Mensaje del Espíritu Santo
22 de mayo 2021 Vigilia de la Fiesta de Pentecostés
Os anuncio solemnemente que hoy comienza una verdadera cuenta regresiva para todo el Universo y particularmente para la Tierra. Los acontecimientos apremian y el tiempo correrá cada vez más veloz hacia el epílogo de la historia, que culminará en el retorno glorioso de Jesucristo, visible para todos. Jesús vendrá para juzgar a la humanidad de todos los tiempos, vivos y difuntos y para separar definitivamente a los hijos de Dios de los hijos de Lucifer, la estirpe de la Mujer de la estirpe de la Serpiente.
“Queridos hijos:
Habéis llegado a una etapa importante porque el Padre está por imprimir un giro decisivo a vuestra historia. Este giro no alcanza solo a vuestro planeta sino a todo el Universo; sin embargo para la Tierra reviste una importancia estratégica en los planes de Dios, porque, como os ha sido explicado ampliamente, es sobre la Tierra que tendrá lugar la batalla final entre los ejércitos de Dios y los de Lucifer. El giro de que os hablo está representado por la VENIDA INTERMEDIA DE JESÚS sobre la Tierra, que es la señal clara para Lucifer y los suyos que su tiempo se está por acabar.
Os anuncio solemnemente que hoy comienza una verdadera cuenta regresiva para todo el Universo y particularmente para la Tierra. Los acontecimientos apremian y el tiempo correrá cada vez más veloz hacia el epílogo de la historia, que culminará en el retorno glorioso de Jesucristo, visible para todos. Jesús vendrá para juzgar a la humanidad de todos los tiempos, vivos y difuntos y para separar definitivamente a los hijos de Dios de los hijos de Lucifer, la estirpe de la Mujer de la estirpe de la Serpiente
Antes de que todo esto suceda deberéis todavía enfrentar una batalla larga y difícil contra las fuerza de las tinieblas. Por eso Jesús está ya presente sobre la Tierra, con un poder especial para sosteneros. Como lo podéis ver la Tierra está envuelta en una espiral de odio, enfermedades y violencia: está encadenada en el pecado de rebelión a Dios y a sus leyes. Satanás infla a su pueblo tenebroso con orgullo, sed de poder y con falsas seguridades, empujando cada vez a más personas al abismo de la desesperación. La mayor parte de vuestros gobernantes están perfectamente integrados en las tramas del maligno y no piensan más que en sí mismos y en su provecho. La confederación de la luz y los illuminati continúan actuando imperturbables con la ilusión de crear un nuevo orden universal que les asegure a ellos su dinero y su poder. Pagan los costos las personas más frágiles, los miserables y los desheredados que no cuentan con la ayuda de nadie, a no ser de aquellos que conservan todavía un poco de caridad en sus corazones; pero esto no es suficiente para salvar a la humanidad.
Para enfrentar al ejército del Mal, poderoso sobre la Tierra y en el Bajo Universo se precisa un ejército mucho más poderoso. Se precisa un pueblo enraizado en Jesucristo, único Salvador de la humanidad, presente y operante en todo el Universo; un pueblo nuevo capaz de superar los límites y los condicionamientos impuestos por los sistemas políticos, económicos y religiosos que operan del mismo modo en todo el universo, aunque con diversas esfumaturas. Este pueblo existe y es la “la Iglesia de Jesucristo del Universo”, de la cual ya muchos de vosotros forman parte.
En este tiempo yo actúo especialmente junto a Jesús para prepararos a enfrentar la lucha que os espera. María Santísima, mi Esposa, está también presente para proteger a los hijos de Dios; san José la acompaña. Todos los instrumentos extraordinarios, los santos, y la Iglesia de todo el Universo están empeñados al máximo para enfrentar y vencer a Lucifer y preparar la venida gloriosa de Jesús.
¿Con qué armas combatirá esta batalla la Iglesia de todo el Universo? No con la astucia ni con la fuerza humana, mucho menos con la religiosidad tibia o fanática de muchos cristianos. El arma más poderosa contra el enemigo será la COMUNIÓN UNIVERSAL. Dios Trino y Uno no os salvará unilateralmente, interviniendo desde lo alto con su poder, porque quiere actuar en comunión con su pueblo. La comunión de amor que une a Dios con su pueblo de todo el Universo no existe entre los servidores de Lucifer: Lucifer los tiene atados a él con el terror, la seducción y la mentira. Dios en cambio os une a sí con vínculos de amor y os deja libres de decidir vuestro destino.
Os invito a escoger sin reserva el camino de la comunión con Dios y los hermanos de todo el Universo. Sentíos parte de una Iglesia que va mucho más allá de la Tierra y que os ofrece su ayuda, que solamente podréis recibir si vosotros antes estáis en comunión entre vosotros.
Tenéis necesidad de una comunión auténtica entre vosotros que no esté hecha de afectos humanos de apegos o de simpatías pero que esté apoyada sobre las leyes de Dios. Estoy aquí para recordaros que la verdadera comunión es fruto de la unión de vuestro espíritu con Dios y con cuantos acogen a Jesucristo, lo aman y lo siguen, no de palabra, sino con la entrega de la vida a Él. La comunión no se funda sobre muchas palabras o sobre pasiones humanas; no se nutre de afectividad enfermiza ni de gestos heroicos que nacen de la emotividad y no de la fuerza del espíritu.
La comunión verdadera se funda sobre la fe, la esperanza y el amor que brotan del Corazón de Cristo. El Sacrificio de la Cruz, que se renueva durante vuestras celebraciones eucarísticas da vida al pueblo de Dios. Solo si participáis en el Sacrificio de Cristo de modo digno y sincero, a través del Corazón Inmaculado de María Corredentora, Yo puedo descender sobre vosotros e infundir en cada uno de vosotros y en todo el pueblo mis siete dones. Ellos no sirven para volveros más poderosos, sino más humildes y dispuestos a cumplir la voluntad de Dios.
El Sacrificio de Jesús unido a vuestra fe humilde y confiada en mi tarea de Santificador, imprimen en vosotros mis dones que producen frutos de gracia y de verdadero amor. Así el Padre os une cada vez más a Jesús; después en su Nombre me manda nuevamente a vosotros, y yo hago cada vez más sólida vuestra fe, aumentando en vosotros la presencia de la gracia. Este proceso se renueva día a día en vosotros con vuestro si al Padre por medio de Jesucristo, con mi incesante acción de Santificador y con la presencia viva de María Santísima, Madre, Reina y Corredentora que intercede por vosotros.
Solo así podréis lograr la verdadera comunión con vuestros hermanos. Si en cambio participáis débilmente en el Sacrificio de Cristo vuestro amor se enfría y la relación con Dios y con el prójimo se torna superficial, afectiva y sentimental, carente de mi fuerza; la comunión queda como una palabra vacía y no produce efecto.
Ahora más que nunca el pueblo de Dios está llamado a vivir plenamente la comunión universal con todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo del Universo, para formar un ejército compacto, capaz de enfrentar al pueblo de las tinieblas.
Por eso os invito a buscar siempre más la comunión con los hermanos en la fe, creando las oportunidades para un intercambio sincero de amor, de fe y esperanza.
Cada Casa-Santuario vuestra debe ser un punto de referencia para aquellos núcleos de personas que se unen para seguir estos programas; un lugar de unión, de intercambio fraterno y de crecimiento espiritual, abierto a toda persona deseosa de unirse a este camino, colmado de sublime caridad para cuantos sufren, porque no encuentran ni guía ni aliento en el camino de la fe.
Que cada núcleo se sienta espiritualmente unido a los otros núcleos y que no se sientan aislados. Si las distancias lo permiten que haya un intercambio periódico entre los núcleos más cercanos. Los núcleos que tengan la posibilidad acompañen con la entrega y la plegaria a las personas solas, enfermas o imposibilitadas de formar un núcleo, las visiten y las sostengan en lo que puedan. De esta forma llevaréis adelante estos programas y el pueblo se fortalecerá. Quienes no pudieran agregarse a un núcleo se unan en espíritu a vuestras Casas-Santuario y a otros núcleos y no se sientan inútiles o abandonados. Todos son importantes y podéis dar vuestra contribución a la comunión universal allí donde os encontráis y en la forma que podáis.
Sentíos unidos a aquellos que en otras partes del Universo viven vuestra misma fe en Cristo y trabajan para la gloria de la Santísima Trinidad. Llegará el tiempo en que os conoceréis y os abrazaréis en Cristo. Por ahora vivid en la fe vuestra relación con los hermanos del Universo; contad con su plegaria por vosotros y rezad también vosotros por ellos. Así la comunión será una fuerza cósmica que le dará al pueblo de Dios la certeza de la victoria final.
Que ninguno se sienta aislado porque todos vosotros, unidos en Cristo formáis un solo cuerpo y un solo espíritu, una sola Iglesia indivisible, presente en el Universo entero.[1] Yo os acompañaré en el camino y os protegeré del mal. Os pido solamente que seáis fieles a estos programas que se os han revelado y que os serán cada vez más claros interiormente. El tiempo se acorta, hijos míos, y es necesario avanzar con decisión en el camino emprendido, sin compromisos y sin titubeos inútiles. No os pido la perfección, porque conozco vuestra debilidad; os pido solo fidelidad, honestidad, sinceridad. Os prometo que en cada dificultad tendréis la luz, porque yo seré vuestra luz.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
[1] Cfr. Ef 4