Queridos lectores; luego de la publicación de nuestros escritos hemos recibido muchas solicitudes de plegarias y explicaciones sobre qué cosa es el Núcleo Central.
Consideramos importante, por esta razón presentar parte del Mensaje de San Miguel Arcángel recibido por Stefania Caterina el 10 de setiembre de 2010, porque desarrolla algunos aspectos muy importantes para comprender qué es el Núcleo Central. Deseamos compartir esto con vosotros, a la luz del proyecto ya presentado por Jesús en los últimos mensajes; por esto os recomendamos leer los dos mensajes fundamentales: “El futuro de mi pueblo” y “Los instrumentos de Dios en este tiempo”, en los que está prevista la formación de nuevos núcleos en todo el universo, precisamente a partir de la comunión en el espíritu con el Núcleo Central.
Este mensaje lo hemos comunicado ya a grupos de personas que tienen deseo de ofrecer la vida a Jesús a través de María; ahora lo comunicamos a todos para invitarlos a asumir esta responsabilidad.
Mensaje de San Miguel Arcángel, del 10 de setiembre de 2010
“ EL NUCLEO CENTRAL”
“ Os bendigo y os saludo; os hablo hoy porque Dios me ordena comunicaros algunas cosas muy importantes para vuestro camino.
Los momentos que la humanidad está atravesando son momentos serios, muy graves, decisivos. Son definitivos en cuanto tocan la elección de cada uno y la ejecución del plan de Dios de recapitular todo en Cristo.
Este mensaje ha sido definido por Jesús mismo “un mensaje profético” porque abre el único camino de salvación posible a la humanidad de todo el universo. Quien no acepta ser recapitulado en Cristo, ofreciéndole a él la propia vida, a través del Corazón Inmaculado de María, no puede recorrer este camino. El mensaje del que hablamos no es simplemente un libro, o una revelación, entre las tantas que vienen a través de una vidente o carismática. Es un mensaje universal con el cual toda la humanidad, tarde o temprano deberá enfrentarse.
A partir de las apariciones de Medjugorje ha comenzado un tiempo en el cual Dios no permite que su plan sea retrasado, como ha sucedido, sin embargo, a lo largo de los siglos.
Debéis saber, en efecto, que ya a partir de los apóstoles, debía comenzar el plan de recapitular todo en Cristo para transformar a toda la humanidad. No ha sido así. Dios, por lo tanto, permitió una maduración lenta de su pueblo, hecha de tantas pruebas y persecuciones.
En el tiempo en el que os encontráis, Dios ha previsto un instrumento potente, en condiciones de operar en estos tiempos, para favorecer la renovación del pueblo de Dios y hacer más fácil la realización del plan de salvación.
Se trata de un núcleo que podemos definir “Núcleo Central” en el pueblo de Dios, que progresivamente está atrayendo y atraerá a sí otros núcleos que se están formando por doquier en todo el universo. En este Núcleo Central operan plenamente el sacerdocio de los Arcángeles y la comunión universal.
Con las palabras que hoy os dirijo yo asumo la responsabilidad frente a Dios y a toda la humanidad de anunciaros la existencia y el trabajo de este Núcleo Central, del cual Dios me ha colocado a la cabeza. La Tierra es el último planeta en recibir este anuncio, por justicia. En efecto: los hombres de la Tierra han sido los primeros en recibir el anuncio de la salvación, pero su corazón endurecido ha rechazado a Jesucristo y todavía hoy, la mayor parte de la humanidad de la Tierra está lejos del verdadero Dios; por lo tanto la Tierra recibe último este anuncio. Con él se cierra una fase de preparación para la humanidad entera y se inicia una nueva, y muy seria. Comienza, pues, la fase definitiva del plan de Dios. Comienza también, el enfrentamiento definitivo entre luz y tinieblas. Ha llegado también el momento decisivo para la elección de cada uno de vosotros.
El tiempo ya nos apremia y grandes acontecimientos nos acosan. Dios pregunta a cada uno si está preparado o no para adherirse a su plan: no esperará eternamente una respuesta.
Dios desea que sepáis algunas cosas a propósito del Núcleo Central del que os hablo.
Sobre todo, aquellos que forman parte están unidos entre ellos perfectamente en el Espíritu. Han sido tomados de diversas humanidades, comprendida la de la Tierra. Entre ellos hay tanto vivos como difuntos, porque el Espíritu es inmortal, y el Núcleo Central está llamado a trabajar principalmente en espíritu. Debo afirmar que Dios ha llamado a muchos a formar parte de este, comenzando desde la Tierra, pero muchos han rechazado este llamado. Aquellos que han sido elegidos “fueron zarandeados como el grano” por Dios y sometidos a muchas pruebas a también duras. Dios los ha encontrado fieles y sinceros. No ha mirado los méritos o las capacidades personales sino solamente la fidelidad a su plan de salvación y la capacidad de no rebajar su compromiso con la verdad.
Por lo demás, esto es lo que Dios pedirá a todos aquellos que quieren adherir a este plan.
Aquellos que han aceptado formar parte del Núcleo Central, también han aceptado hacerse cargo de las cruces de la humanidad para transformar cada cruz en resurrección, mediante el seguimiento absoluto de Cristo, de quien recorren incesantemente su pasaje pascual. Su ofrecimiento comprende también un enfrentamiento directo con las fuerzas infernales, con el fin de proteger a la humanidad. Por esto Dios ha concedido a los miembros del Núcleo Central una protección muy particular. Su ofrecimiento, unido al de los siete Arcángeles, opera a favor de toda la humanidad, vivos o difuntos.
El Núcleo Central lleva a todo el universo el mensaje de la recapitulación en Cristo, con la potencia del Espíritu Santo y con la autoridad que viene de Dios. Ha llegado el momento que la humanidad conozca su existencia y acoja la autoridad que viene de Dios.
Si esto no sucede, el mensaje no puede llevar sus frutos, no puede penetrar a fondo en las almas.
La adhesión plena al plan de Dios pasa a través de la aceptación de seis puntos que son los ejes de la recapitulación en Cristo. Estos son:
1) el sacerdocio de los arcángeles;
2) la paternidad y la maternidad espiritual;
3) el sacerdocio nuevo;
4) la pureza;
5) el ofrecimiento de la vida a través de María Santísima;
6) la comunión universal.
El Núcleo Central ha sido el primero llamado a conocer, acoger y testificar el plan de recapitulación para abrirle el camino a la humanidad. Ahora le toca a cada hombre, donde sea que se encuentre en el universo, aceptar y vivir estos seis puntos, que son pasos indispensables para adherirse plenamente al plan de Dios. Los miembros del Núcleo Central trabajan en espíritu a favor de todos los hombres de buena voluntad en cada parte del universo. Si están vivos, a más de trabajar en espíritu trabajan también físicamente allí donde están llamados a vivir, anunciando, testimoniando, sosteniendo al pueblo de Dios; son, por así decir, representantes del Núcleo Central, puntos de referencia para cuantos quieran adherirse al plan del Dios. Los miembros del Núcleo Central que pertenecen a la Tierra están unidos en modo especial a tres lugares de la Tierra, fundamentales para la obra de Dios y que son: Jerusalem, la basílica de San Pedro en Roma y Medjugorje.
En todos los lugares del universo que son importantes para los planes de Dios, como estos tres, el Núcleo Central actúa en espíritu, de modo directo y específico. Además estos son lugares confiados de modo especial a la plegaria y a la entrega de los miembros del Núcleo Central.
El Núcleo Central no es una estructura como vosotros la concebís sobre la Tierra. El fue formado y vive según las leyes del Espíritu, es un instrumento en las manos de Dios. Es también el modelo para todos los otros núcleos que se están formando en el pueblo de Dios. Cada núcleo vivirá según las leyes del Espíritu y no será comparable con ninguna de las estructuras que vosotros conocéis. Formarán parte de él cuantos estén dispuestos a vivir según las leyes de Dios, sin compromisos, argucias ni ambiciones.
Ningún núcleo, ni siquiera el Central está al centro de la atención. En efecto, todos los núcleos, incluido el Central, están destinados, progresivamente, a desaparecer, para dar lugar al pueblo de Dios, que será uno en todo el universo y no tendrá más distinciones; será la verdadera Iglesia de Dios: un solo rebaño y un solo pastor. Por ahora la humanidad tiene necesidad de instrumentos que son una suerte de “andadores” que dejará en el momento en que esté en condiciones de caminar perfectamente.
El Núcleo Central está llamado a vivir delante de Dios sin compromisos ni titubeos, en la fidelidad absoluta. Debe acoger, vivir y transmitir a todos los demás núcleos las gracias previstas por Dios; está en primera línea en la batalla contra el mal y tiene la tarea de atravesar todas las barreras enemigas. Los otros núcleos que progresivamente se agregan en espíritu al Núcleo Central pasan inmediatamente después y acaban la acción, suscitando y nutriendo a su vez otros núcleos. La potente acción de Dios en el Núcleo Central refluye en cascada sobre todos los núcleos operantes en el universo
Los miembros del Núcleos Central están llamados a ser padres y madres de la humanidad. Por lo que tienen como protectores a María Santísima y a San José, en los cuales deben inspirarse constantemente.
Están llamados al sacerdocio nuevo. Por esto viven una comunión especial con el sacerdocio de los siete arcángeles.
La pertenencia la Núcleo Central no representa en ningún modo un privilegio sino un servicio. Lo mismo debe suceder con los demás núcleos. No es la pertenencia a este o aquel núcleo que os hace mejores a los demás, sino vuestro servicio a Dios y al prójimo a través de ese núcleo. El núcleo es solo un instrumento. Dios no ha permitido que formasen parte del Núcleo Central personas ambiciosas y deseosas de poder. Así será para todos los núcleos que se van formando. Veréis qué importante es vuestra decisión.
Dios ha previsto en todo el universo la presencia de la núcleos, o sea de personas que se unen para vivir entre ellas la comunión universal, una comunión abierta a las diversas dimensiones espirituales que operan en todo el universo ( María Santísima, arcángeles, ángeles, santos, hermanos fieles, almas del purgatorio). Los núcleos son células que formarán un único cuerpo. El Núcleo Central es la primera célula de la cual se forman las demás. El Núcleo Central y los demás núcleos deberán vivir entre ellos la comunión universal.
El Núcleo Central conserva una autonomía absoluta respecto a todos los otros núcleos.
Cada núcleo deberá ser autónomo y no dependiente de otros. La autonomía, en Dios, es siempre sinónimo de originalidad, integridad y plenitud. Así como cada célula conserva su originalidad y funcionalidad aún formando un solo cuerpo, así será para cada núcleo del pueblo de Dios. Cada núcleo deberá ser autónomo y funcional para que el cuerpo no se corrompa
El Núcleo Central es un regalo de Dios a la humanidad, fruto de las plegarias y de la entrega a lo largo de los siglos de parte de tantos justos. Dios decidió revelar su existencia para dar impulso a la formación de otros núcleos.
Aquellos que aún afirmando que creen en Dios rechazan adherirse a la recapitulación en Cristo y no quieran dar los pasos de los que hablé serán dejados aparte. No serán abandonados por Dios pero se fatigarán mucho para progresar. Acabarán por anclarse en viejas formas y viejas estructuras permaneciendo encapsulados. Deberán atender y fatigarse mucho para comprender el plan de la salvación.
El plan de Dios, sin embargo, seguirá adelante. El Señor concederá a cuantos son de buena voluntad la luz para comprender y acoger su plan, que pasa también y necesariamente a través de la aceptación del Núcleo Central y de la acción de Dios conectada con él. No permitirá de modo alguno que sea impedida la acción del Núcleo Central y de los núcleos que se formarán. Ni tampoco dejará espacio para discusiones infinitas. Cada uno deberá pronunciar un sí o un no, porque todo el resto, como bien sabéis, pertenece al mal.
Os bendigo con la potencia de Dios. Ruego y me ofrezco por cada uno de vosotros para que podáis llegar a una clara y fuerte decisión”.
Es importante ahora abrirse interiormente para percibir en espíritu la presencia y la acción del Núcleo Central y estar en comunión con este gran regalo de Dios. De esta comunión comienza un programa formación de cada individuo y de cada núcleo. Es de esta formación en espíritu que cada uno de nosotros será ayudado a lograr el pensamiento de Cristo presente en el espíritu de cada alma. Es muy difícil para nosotros permanecer en la profundidad de nuestro espíritu sin la ayuda que viene del Núcleo Central. De esta forma reconoceremos nuestra posición y servicio en la interioridad del plan de Dios.
Estamos empeñados en ofrecernos por todos los que reconozcan este proyecto divino; rezamos por vosotros y estamos a disposición y en diálogo por cada una de vuestras necesidades.
Os saludamos y bendecimos.