CUARENTA AÑOS CONMIGO EN EL DESIERTO DE ESTA TIERRA

24 de junio 2021, Vigilia del aniversario de las  apariciones de la Reina de la Paz en Medjugorje.

Mensaje de la Santísima Virgen:

CUARENTA AÑOS CONMIGO EN EL DESIERTO DE ESTA TIERRA

En este año 2021, cuadragésimo año de mis apariciones en Medjugorje se cierra un tiempo de preparación y COMIENZA EL TIEMPO MESIÁNICO. Un tiempo de elecciones definitivas para cada uno de vosotros y para la humanidad entera del Universo; tiempo en el que Dios quiere llevar a cumplimiento cuanto ha establecido desde la eternidad. Estos cuarenta años en los que habéis atravesado conmigo  el desierto de la Tierra, han producido en vosotros y en cuantos han sido fieles a Dios y a mí un fruto extraordinario: LA VENIDA INTERMEDIA DE JESÚS, de la cual ya os he hablado.[1]

“Queridos hijos:

Han pasado cuarenta años del inicio de mis apariciones en Medjugorje. Hemos caminado juntos, vosotros y yo, por cuarenta años en el desierto de esta Tierra, y por esto os agradezco.

El Señor Omnipotente me ha enviado a vosotros en aquel lejano 1981, porque la Tierra se encontraba en grave dificultad y estaba sobre el nacimiento de una guerra nuclear. Los cristianos habían asistido conmocionados al atentado al Papa Juan Pablo II. Guerras y discordias atravesaban vuestra humanidad. Me presenté a vosotros como Reina de la Paz, para indicaros el camino de la verdadera paz, la de mi Hijo Jesús, la única y verdadera paz. Os había anunciado entonces que aquellas habrían sido mis últimas apariciones sobre la Tierra, porque así lo había decidido Mi Señor, que me había confiado la tarea de guiar la cristiandad de la Tierra hacia los nuevos tiempos.

En Medjugorje, un pequeño pueblo de gente sencilla y creyente había querido crear un oasis del espíritu en el desierto de la Tierra, en el cual hablar a los cristianos de todas las confesiones, a los hombres de buena voluntad y apagar la sed de Dios en tantas almas. Ese oasis habría crecido cada vez más, si los parroquianos y los peregrinos se hubiesen adherido a mis enseñanzas con corazón humilde y sincero; y si la Iglesia Católica hubiese respetado y reconocido mis apariciones y mi obra.

Todas mis apariciones no han sido nunca un evento espectacular para atraer a los turistas, ni un privilegio para pocos elegidos y ni siquiera un conjunto de mensajes para usarse en bellos sermones y en las citas. Han sido mi obra visible sobre la Tierra. He aparecido porque el Padre me envió a vosotros, como mandó a su Hijo para ayudaros a superar el pecado e indicaros el camino seguro hacia Jesús porque sólo en él podéis salvaros.

En cada una de mis apariciones me he presentado a vosotros como Madre, para cuidaros con mi amor; como Reina del Universo para reclamar a vuestra responsabilidad de hombres y de cristianos; como Corredentora para obrar junto a Mi Hijo Redentor en la potencia del Espíritu Santo y así arrancaros del mal.

Desde el inicio las apariciones en Medjugorje contenían un poder extraordinario, previsto para estos tiempos, que son los últimos. No deseo repetiros todo lo que os he explicado en relación a mis planes sobre Medjugorje[2] (2). Añado simplemente que en Medjugorje  habría querido abrir delante de vuestros ojos toda la dinámica de la acción Trinitaria: los grandes misterios de la creación, los tesoros de la redención, el camino de santificación, para hacer de vosotros cristianos maduros y capaces de afrontar los desafíos de vuestro tiempo.

De todo esto ¿Qué ha quedado después de cuarenta años?  El oasis espiritual de Medjugorje no creció, mientras  se agrandó el desierto sobre la Tierra, que os circunda por todas partes.  El desierto es la negación de la vida y hoy el vacío existencial inunda la Tierra. No obstante la buena voluntad de muchos parroquianos y peregrinos Medjugorje no ha brillado con la luz que Dios deseaba.

La Iglesia Católica no se pronunció nunca oficialmente sobre mis apariciones. Muchos de sus representantes me han  tomado en broma;  han confundido a los sencillos, han desacreditado mi obra y  perseguido a aquellos que han creído.

Dios, sin embargo, no se ha puesto a considerar, sino que ha elegido un pequeño remanente sobre la Tierra a los cuales ha confiado lo que no ha podido confiar a los demás. Los ha unido al resto de su pueblo presente en todo el Universo y ha formado la “Iglesia de Jesucristo del Universo” a la cual ya muchos de vosotros pertenecen. Dios ha hecho confluir en esta Iglesia las gracias rechazadas por muchos y la santidad de todos los que pertenecen a Jesucristo sin hipocresías. La ha destinado a anunciar y a testimoniar la obra de Dios y los eventos de este tiempo.  

Yo estoy especialmente presente en esta Iglesia; la he preparado como habría querido preparar la parroquia de Medjugorje. Nada se ha perdido de cuanto el Señor quería revelar a esta humanidad, y hay todavía muchas cosas que deberán ser reveladas. El Señor se ha complacido en vuestra fidelidad a Él, a mí y a sus instrumentos que os han acompañado en este largo camino. Dios ha sido generoso con vosotros y vosotros debéis serlo con Él.

Por esto os pido que seáis fieles a las revelaciones que habéis recibido en estos años. No son revelaciones privadas concedidas a algunos por una suerte de privilegio, porque Dios no concede privilegios personales y no hace preferencia de personas. Todo lo que os regala es siempre para el crecimiento de todo el pueblo. Cuanto habéis recibido forma parte de un plan de divino universal que involucra a la humanidad de todos los tiempos y de todos los planetas. En  él se delinean la identidad y la misión de la Iglesia de todo el Universo.

El plan de recapitular en Cristo todo el Universo que se os ha explicado en estos años se está desarrollando bajo vuestros ojos y la acción de Dios Trino y Uno se hace siempre más intensa, pero la humanidad de la Tierra continúa haciéndose la sorda, e insensible a los reclamos de Dios. Por eso sufre y pasa de una prueba dura a otra porque  quien rechaza los planes de Dios está en combate contra Él y nadie puede vencer la batalla contra Dios.

En este año 2021, cuadragésimo año de mis apariciones en Medjugorje se cierra un tiempo de preparación y COMIENZA EL TIEMPO MESIÁNICO. Un tiempo de elecciones definitivas para cada uno de vosotros y para la humanidad entera del Universo; tiempo en el que Dios quiere llevar a cumplimiento cuanto ha establecido desde la eternidad. Estos cuarenta años en los que habéis atravesado conmigo el desierto de la Tierra, han producido en vosotros y en cuantos han sido fieles a Dios y a mí un fruto extraordinario: LA VENIDA INTERMEDIA DE JESÚS, de la cual ya os he hablado.[3]

La presencia en espíritu de Jesús en vuestro planeta encierra un poder incalculable en favor de todo el Universo. Ella eleva y hace vibrar vuestro espíritu, el alma y el cuerpo. No estáis del todo conscientes de lo que significa para vosotros ser testimonios vivos de este evento extraordinario que es la Venida Intermedia de Jesús.

Él está aquí y su presencia y su acción serán percibidas cada vez más por su pueblo que lo ama y serán una fuente de vida nueva. Serán percibidas también por el pueblo de las tinieblas, pero para él será el anuncio del fin, porque Jesús ha vuelto para anular los proyectos de Satanás.

Nada podrá ser como antes y veréis cambiar muchas cosas sobre la Tierra, si tenéis los ojos para ver. Quien no quiera ver nada y hacer como si nada pasara para no cambiar la propia vida, permanecerá ciego y vagará en el desierto. Por eso os invito a estar delante de Dios con sinceridad y honestidad para que su luz abra vuestros ojos y podráis captar la presencia de Jesús y participar activamente en su obra. No dejéis que el Señor os pase al lado sin que ni siquiera os deis cuenta, como harán sin embargo muchos hombres sumergidos en un sueño de muerte.

Queridos hijos, ha llegado para mí el tiempo de retirarme para acompañar al pueblo de Dios. De ahora en adelante no me manifestaré más a las multitudes que primero me aclaman y después me olvidan. Caminaré solamente con aquellos que verdaderamente desean vivir en mi Corazón para servir al verdadero Dios Trino y Uno. Ayudaré a mis hijos fieles a sentir la presencia viva de Jesús; intercederé por la Iglesia de mi Hijo de todo el Universo para que sea siempre más fuerte en el espíritu, en el testimonio y en las obras. Ella hará florecer el desierto. A través de esta Iglesia descenderá la gracia de Dios sobre la humanidad entera. Así, las promesas de Dios cantadas por los antiguos profetas y proclamadas por los santos de todas las épocas, serán finalmente encarnadas en una nueva humanidad.

Os prometo que estaré con vosotros, no os dejaré nunca y os protegeré. Recordad siempre que sois propiedad exclusiva de la Santísima Trinidad, por eso nadie podrá detener vuestro camino.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

[1] Mensaje de la Santísima Virgen del 7 de diciembre 2020 “El Tiempo mesiánico”.

[2] Mensaje de María Santísima del 25 de mayo de 2013 “El plan de la Virgen en Medjugorje”, “Reescribir la historia Vol. II: El Universo y sus habitantes”

[3] Mensaje de María Santísima del 7 de diciembre 2020 “El tiempo mesiánico”.