitados en Cristo, Dios desea también evangelizar el universo bajo. Los hombres del alto y del medio universo están ya preparados para hacerlo. Nos corresponde a nosotros, hombres de la tierra, donde Jesús ha vencido a la muerte y la corrupción, dar testimonio de la extraordinaria potencia del Resucitado que actúa en nosotros. El Hijo de Dios vino a la tierra para esto y se ha hecho Dios con nosotros: para conducir el universo entero a la nueva creación. Los hermanos fieles esperan que la Tierra se decida a colaborar con ellos para formar una sola familia de Dios en todo el universo .
Queremos compartir con vosotros una experiencia nuestra. Todos los días oramos por vosotros y nos ofrecemos a Dios por todos aquellos que quieren acoger su vida. Inmergimos en Dios los acontecimientos buenos y malos de la historia. Entre otras cosas, hemos rezado largamente por las víctimas del Holocausto, para que fuesen elevadas a la luz de Dios. Hemos dirigido a Dios, incluso nuestros «por qué» ante tamaña tragedia; y de la Santísima Trinidad nos ha llegado esta respuesta:
«Existe en el universo una ley silenciosa e inexorable: ésta establece un límite más allá del cual el mal ya no puede actuar. Es un límite establecido por Dios. Cuando el mal intenta superar este limite, implosiona porque el mal lleva en sí el germen de la autodestrucción. Dios permite la acción del mal para respetar la libertad del hombre, para inducir a la humanidad a reflexionar sobre el uso de su libertad y corregirse. Pero cuando la acción de las tinieblas rompe el límite establecido por el permiso divino y trata de aniquilar el limite impuesto por Dios, entonces el germen de la destrucción comienza a operar en el mal y lo conduce rápidamente a destruirse a sí mismo. Se destruye con la misma fuerza con la que intentaba destruir el bien. Vuestra historia ha sido testigo de muchos hijos de Lucifer en el poder; su fuerza parecía invencible , su arrogancia no conocía adversario. Entonces, de repente, han caído. Siempre han caído, han caído todos”.
Os alientan estas palabras? Pueden despertar en vosotros la fuerza de la resurrección, para eliminar los mecanismos de la corrupción? Pueden desarrollar una vida fuerte y capaz de hacer frente a la corrupción que os rodea? Este debe ser nuestro testimonio del Cristo resucitado y la misión de sus discípulos.
¿Por qué permitió Dios la tragedia del holocausto de su pueblo escogido de Israel? Esta es la respuesta que nos ha dado la Santísima Trinidad:
«El Holocausto fue una ofensa a Dios sin precedentes, una declaración de guerra contra Dios de parte del infierno y no ha sido olvidado a los ojos del Señor … El Holocausto es una tragedia generada por la humanidad en la Tierra, porque que está lejos de Dios. Si los hombres de la Tierra hubieran comprendido la llamada de Nuestra Señora de Fátima, de Jesús en Polonia, a través de Santa Faustina, si se hubieran humillado ante Dios y arrepentido, no hubiéramos conocido el horror del holocausto…
“¿Dónde estaba Dios?” se pregunta la gente superficial y alejada de la verdad. Yo respondo: «¿Dónde estaba el hombre?» ¿Dónde estaba la humanidad, donde estaban los cristianos? ¿En qué pensaban cuando aclamaban Hitler en las plazas, aplaudiendo sus discursos delirantes, y aprobaban sus leyes innobles? ¿Dónde está el hombre cuando Dios lo llama, cuando quiere tenderle una mano para salvarlo y la rechaza siempre; cuando blasfema contra el nombre de Dios? Responded con sinceridad. Y vosotros, ¿dónde estáis hoy, frente a los dramas de vuestro tiempo?»
¿Dónde está nuestra responsabilidad? ¿Permitimos a Dios despertar en nuestra intimidad a través de los signos de los tiempos, a través de su Madre y de los profetas que todavía hablan hoy en día? ¿Permitimos que siga actuando la vida corrupta en nuestro interior, o al contrario, queremos acoger la resurrección para eliminar la corrupción que lo ataca todo? Los testigos del Resucitado deben ser partícipes de la nueva creación, porque han recibido el Espíritu del resucitado y el universo entero espera su testimonio.
A nuestra demanda sobre donde está Dios o el porque no nos ayuda, el Señor nos pregunta donde estamos nosotros. Nos pide si queremos o no aceptar el poder de su resurrección para llegar a la solución de nuestros problemas. Dios está dispuesto a proporcionarnos todos los medios que necesitamos, si lo deseamos, si queremos comprometernos a vivir de acuerdo con las leyes eternas que nos ha enseñado.
A los hombres que se justifican y así permanecen sujetos a las leyes de la corrupción, Dios responde indicando el camino de la victoria. Dice, al respecto, la Santísima Trinidad:
« A pesar de todo, incluso en las tinieblas infernales de los campos de exterminio, Dios ha encendido sus luces: santos y santas se han ofrecido a Dios, afrontando la muerte para salvar a otros; caminaron entre el barro de los campos de exterminio, ofreciendo a Dios oraciones y sufrimiento y expiando los pecados de la humanidad. A través de ellos, fueron abreviados los sufrimientos de muchos y debilitadas las fuerzas de los torturadores. San Maximiliano Maria Kolbe , Santa Teresa Benedicta (Edith Stein ), son los nombres más conocidos, pero en el Paraíso brillan muchas luces que se encendieron bajo el cielo de Auschwitz y de los demás campos del horror. Precisamente donde los hijos de Lucifer pisotearon la dignidad del hombre, allí ha brillado mayormente la dignidad y la santidad de los hijos de Dios. Dios siempre acalla el mal con el bien».
¿Queremos que la humanidad se hunda de nuevo para despertarnos?¿No es mejor hacer desaparecer el mal con el bien para siempre? Dios nos ha llamado a gobernar el universo entero con Cristo resucitado.
La invitación que os hacemos es la de que no os limitéis a sólo algunas devociones, sino a celebrar la vida en el Resucitado, a través de vuestra respuesta completa. La invitación vale también para los no creyentes: también vosotros estáis llamados a vencer la corrupción y tomar parte en la celebración de la vida sin fin.
Os acompaño con mi bendición, junto con todos los que en el universo participan de la realeza del Cristo resucitado.
Tomislav Vlašić