MENSAJE DE LA MADRE DE LA HUMANIDAD del 13 de noviembre 2018 a Stefania Caterina

Queridos hijos míos:

Hoy deseo deciros que LA VIDA EN DIOS NO CONOCE LA MUERTE. Estáis habituados a considerar la muerte como el final de toda experiencia  un límite infranqueable más allá de cual todo se disuelve: el dolor, la alegría los afectos, etc. Para algunos la muerte es una liberación, para otros un castigo. Algunos creen en la vida ultraterrena, otros no creen en nada, hasta entre los cristianos. ¡Cuánta confusión y cuánto miedo en torno a la muerte!

¿Qué es la muerte entonces? Es el final de nuestra experiencia en el cuerpo y el comienzo  de la vida en el espíritu. La vida continúa en una  dimensión diversa donde la materia no os obstaculiza más.

Si creéis en la Santísima Trinidad y habéis decidido seguir a mi Hijo Jesús, podréis comprender  qué cosa es la muerte. Hijitos, la vida en el cuerpo no puede ser eterna porque después del  pecado original la materia de la que está hecho vuestro cuerpo se corrompió y se deteriora día a día. Por esto envejecéis y morís. La muerte es la consecuencia más grave del pecado original que os ha vuelto débiles, corruptibles y expuestos a la acción del maligno. Lucifer y sus demonios juegan siempre con vuestro miedo a la muerte. Os han llevado  a creer  que la muerte ha sido querida por Dios y que vuestro Creador no es un Padre amoroso  sino un juez despiadado.

No hijos míos, la muerte no viene de Dios  sino de la elección de vuestra humanidad. En el comienzo de la creación  vuestros padres le dieron la espalda a Dios prefiriendo las vanas promesas de Lucifer. Separados de la fuente de la vida, que es Dios, han conocido la corrupción y la muerte.

Dios puso remedio a esta situación mandando a Jesús sobre la Tierra. El murió y resucitó por vosotros, triunfando sobre la muerte. Quien cree firmemente  en mi Hijo Jesús y lo acoge como único Salvador, en El y con El vence la muerte y destroza las cadenas del miedo. La muerte resulta entonces un  pasaje triunfal  a la vida feliz, el cual es solo la anticipación  de lo que será al final de los tiempos. Pues Jesús volverá glorioso y poderoso y destruirá la muerte. Será la Creación Nueva,  donde Lucifer y los hijos de las tinieblas no podrán entrar.

Por ahora la muerte es inevitable y es causa de luto y dolor para todo hombre de la Tierra. Dios, sin embargo, no os pide  que permanezcáis insensibles frente a la muerte. Mi Hijo lloró  frente a la tumba  de su amigo Lázaro y probó la angustia en Getsemaní;  y  ¿pensáis acaso  que mi corazón no sufrió  al ver a mi Hijo  clavado en la Cruz? No , Dios no os pide que seáis superhombres sino que os quiere ayudar a superar el miedo a la muerte con la fuerza de su vida.

Hijos míos, si creéis en mi  Hijo Jesús y os entregáis a Él por medio de mi  Corazón, Jesús vive en vosotros y no solo espiritualmente. Efectivamente, Jesús está vivo y presente en el sacramento de la Eucaristía, y entra en vosotros, se hace carne y sangre en vosotros cuando recibís la Santa Hostia. Sois así el  templo del Dios Viviente. Y ¿cómo puede la muerte resistir la presencia de Cristo en vosotros?  Y ¿qué cosa es la muerte  para el creyente,  sino el tránsito feliz a una dimensión nueva y estupenda  en la que viviréis para siempre  unidos al Creador?

Quien ha vivido amando a Dios no tiene nada que temer de la muerte: se duerme en el amor y los ángeles lo acompañan en su pasaje. Si sufre porque está enfermo entonces, tampoco la muerte es cruel,  porque su espíritu se mantiene sereno: Dios le hace dulce incluso el sufrir. ¡La agonía de un justo es una plegaria de alabanza!

 Yo soy vuestra Madre y os amo. Si me aceptáis como Madre, os prometo que estaré a vuestro lado en la hora de la muerte.

Existe, sin embargo otro tipo de muerte que muchos sobre la Tierra experimentan, especialmente  hoy. No es una muerte física sino existencial. Está hecha de soledad, amargura, inquietud, desilusión, es aquella que llamáis depresión. La causa de este mal  está en vuestra separación de Dios. Os separáis de la Vida y encontráis la muerte. Y no es suficiente una religiosidad superficial para remediar este tipo de muerte; no basta tampoco un fármaco, por más útil que sea. Hacen falta  la fe segura,  la esperanza sólida y el verdadero amor, que sólo Dios puede dar. Si queréis vencer la muerte existencial  debéis buscar a mi Hijo Jesús  que es  Camino, Verdad y Vida.[1] Sólo Él puede erradicar la muerte de vuestra existencia y liberaros del miedo-

Abrid vuestro espíritu a Jesús para que entre en vosotros  la fuerza de su amor que perdona y sana. Poned vuestras vidas y vuestros afanes en sus manos y Él gobernará vuestra existencia. Buscad y aceptad su voluntad para vosotros, que es infalible. Las soluciones humanas no os librarán nunca en profundidad de la angustia de vivir. Sólo la vida de Dios puede aplastar la muerte.

En conclusión, Hijitos, Dios os ha regalado la vida para que viváis. Os toca a vosotros  que sepáis apreciar el regalo de la vida que es inmenso, no sólo para vosotros sino también para vuestro prójimo. Utilizad bien los talentos  que Dios os ha dado, viviendo unidos a Él en la alegría  y en la esperanza  y Dios os concederá días felices, a pesar de las tribulaciones de la vida.

Estoy  junto a vosotros y os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

[1] cfr. Jn 14, 6

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