El pueblo nuevo celebra la vida – Dios es

 

Queridos hermanos y hermanas,

La historia humana, desde sus orígenes, atestigua que Dios existe: la humanidad lo intuía y lo comprendía, si bien de manera limitada, y lo adoraba, muchas veces de forma equivocada.

No obstante, Dios se comunicaba con la humanidad. En Jesucristo nos ha mostrado su rostro y ha abierto el camino para que la humanidad lo conozca plenamente y, una vez elevada, vivir con él.

En los próximos días, los cristianos celebrarán grandes solemnidades para  unirse a Dios: la Ascensión de Jesús, el Señor, que llevó nuestra naturaleza a la dimensión divina; la venida del Espíritu Santo a nuestros corazones, que nos guía en nuestra elevación interior, más allá de los límites de nuestras capacidades; la Santísima Trinidad en la cual llegamos a la realización perfecta en la nueva creación, donde desaparecerá la muerte y todo sufrimiento (Apocalipsis 21:4).

Dios quiere comunicarnos plenamente su vida, si deseamos aceptarla y vivirla. Si acogemos la vida de Dios,  ésta transforma los misterios de la fe en luz y conocimiento perfecto: de ahí nace en nosotros la vida plena, eterna. Por el contrario, venerando a Dios en estos misterios, pero rozando solo la verdad, sin entrar en ella para vivirla, permanecemos fuera del conocimiento, fuera de la vida de Dios, la cual tiende a comunicarse y a elevar a la humanidad.

Nos esperan tiempos llenos de acontecimientos en los cuales Dios se revelará para llevar a la humanidad hacia una dimensión superior. Dios no va a forzar la libertad del hombre, pero se revelará a los que le amen y estén dispuestos a que su vida sea transformada: «Judas (no el Iscariote) le dijo:» Señor, ¿por qué nos das a conocer esto a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Quien me ama, pondrá en práctica mis palabras,  y mi Padre le amará. Y yo vendré con mi Padre, y moraremos en él. Quien no me ama, no pone en práctica mis palabras. Y las palabras que habéis oído no son mías, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas mientras aún estoy con vosotros. Pero el Padre os enviará en mi nombre a un defensor: el Espíritu Santo. Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho»(Jn 14, 22-26)

Para nuestra meditación, publicamos a continuación un pasaje de un libro de Stefania Caterina, para entender mejor los pasos a realizar, que os llevarán a vivir en la Santísima Trinidad. Como siempre, os acompañamos con la oración y os bendecimos juntamente con todos aquellos que caminan en la luz de Dios.

                                                                                                             Tomislav Vlasic

 

El pensamiento de Cristo no es fantasía

 

El largo discurso del Arcángel San Rafael sobre el pensamiento de Cristo se divide en varias conversaciones y mensajes a través de los años. En estas explicaciones de 2005, había pedido a San Rafael cómo distinguir el pensamiento de Cristo de nuestra Imaginación. Y me respondió de la siguiente manera:

            «Debéis aprender a distinguir entre imaginación y inspiración, que es lo que Dios os hace comprender gracias al pensamiento de Cristo, que no es estática, sino constantemente activa en vosotros. Si os habéis ofrecido a Jesús a través de María Santísima, vuestras reflexiones, vuestros pensamientos se basan en el poder de Cristo que mora en vosotros. No se trata entonces de imaginaciones, sino de la creatividad divina. La fantasía (imaginaciones) se genera en personas que no ponen su fundamento en Dios, que construyen sobre la arena y no sobre roca.[1] Además, si os entregáis sinceramente a Cristo vivís en comunión con Dios y con los demás. La comunión fraterna impide que la imaginación os domine, ya sea porque os pone bajo la mirada de los demás, o porque fortalece aún más vuestro conocimiento. De hecho, si vivís en comunión con los demás, os adentráis progresivamente en la dimensión del amor  trinitario, aquel amor que une entre ellas las Tres Personas de la Santísima Trinidad. Inmersos en la vida trinitaria, se llega al conocimiento de las leyes naturales y espirituales que rigen el universo y sostienen la vida de toda criatura. Todo esto hace que seáis acogidos plenamente a la presencia de Dios, y además, os convertís en intercesores de la humanidad. Si profundizáis  vuestra relación con las SS. Trinidad, de ella surgirá el conocimiento más elevado, el conocimiento inmediato,  que supera incluso a la revelación; muchos pueden recibir una revelación, pero pocos poseen el conocimiento verdadero. Hablo del conocimiento en letra mayúscula, no el conocimiento académico, compuesto por estudios y teorías. Hablo del conocimiento que proviene del contacto vivo con la SS. Trinidad que es la fuente de la vida y de toda ley que regula la vida.

Lo que sucede en los planetas fieles a Dios, como por ejemplo Alfa Centauri, es poca cosa respecto a lo que me estoy refiriendo. La humanidad futura, la que estará plenamente unida a Jesucristo y, por medio de él a Dios Padre en el Espíritu Santo, está destinada a disfrutar de la plenitud del conocimiento verdadero, que le permitirá ir más allá de todos los límites en el campo físico y espiritual. Será un proceso gradual que Dios va a desarrollar en aquellos que se ofrecen por completo a él, en beneficio de toda la humanidad. Se abrirá un pasaje grande y definitivo hacia el conocimiento verdadero, más allá de todas las ciencias y por encima de todas las jerarquías. Dios va a transformar el pensamiento del hombre fiel, en un pensamiento potente y conforme al suyo.

Con su pensamiento, Dios piensa y crea. También vuestros pensamientos deben llegar a ser creativos, y lo son a partir del momento en que os sumergís en el amor de la SS. Trinidad. En unión con Dios, vuestros pensamientos ya no consisten en reflexiones vagas o en especulaciones abstractas, sino que son creativos. Con el pensamiento podréis crear, así como con vuestras palabras. Así sucedió con los apóstoles que con una palabra curaban.[2] Estáis llamados a esto, porque sois hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre inspiración y conocimiento?

«El conocimiento es un término amplio que abarca la percepción, la revelación, la intuición y también la inspiración. Por lo tanto, la inspiración forma parte del conocimiento. No me refiero al conocimiento humano, académico o racional, sino al conocimiento divino, que recibimos cuando estamos unidos a Dios por medio de Jesucristo; en él, como está escrito, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.[3] Jesucristo es el verbo de Dios, la Sabiduría de Dios. Si vivís en perfecta comunión con Él, ofreciéndole vida a través de María Santísima, estaréis inmersos en la SS. Trinidad, en la cual reside todo el conocimiento divino. Cuando, gradualmente, llegáis a esto, conocéis la vida, la verdad, porque conocéis a Jesucristo; y a través de él, hacéis experiencia directa de Dios».

Pregunta: Los apóstoles en Pentecostés recibieron el don de hablar en lenguas. ¿Qué tipo de conocimiento es este?

            «El conocimiento de idiomas es sólo una pequeña parte del conocimiento del que os hablo; es un don que, como tal, no os obliga a pensar, os encontráis hablando otros idiomas porque se os pone en condiciones de hacerlo, de forma extraordinaria. Es un don. El verdadero conocimiento va más allá de un don, se desprende directamente de la mente de Cristo en vosotros, que se hace activo y operante mediante la donación de vuestra vida y el desapego de vuestro egoísmo. Repito: el pensamiento de Cristo está en vuestro interior y ¡lo escruta todo! De hecho, todo fue creado por medio de él y para él [4] y su pensamiento os abre al conocimiento de todo lo que ha sido creado. El pensamiento de Dios es creativo. Si os alejáis del pensamiento de Cristo, vuestro pensamiento se extinguirá o, peor aún, se volverá destructivo. «

                Del libro “Riscrivere la Storia – Vol I – Nel pensiero di Dio”, pag. 51-53  Ed. Luci dell’Esodo 2009

[1] Véase Mt 7, 24-27

[2] Véase Hechos 3: 6

[3] Véase el Col 2, 1-3

[4] Véase Col 1, 15-17

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