Mensaje de la Madre de la humanidad, la Santísima Virgen María

A Stefania Caterina

Mis queridos hijos:

Hoy deseo deciros que la Vida no es vida sin Dios. Si dejáis a Dios fuera de vuestra existencia no viviréis sino que os limitaréis a sobrevivir. Solo Dios da sentido a vuestro ser, porque sólo en  Él comprenderéis quiénes sois, de dónde venís y hacia dónde vais. Vosotros sois hijos de Dios y es el Espíritu Santo quien os lo revela. Cuando nacéis estáis en condiciones, inmediatamente  de reconocer el amor de vuestra madre y de amarla.

¿Quién os enseñó a amar y a sentiros amados? Dios, que es amor. Y porque estáis creados a su imagen y semejanza estáis llamados a amar. Por eso el Espíritu Santo habla a vuestro espíritu y lo instruye. Os revela poco a poco la existencia y la acción de Dios en vosotros, os lleva a percibir un amor más alto que llena vuestra vida más allá de vuestros méritos e imperfecciones. Así llegáis a amar y a creer en Dios; a amar y a sentiros amados.

Sin embargo no es para todos así. Muchos de vosotros, creciendo se olvidan del amor que los ha creado y no llegan más a creer en Dios. Esto puede suceder por causa del ambiente y de las circunstancias o de las elecciones personales. Entonces,  al lugar de Dios Trino y uno  lo usurpan otros amores y otros ídolos, ante los cuales, hoy, gran parte de vuestra humanidad se prosterna.

Hijitos, ¡fuera del verdadero Dios andaréis perdidos y no sabréis quiénes sois! ¡Cuántos de vosotros olvidan su dignidad  de hijos de Dios y  resultan esclavos de Lucifer, vuestro peor enemigo! ; aquel que os degrada y os transforma en una copia torpe de aquello que deberíais ser. Hijitos míos, Dios no cesa nunca de buscaros: por dentro de vosotros y por fuera de vosotros. Busca las formas de haceros sentir su voz. Aunque os parezca que no sois dignos Dios está junto a vosotros y sólo espera  que toméis su mano. Aunque estéis en tinieblas  a El le basta una pequeña rendija  en vuestra alma para hacer entrar su Luz que rompe toda oscuridad..

Mis queridos hijos, no dejéis  que el Amor os pase al lado sin que os deis cuenta; es tiempo de que volváis a Dios, pero no a un dios cualquiera, sino al verdadero Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos los demás son ídolos que no os pueden ayudar, ni mucho menos salvaros.

Mi Hijo Jesús que descendió a la Tierra para revelaros a la Santísima Trinidad. Que murió en la cruz para quitar la culpa de vuestros progenitores que os impedía ser amigos de Dios.

En el rostro de mi Hijo podéis ver el verdadero rostro de Dios.

En sus palabras podéis conocer las leyes de la vida. ¡No perdáis tiempo, hijos míos, y volved al verdadero Dios. Habéis nacido del amor  y estáis destinados a retornar a su amor después de la muerte. Sí hijos, nada ni nadie puede separaros de Dios si lo amáis y creéis en El. Quien vive su vida de fe simple y operante no teme a nada.  Sabe de dónde viene y a dónde va y la poderosa mano de Dios lo guía en la vida y más allá de la vida. El dolor  y las pruebas de la vida terrena no le producen más miedo porque la fe en el Dios vivo y verdadero transforma todas las cosas y vuelve dulce incluso lo amargo.

Hijitos míos amados ¿adónde iréis sin Dios? ¿Hacia quién o hacia qué cosa encaminaréis vuestros pasos? Me dirijo sobre todo a vosotros queridos jóvenes, mientras brilla todavía alto sobre vosotros el  sol de la vida no olvidéis a Dios. Amadlo, esperad y creed en El y seréis colmados de coraje para realizar vuestros ideales más bellos. Pedidle que os proteja en el camino de la vida y El lo hará; estaréis al reparo de los engaños del mundo.

Recordaos de los  santos  que han puesto su vida en las manos de Dios  y han realizado empresas inmensas porque Dios estaba en  ellos y con ellos. Haced también así vosotros.

Como Madre los exhorto a todos  a dejar los caminos equivocados y a encaminaros decididamente  hacia mi Hijo Jesús que es Camino, Verdad y Vida. El os revelará al Padre y vosotros lo conoceréis y  lo  amaréis. El Padre, en el nombre de Jesús os dará el Espíritu Santo, que os guiará sobre caminos nuevos, los únicos que llevan a la verdadera felicidad. Conoceréis la Vida y viviréis.

Yo estoy siempre con vosotros e intercedo por todos vosotros junto a la Santísima Trinidad. Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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