12 de enero de 2020- BAUTISMO DEL SEÑOR
MENSAJE DEL ESPÍRITU SANTO
Queridísimos hijos:
Este es un día muy importante porque comienza vuestra misión personal y la del pueblo para este año, en recuerdo de la misión terrenal de Jesús que se inició con su Bautismo.
La misión de la que hablo no es obra vuestra sino de la Santísima Trinidad, que la realiza a través de su pueblo. El Padre os llama desde el momento de la concepción. Si respondéis a su llamado, Jesús viene a vosotros para cumplir la obra del Padre en cada uno y a través de vosotros. Después confirma plenamente su obra mediante el Bautismo. También Yo, en el sacramento de la Confirmación desciendo sobre vosotros para confirmar la obra de Jesús que El cumple en nombre del Padre, en cada uno de vosotros.
La misión de Jesús y la mía son indivisibles. Todo aquello que Jesús cumple lo hace junto conmigo y viceversa. Jesús actúa con plenitud de potencia porque actúa conmigo. Juntos cumplimos con la obra que nos confió el Padre en su Nombre y para su Gloria. Jesús y Yo trabajamos en cada uno de vosotros y en el pueblo íntegro. Cada misión tiene necesidad de un bautismo. Sin embargo el bautismo cristiano no es un rito de iniciación en la religión sino que es la plena confirmación de la obra trinitaria en vosotros. Habéis escogido la obra de Dios y ahora debéis cumplirla en la plena potencia de la Trinidad. En realidad son las Tres Personas Divinas que actúan a través de vosotros. Corresponde sin embargo a vosotros dar el pleno y libre consentimiento a su acción. Dios no os pide que actuéis en la ignorancia sino en pleno conocimiento. Este es el tiempo en que el pueblo debe actuar más fuertemente .Hoy en el día en que recordáis el Bautismo de Jesús, Dios confirma y da comienzo a la misión de este pueblo, para que en el año 2020 manifieste plenamente la potencia Trinitaria. Se cumple de este modo con toda justicia, como ha quedado dicho por Jesús. La confirmación de mi parte de la obra de Jesús en vosotros, es el testimonio de la obra del Padre, que Jesús ha cumplido en el pueblo en todos estos años de camino. Así se cumple con toda justicia, porque, frente al mundo debe quedar claro que no actuáis por vosotros mismos sino por la misma potencia trinitaria.
¿Cuál es vuestra misión en este año? Es la acción potente en el Espíritu como ya se os ha explicado. Hoy podéis comprenderla mejor a la luz del profeta Isaías que habéis leído: abrir los ojos a los ciegos, liberar a los prisioneros, aliviar a aquellos que están en el dolor y en las tinieblas: actuar sin griterío ni contiendas, sin romper lo que está frágil. Justo como habéis leído en las lecturas. Dios no hace preferencia de personas sino que elige a quien lo teme y practica la justicia, del pueblo que sea al que pertenezca. Así deberá ser también para vosotros. Así deberá ser también para vosotros: no hagáis preferencias de personas. Donde el Señor os mande ahí actuad con amor trinitario para abrirle los ojos a los ciegos y hacer salir a los prisioneros de las tinieblas. Esta es vuestra misión que debe ser cumplida por cada uno de vosotros, en particular por los sacerdotes. Ellos tienen la gran tarea de reunir el rebaño y llevarlo a la meta, de seguir a Jesús plenamente, de seguirlo en mí.
El año que se presenta, por una parte, será para vosotros más fácil, porque la potencia trinitaria actuará en vosotros. Por otra parte será más difícil por la oposición del espíritu del mal, que sintiendo que pierde el poder y viéndose perdido golpeará con más odio. Sin embargo vosotros de debéis temer, porque Aquel que está en vosotros es mayor que aquel que está en el mundo, tal como está escrito y porque ninguna fuerza puede oponerse a la fuerza trinitaria.
Si descubrís en vosotros límites y debilidades no os tratéis con dureza. Ninguno os puede quitar vuestro límite de criaturas; no lo hace ni siquiera Dios, porque vuestro límite es al mismo tiempo una protección que os impide ir donde obraríais mal. Lo importante es que sometáis a Dios vuestros límites y debilidades, para que El las utilice para el bien: a menudo el límite es una red con la que capturáis muchas almas semejantes a vosotros. Por eso Dios lo deja; lo permite también para haceros más humildes y por otros tantos motivos que no comprendéis ahora en profundidad. Sin embargo en el momento mismo que entreguéis vuestros límites a Dios, ese límite se transforma en una fuerza. El mundo no lo entiende; vosotros en cambio debéis comprender que Dios todo lo puede y que aquello que para el mundo es una nada, en Dios puede ser una fuerza.
Por esto os invito a miraros a vosotros mismos y a los demás en modo positivo, porque vuestro límite y de otros no puede impedir la acción de Dios si vosotros no lo permitís. Por eso no os sorprendáis si veis que no desaparecen vuestros límites. No cometáis el error de pensar que la potencia trinitaria se deba manifestar con la fuerza humana. No es así. Está escrito que la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad del hombre, para que el hombre no pueda decir que hizo algo por sí mismo. Ninguno de vosotros lo puede decir, no obstante sus capacidades, carismas e inteligencia, porque todo cuanto hacéis es obra de la Trinidad. Vosotros sois sus instrumentos.
Permaneced pues, simples y humildes como María, que nunca tentó de superar el límite de esta Tierra, aún teniendo todas las posibilidades; ni siquiera los Arcángeles superan su límite porque saben que esto está querido por Dios para su protección. Sed felices aun en vuestra nada porque es justamente ahí donde Dios se manifiesta.
Hijitos, os bendigo y desciendo para confirmar la acción trinitaria en vosotros. Sentid en vuestro corazón las palabras que el Padre dirige también a cada uno de vosotros :” este es el Hijo mío, el amado, en quien he puesto mis complacencias”. (Mt 3, 17). El Padre se complace en vosotros si en vosotros vive Cristo. El Padre se glorifica en el Hijo, que vive en vosotros, y el Hijo en vosotros glorifica al Padre. Yo desciendo y confirmo esta poderosa obra de la Santísima Trinidad. Recibid ahora mi bendición que os sea de guía, de ayuda, que os conforte, que sea la fuerza para el año que os espera. El Señor está contento de vosotros y no dejará de regalaros sus gracias. Yo os protejo y os envío en nombre de la Santísima Trinidad a liberar a los prisioneros de la Tierra y del Universo. Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.